¡De la Chanca, y a mucha honra!”, Juan Goytisolo, prologuista de este libro
Hemos asistido en Madrid a la presentación del libro La Chanca, un cambio revolucionario, una obra que se hace imperdible y que habla de cómo un propósito claro de lucha solidaria, de ayudar a eliminar dolor y sufrimientos propios y ajenos, termina transformando a un barrio y a la población que lo habita y, además, sirve de inspiración para otros.
Esta aventura está contada a través de la figura de Pepe el Barbero, un revolucionario, un hombre ‘arrojao’, honesto, lúcido, especialmente compasivo con los demás… coherente, en definitiva, aunque a él no le gusten mucho los calificativos. Pepe es presidente de la Asociación de Vecinos la Traíña, motor de este cambio.
Nos encontramos en la emblemática librería Traficantes de Sueños de Madrid. Antes de que comience la presentación, hablamos con José García Rueda –Pepe el Barbero– y Pepe Criado, protagonista y autor respectivamente del libro.
Pressenza.- ¿Por qué alguien tendría que leer este libro?
Pepe Criado.- Por algo muy simple, porque los políticos, los poderes y el sistema nos inducen a una pasividad y una anulación como ciudadanos, y este libro cuenta un caso de cómo la participación y la unión de la gente, el movimiento asambleario, han logrado cambiar un barrio en contra de todos los poderes políticos y públicos
P.- ¿En qué ha cambiado el barrio?
PC.- Ha cambiado de ser un barrio marginal, donde las casas eran infraviviendas o cuevas y no había agua ni luz, las calles no estaban asfaltadas, etc. a empezar a conseguir unos servicios mínimos que llevaban pidiendo años, algo que era normal en otros barrios y que querían para el suyo, pero el quid de la cuestión es cómo lo han hecho.
Lo han hecho desde un punto de vista político, asambleario y participativo. Los mismos vecinos y vecinas han hecho y protagonizado el cambio. El cambio se ha hecho cómo lo han querido los vecinos y vecinas, no cómo lo han proyectado desde los despachos.
Entonces, ese ejemplo de que sí se puede hacer la vida para las personas, en vez de para las multinacionales y para la especulación, es lo que cuenta este libro.
P.- ¿Qué papel ha cumplido Pepe el Barbero?
Ha tenido un papel principal porque, sin pretenderlo él, ha sido el líder natural del barrio y del movimiento. De alguna manera, la propia gente lo aupó como líder, muy a su pesar, y ha sido un líder natural. Eso es muy importante, de tal manera que, como el movimiento se extendió al resto de la ciudad, de la provincia y por Andalucía, a Pepe podemos considerarlo un líder natural de un movimiento de personas de barrio y de ciudad, donde se ponen como protagonistas a las personas, no a la especulación ni a la sociedad capitalista que nos quiere anular como individuos o como colectivos.
Preguntamos a Pepe el Barbero…
P.- ¿Por qué te llaman así?
José García Rueda.- Por mi padre. Mi padre era Pepe el Barbero y para mí es un orgullo que me llamen así en honor a mi padre.
P.- ¿Cuándo empieza tu compromiso a nivel social y cómo se va desarrollando a lo largo de los años?
JGR.- Creo que empezó en el vientre de mi madre, aunque no la llegué a conocer… esa rebeldía por las situaciones que uno vive viene desde niño. Te rebelas contra lo que crees que es injusto, después lo vas viendo con más claridad y es la injusticia por la que atraviesa siempre la mayor parte de la población, porque yo hablo de la mayoría, la mayoría es la que no vive bien, la que vive con estrecheces, con inseguridades, y contra la que se comete las mayores de las injusticias: el abandono, el saqueo… Siempre los de abajo terminan pagando los platos rotos de los de arriba, eso lo he vivido toda mi vida. Yo no creo que haya hecho nada extraordinario ni especial, sencillamente rebelarme contra una situación que era la mía propia, la que había conocido y vivido. Yo no pierdo a mi madre porque tenía que perderla, sino porque vivió una época –la de la posguerra- donde la miseria era el pan nuestro de cada día y, como consecuencia de ese abandono y de la situación de miseria que se vivía, cogió una enfermedad que se la llevó con veintidós años. Entonces, eso aunque yo tenía cinco años, no cayó en saco roto. Yo he sido un rebelde desde que gateé, desde que empecé a andar porque no entendía esas situaciones, y las veía tan injustas que me decía ‘contra esto hay que luchar’, no por uno sino para que las cosas cambien en la sociedad… y no he hecho más.
