Por Artigo 19/ Traducción de Pressenza
El derecho a la información también puede verse como un derecho instrumental para efectivizar otros derechos, y gana aun más relevancia en los casos de grupos vulnerables.
Así lo confirma Jurema Werneck, médica, profesora en Ingeniería de Producción, doctora en Comunicación y cultura y reconocida activista de derechos humanos. Nacida en el morro dos Cabritos, Río de Janeiro, Jurema es coordinadora de Criola, organización que actúa en la defensa y promoción de los derechos de las mujeres negras, y asumirá la dirección ejecutiva de Amnistía Internacional Brasil a partir de febrero de 2017.
En entrevista con Artigo 19, la activista habló sobre cómo el derecho a la información puede contribuir en el combate al racismo, la promoción de una vida saludable y el acceso a servicios públicos para las mujeres negras en el Brasil.
–A lo largo de los proyectos desarrollados por Criola ¿ustedes notaron que las mujeres negras sufren violaciones en su derecho a la información? ¿Cuáles son las violaciones más comunes y en qué situaciones se presentan?
–Las mujeres negras brasileras viven bajo el racismo patriarcal heteronormativo. Esto significa decir que sufren todo tipo de violación de derechos, incluido el derecho a la información. En ese caso sufren por ser víctimas directas de informaciones torcidas y manipuladas, por ser objeto de una representación discriminatoria sistemática en los medios de comunicación y además por no tener acceso a medios neutros que atiendan sus necesidades e intereses, entre otras violaciones.
–¿Cómo es que la falta de acceso a la información se convierte en un problema para la garantía del derecho a la salud de las mujeres negras?
–El acceso a la información es la primera acción de promoción de la salud. La violación de ese derecho impedirá o dificultará a las mujeres negras el ejercicio del derecho a una vida saludable y ampliará su vulnerabilidad ante diferentes perjuicios a su salud. La falta de información sobre las mejores maneras de prevenir enfermedades, sobre dónde buscar ayuda y sobre cuáles son sus derechos, ciertamente tiene fuerte impacto en las tasas de enfermedad y muerte de mujeres negras, que son más altas cuando se comparan con otros grupos sociales.
–¿Cómo es el trabajo de Criola en la promoción del derecho a la información en el área de salud?
–Las actividades de Criola en esa área incluyen la producción de estudios y la realización de entrenamientos con el objetivo de formar tanto profesionales y gestores de la salud y de otras áreas, como también mujeres negras. La idea es hacer del acceso a la información calificada una herramienta de enfrentamiento al racismo y a la violación de derechos de las mujeres negras.
–Vivimos una situación de carencia de informaciones oficiales sobre temas relacionados con la salud de la mujer. ¿Cuáles son las informaciones sobre la salud de la mujer que debería producir el poder público y que no produce? ¿Por qué es importante obtener esas informaciones?
–Todo tipo de información es necesaria, pero debe ser información desagregada, que permita visibilizar las diferentes situaciones y vulnerabilidades de los distintos grupos poblacionales. Es difícil ver información oficial calificada que explicite, por ejemplo, la situación de las mujeres negras y menos aún en su diversidad: generacional, por orientación sexual, identidad de género, escolaridad, lugar de vivienda, etc. y eso marca una gran diferencia.
La epidemia del virus del Zika es un excelente ejemplo: los gestores del SUS (Sistema Único de Salud) esconden que la mayor vulnerabilidad a la epidemia está en la población negra y que son las mujeres negras embarazadas quienes enfrentarán las peores consecuencias. Al esconder ese dato esconden también los impactos del racismo en la vida de esas mujeres y en la gestión de políticas públicas, ya que tienen ese dato y eligen no hacer nada con él, por considerar que las mujeres negras y las poblaciones negras “no merecen”. Así terminan influyendo directamente en la respuesta a la epidemia ya que la principal estrategia de combate al virus del Zika –que consiste en retirar el agua de floreros para matar el mosquito transmisor y sus larvas– no tiene ningún efecto para proteger la salud de las mujeres negras que viven en comunidades sin saneamiento, sin recolección regular de la basura, sin agua corriente, sin funcionamiento del sistema de salud. El único efecto de esa estrategia para las mujeres negras es una sobrecarga aún mayor de trabajo en sus vidas, y su culpabilización porque esas medidas no resulten efectivas.
Si se hiciera pública de manera adecuada, la información de que las mayores víctimas del virus del Zika son las mujeres negras obligaría a un cambio radical en el combate a la epidemia, algo que los gestores de salud y de otras políticas públicas –en su mayoría hombres y mujeres blancos– no están dispuestos a hacer voluntariamente. Y sería además un cambio en la vida de las mujeres negras y de toda la población, que pasaría a adoptar también estrategias de enfrentamiento a la supremacía blanca y al racismo institucional.