Por Diego Andrés Pérez

Los conflictos territoriales tanto en África, como en Medio Oriente necesitan ser analizados en tres dimensiones: histórico, jurídico y político; su exploración únicamente desde el enfrentamiento como tal y la lucha armada, limita ejes transversales en el análisis del mismo.

Si nos remitimos al enfrentamiento entre la República Árabe Saharaui y Marruecos, debemos adentrarnos en la exploración y detección de actores, a la par de sus objetivos y necesidades, notando que este suceso transgrede lo bélico y se sitúa como un tema de derechos humanos.

Históricamente la disputa del Sáhara Occidental se traduce como un problema de descolonización, llevado a la agenda de la ONU desde 1963, momento en el que este país era colonia española.

En otras palabras, este pueblo ha reclamado siempre su derecho inalienable a la libre determinación. Tal como lo reza la resolución 2625 de la Asamblea General de las Naciones Unidas: “la inadmisibilidad de la adquisición de territorios mediante el uso de la fuerza. Con lo cual resulta invalidad e ilegal cualquier incursión o anexión marroquí en territorio SaharauiW”.[1]

Ahora bien, el conflicto armado tiene su origen en la invasión militar del gobierno marroquí suscitado en 1975. Dicha incursión es el resultado de las políticas expansionistas ensayadas por el líder del partido nacionalista marroquí Istiqlal, posterior a su independencia en 1956.[2]

Políticamente esta incursión también atendió la necesidad de construir un consenso, frente a posibles golpes de estado y procesos de desestabilización experimentados por dicho gobierno, además de perennizar su monarquía.

En este punto, vale destacar el surgimiento del Frente Polisario, como movimiento del pueblo saharahui destinado a emprender una resistencia legítima tanto por vía armada, en primera instancia, como por vía pacífica.

Sin embargó, cabe preguntarse, ¿cuáles son los motivos fundamentales de ambas partes?

En el caso de Marruecos, legitima su accionar bajo el supuesto de su necesidad de recuperar tierras que, a su entender, han sido “usurpadas” desde hace mucho tiempo.

En la actualidad el objetivo primordial reside en mantener su control sobre gran parte del Sáhara occidental.

Sin embargo, preocupa que esta monarquía mantenga todavía un discurso nacionalista y expansionista sobre este tema, negando la posibilidad de reflexión por parte de los ciudadanos marroquíes respecto al conflicto.

En cuanto a la República Árabe Saharaui su objetivo principal radica en recuperar su identidad nacional distintiva con derecho propio a la libre determinación e independencia.

En este contexto se registran hechos violentos como el bombardeo de civiles saharauis con napalm y fósforo blanco, y la política de tierra quemada llevada a cabo por las fuerzas marroquíes en el Sáhara Occidental. [3]

En la actualidad estas agresiones se traducen en una lucha cada vez más convencida por parte del pueblo saharaui, en aras de su supervivencia y reconocimiento de su existencia nacional.

He aquí el verdadero motivo de informar y denunciar este conflicto, por sobre las implicaciones estrictamente bélicas, preocupa el hecho de ser partícipes de procesos de pérdida de identidad por parte del pueblo saharaui y su imposibilidad de establecerse como Estado, como nación libre y soberana.

Es decir, nos encontramos frente a un caso actual y palpable de violación de derechos, donde no ha existido respuesta eficiente por parte de la política exterior  y los organismos que garantizan los derechos humanos.

 

[1] Tomado de http://ocw.um.es/cc.-juridicas/derecho-internacional-publico-1/ejercicios-proyectos-y-casos-1/capitulo8/documento-2-res.-2625-xxv-1970.pdf

[2] Tomado de http://diasporasaharaui-es.blogspot.com/2016/04/el-conflicto-del-sahara-occidental.html

[3] Tomado de http://diasporasaharaui-es.blogspot.com/2016/04/el-conflicto-del-sahara-occidental.html