Por Pedro García Hernández
Con más de dos millones y medio de habitantes y un aporte esencial para la economía del país, se consideraba la segunda urbe de esta nación del Levante desde el punto de vista económico y social, además de su milenaria historia y cultura.
La zona oriental fue el intento para introducir una punta de lanza de los yihadistas en una urbe de indudable peso en la vida nacional siria luego del fracaso en Damasco, Homs y Hama, cabeceras de provincias de primer orden.
Nunca los terroristas lograron avanzar lo suficiente para lograr sus objetivos y en agosto del 2016, decidieron agruparse en no menos de 15 organizaciones encabezadas por el entonces Frente Al Nusra, hoy Frente para la Conquista del Levante.
Actualmente la ‘herencia’ de esa ‘ofensiva’ fracasada es la destrucción de cerca de la mitad de los 190 kilómetros cuadrados que forman el área metropolitana de la ciudad, el saqueo de más de mil centros fabriles y el despojo de bienes y estabilidad personal de más de 150 mil personas que permanecieron bajo el acoso de los terroristas en la región oriental.
El Gobierno sirio, en medio de serias dificultades económicas y un feroz bloqueo comercial, mediático y político desde Estados Unidos, Francia y Reino Unido y respaldado por Arabia Saudí y Qatar, entre otros, enfrenta y asume el reto de reconstruir un centro de privilegio en el desarrollo nacional.
Los planes en marcha contemplan más de cinco millones de dólares de ayuda como indemnización a los alepinos, la rehabilitación de la importante zona industrial de Sheik Najjar y la reconstrucción total de más de 50 escuelas, centros de salud, monumentos históricos y diversas instalaciones para viviendas, culturales y sociales.
En la ejecución inmediata de ese vasto programa participan todos los ministerios, con especial énfasis en los de Electricidad, Economía, Salud e Interior, cada uno de ellos con tareas específicas que permitan el restablecimiento de los servicios básicos.
Tales proyectos en marcha incluyen la rehabilitación del aeropuerto local, del casco histórico La Ciudadela- Patrimonio de la Humanidad desde 1986- y la rápida reonstrucción de viviendas para miles de desplazados, ubicados en albergues provisionales o refugiados en campamentos similares en ciudades cercanas como Homs, entre otras.
Alepo, que sufrió la muerte de más de 12 mil personas en cinco años de acoso terrorista, la desarticulación de su fuerte industria farmacéutica y el intento de desarraigo de su vital historia y cultura, es ahora el principal reto para un Gobierno que ha defendido a capa y espada el retorno a la civilización y a la vida.