Por Daniel Tagliafico
Milagro Sala, dirigente de la agrupación Túpac Amaru de Jujuy, Argentina, primer presa política del Gobierno de Mauricio Macri y Diputada del Parlasur, fue condenada sin pruebas y sin respetar sus fueros políticos. Una clara muestra de lo que es la “Violencia Institucional”, una de las tantas formas de violencia que el Gobierno argentino y “su Justicia” utilizan en contra de su propio pueblo y principalmente, en contra de quienes piensan diferente y mucho más si militan en espacios políticos opositores al oficialismo.
El Tribunal Oral Federal de Jujuy condenó el pasado miércoles 28 de Diciembre a Milagro Sala a tres años de prisión en suspenso por “supuestos daños” al Gobernador de Jujuy, Gerardo Morales, causados hace siete años en un escrache en el que ella no estuvo presente.
La transmisión de la sentencia en vivo fue seguida atentamente por una gran cantidad de amigos desde Bs. As., militantes de la Túpac Amaru, dirigentes políticos, sociales, gremiales y de organismos de derechos humanos, apostados frente a un vallado edificio de Tribunales.
Antes de la sentencia, con mucha calma Milagro Sala dijo mirando de frente a los jueces: “Dignificar a los que menos tienen me significó estar sentada en este sillón. Pero les pido señores jueces, como les dije el primer día: no se dejen apretar por el poder político, dicten lo justo”. «Cuando me he manifestado siempre he dado la cara. Nunca he mandado al frente a los compañeros ni me escondí bajo la cama. Pero que les quede claro: hemos trabajado, hemos dignificado, hemos educado, hemos recuperado la cultura del trabajo. Y recuperamos a miles de jóvenes de la droga, la prostitución y el robo. Muchos de ellos hoy han regresado a ese camino. Es como si nuestro país estuviera retrocediendo». «Mis padres me enseñaron que no había que mentir y he enseñado eso a los compañeros. Me enseñaron que había que progresar en la vida y que había que trabajar. Y trabajar era dignificar a cada uno de nuestros compañeros. Es lo que enseñamos muchos, siendo de la Túpac o no».
A pesar de la condena dictada a Milagro, la justicia jujeña quedó expuesta internacionalmente, con una clara postura política de revanchismo y persecución de los dirigentes y referentes sociales, promoviendo esta “increíble” causa, basada en un “testigo” empleado del Gobernador Morales, que tampoco estuvo en el lugar de los hechos y mintió comprobadamente en su testimonio.
No debemos olvidar, que dos meses antes de este enjuiciamiento, diversos organismos internacionales de derechos humanos, entre ellos la ONU, ya se habían pronunciado a favor de la dirigente Milagro Sala, exigiendo al Gobierno argentino su inmediata liberación, la reparación por daños ocasionados y el compromiso de presentar un informe, en el que se explique por qué se habían violado sus derechos y cómo asumiría (el Gobierno Argentino) el compromiso de que este tipo de hechos no volverán a repetirse.