P.- Durante todo este tiempo, se han producido muchos cambios, tú te has mantenido fiel a tu trayectoria ¿Nadie te ha invitado a ocupar un despacho o te ha ofrecido un puesto…?
JGR.- Sí, sí, claro que me han invitado, por ejemplo, a ir en ciertas listas de partidos de los que se llamaban de izquierdas y siempre he dicho que no, que mi lugar era la calle, que mi lugar era estar con la gente. Eso no quiere decir que despreciara que haya gente que lo haga pero yo entendía que mi trabajo era estar con la gente, y la asamblea como método eso tampoco lo querían los que se llamaban progresistas. Yo muchas veces cuando se habla del 15M…, el 15M lo hemos practicado nosotros toda nuestra vida y sigo creyendo que la única forma y la única arma que tenemos los de abajo es actuando de manera asamblearia, donde la gente decida realmente, no que decidan cuatro listos o listas, que la gente tenga esa capacidad de decisión. Nosotros no hemos conseguido la luna ni seguramente la conseguiremos pero hemos conseguido algo, es que vamos teniendo un barrio que es el barrio que queríamos la gente, no la que quería la Administración ni los arquitectos, sino el que queríamos nosotros.
P.- ¿Qué quieres decir cuando dices “vamos teniendo el barrio que queremos”, hablas de condiciones dignas, de una forma de relación entre los vecinos…?
JGR.- Estamos hablando de condiciones de vida digna principalmente, y también de cambiar la mentalidad en el sentido de que nosotros tenemos capacidades. A nosotros nos incapacitan nada más nacer, nos tratan como si fuéramos meros número y claro siempre tiene que haber los listos de turno, llámense de izquierdas o derechas, que son los que nos van a ‘resolver la papeleta’, y yo siempre digo y he dicho que no, que para resolver la papeleta los primeros que tenemos que ponernos a trabajar somos nosotros y, después, los que quieran acompañarnos que nos acompañen de tú a tú, no dándonos recetas, no, no, sino entendiendo lo que pensamos, cómo pensamos, cómo queremos vivir … y acompañarnos para conseguir nuestros objetivos.
P.- Siempre ha sido mal visto el movimiento asambleario por unos y otros, ¿Qué consecuencias ha tenido en tu vida personal, el haber adoptado esa posición?
JGR.- Yo no he tenido problemas, porque yo soy feliz actuando cómo actúo, no como quieren los demás que yo actúe, yo me siento bien, a gusto, satisfecho con esa forma de actuar. Habrá gente que no, que tenga otros métodos, yo los respeto. Lo que digo es que nosotros hemos tenido un método que ha dado y está dando ciertos resultados y, por ejemplo, nuestro plan no ha sido solamente un plan que se conozca exclusivamente en nuestro barrio, nosotros tenemos un premio a las Buenas Prácticas de la ONU, en su categoría BEST, la máxima categoría, en lo que hace a la participación de la gente en su barrio, en la transformación de su barrio. Nosotros no hemos hecho nada para que nos lo den ni para que no nos los den pero nuestro proyecto lo han conocido también en otras latitudes
P.- ¿Y está siendo reproducido en otros lugares?
JGR.- Tenemos datos de que sí. Por ejemplo, durante el último mandato de Lula en Brasil, mandó a arquitectos que trabajaban para el gobierno brasileño a conocer directamente nuestra experiencia. Y hay un periodista ya fallecido, Félix Bayón, que cuando escuchó hablar de nosotros y conoció los proyectos de Lula en Brasil, hizo un artículo en El País hace más de 10 años, en el que decía que lo que había escuchado de Brasil ya lo conocía de la Chanca.
