A poco más de 10 días de asumir sus nuevas autoridades, el Colegio de Profesores de Chile realizó su primer asamblea nacional en el marco de la nueva gestión.
Durante el 18 y 19 pasados, miembros de las distintas regiones del país sesionaron en su máximo órgano de decisión. Las reuniones pudieron seguirse online en la página web del organismo, en un primer gesto de transparencia de la nueva conducción: hasta aquí las asambleas se hacían a puertas cerradas.
En los días previos al encuentro, las redes sociales dejaron ver que no todos los ánimos serían festivos: descontentos con la reciente elección echaron a rodar rumores de designaciones irregulares, acusando también a Mario Aguilar –el nuevo presidente– de subir su propio sueldo y reducir el de los miembros de la oposición. Pero la alocución inicial de Aguilar contrarrestó las acusaciones. Algunos asistentes dirían luego que “el discurso fue largo, pero valió la pena”.
Entre otras cosas, en su exposición Aguilar manifestó su desacuerdo con la reglamentación interna que impide la participación de las minorías, reflexionó sobre la crisis de fe en las cúpulas que sufren las poblaciones en todo el mundo y destacó el cambio de rumbo que denotó el amplio triunfo de la lista que lo llevó a la conducción del gremio. “…Me permito señalarlo para remarcar que la voluntad de cambios profundos en nuestro gremio se ha expresado con contundencia desde la base del profesorado”, dijo. “Ese anhelo de cambio, se expresa en el programa presentado (…) y por lo tanto este programa es nuestro mandato, (…) esa es nuestra carta de navegación.”
A partir de ahí y haciendo énfasis en la transparencia como pilar de ese programa, fundamentó la legitimidad de los cargos elegidos, la nueva estructura de gastos y la asignación horaria propuesta. En cuanto a la reforma educacional, concluyó: “…una verdadera reforma educacional sigue pendiente en Chile. Como gremio docente debemos empujar una reconstrucción del movimiento social y ciudadano por la educación, para reinstalar con fuerza la demanda por el pleno derecho a la educación en Chile.”
También analizó entre otros temas la relación del gremio con el movimiento social, su aporte a una nueva educación y la necesidad de fortalecimiento institucional.
En cuanto a la Central Unitaria de Trabajadores, definió exigencias que luego ratificaría en el contacto con la prensa: “El bochorno que se vivió en la última elección es muestra de un problema estructural. No es una cuestión puntual sino la manifestación de una crisis que toca fondo, de un sistema y una concepción sindical agotados. Si esta asamblea aprueba las medidas propuestas, vamos a exigirle a la CUT cambios de fondo, y si esos cambios no proceden vamos a congelar nuestra participación en la organización central sindical. Una de nuestras exigencias será la pronta realización de elecciones y no vemos ninguna razón técnica, ni política ni organizativa para que esa elección no se haga con el voto universal y directo de todos los trabajadores afiliados a la CUT.”
Más tarde, al referirse a los desafíos pendientes Aguilar propuso algo más profundo, más interno, más vital.
“…Estoy convencido que toda persona que en algún momento de su vida decidió estudiar para enseñar y educar es alguien que tiene la solidaridad y la conciencia social como un valor y una búsqueda de vida. Es cierto que este sistema individualista y competitivo va debilitando ese fuego interior que los educadores llevamos dentro, pero ese fuego nunca se apaga completamente, sigue ahí, esperando que alguna brisa lo avive, que algún llamado lo haga retomar bríos, que una conexión con un sentido le permita recobrar fuerza…”
“Es esa fuerza interior que cada docente tiene, la mayor de nuestras fortalezas como colectivo, como gremio; en eso debemos hacer pie para enfrentar las difíciles tareas que se nos vienen.”
“Yo llamo a todos y cada uno de los integrantes de esta asamblea a unirnos tras este propósito.”
“Trabajemos juntos por rescatar a la educación de la brutal estandarización; actuemos en unidad para exigir que nunca más se nos falte el respeto como profesionales; empujemos entre todos para exigir las condiciones laborales adecuadas para el buen trabajo con nuestros niños; pongamos lo mejor de nosotros para lograr que el educar vuelva a ser un trabajo que nos realiza y nos hace felices.”
Y sus colegas deben haber coincidido con él, porque finalmente las medidas propuestas fueron puestas a votación y todas resultaron aprobadas por unanimidad o con amplísimo apoyo.
Como si una brisa fresca hubiera avivado el fuego. Como si el fuego hubiera consumido las resistencias.