Otro ejemplo, en materia de vivienda social, la Junta de Andalucía era muy estricta y nosotros hicimos que las leyes en materia urbanística cambiaran y se adecuaran a la gente. Eso lo conseguimos desde mi barrio, un barrio de analfabetos.
PC.- La gente no tenía escrituras de las casas y consiguieron escriturar las casas a nombre de las personas que vivían en ellas.
P.- Si hablamos de “cambio revolucionario”, ¿cuál es el elemento clave para que se denomine así?
JGR.- En el video que vamos a proyectar, se ve cómo se vivía y cómo está ahora nuestro barrio. Las fotos hablan por sí mismas.
PC.- Otra cosa por la que es importante este libro es porque ese cambio se muestra de forma palpable, con documentación, con declaraciones de las personas que han participado y porque, como el cambio se ha dado desde la base, en Almería y Andalucía está silenciado. Una cosa fundamental de este libro es darle voz al barrio, darle voz a la gente.
P.- Si es posible en un barrio pobre de pescadores, es posible en cualquier parte del mundo…
JGR.- Yo pienso que sí, el problema es que nos incapacitan como te decía antes. Porque como no tenemos las “titulitis” (en referencia a títulos académicos), nos tratan como ¡éstos que van a saber!… Gente que viene con las recetas y yo digo que las recetas las creamos nosotros y que es hora ya de que la gente, los pueblos, entendamos que todos somos capaces de aportar, en mayor o menor medida, pero todos somos capaces de aportar cosas para nuestro propio cambio. Nadie nos tiene que venir con recetas. Las recetas tenemos que hacerlas de mutuo acuerdo.
P.- ¿Ha participado la mayor parte de la población del barrio?
JGR.- Si no, no hubiese sido posible; desde los niños en los colegios, en los institutos, vecinos, calle a calle, casa a casa, asamblea de zona, asamblea de calle, asamblea general… Ha sido todo un proceso de organización que ha desembocado en esto… tendrías que ver a las mujeres, a las mujeres ante la policía…
Entonces, les llaman para hablar desde la mesa de oradores y cerramos la entrevista para asistir al relato de una historia llena de acciones imaginativas, cuando no parecía que hubiera salidas, de potencia, entusiasmo y ganas de vivir…
«Las armas de los de abajo es la solidaridad»
… Y la escuchamos a través de las vivencias del propio Pepe y de quienes, desde distintas posiciones, han vivido la historia de La Chanca o Pescadería –como se conoce también- y de la Asociación de Vecinos La Traíña, centro desde el que se articula el barrio. Acompañan en la mesa el editor y autor del libro Pepe Criado, Vicente Abad –vecino de honor de la Chanca-, la fotógrafa Ela Rabasco y el poeta Juan José Ceba. Cada uno cuenta su experiencia desde la emoción compartida.
Y cuando le toca el turno a Pepe el Barbero, lo hace profundizando sobre las ideas que lanzara en la entrevista: “Este mundo no podrá cambiar si no se cuenta con la gente de abajo; luchamos, seguimos luchando y lucharán. Estamos hartos de que nos ‘evangelicen’ con recetas. Estamos en un mundo donde nos gobiernan los ilustrados y han conseguido que haya más hambre que nunca. Las transformaciones vienen desde abajo. No habremos pasado por universidad pero hemos aprendido de nuestra vida. Nosotros queremos compartir. Todos tenemos que aportar algo desde la igualdad y el respeto”.
Pero también cuenta cómo han tenido que luchar con quienes buscaban la remodelación urbanística del barrio, unos –desde el campo de la arquitectura o el arte- y otros desde intereses puramente económicos. Contra los primeros defendiendo una arquitectura ética, cuando se trata de elegir entre la estética y la ética, y contra los segundos, cuando quisieron vaciar el barrio queriendo realojar a su población en otra zona en construcciones verticales, para aprovechar su posición privilegiada entre la Alcazaba y el mar y construir casas de lujo.
Sobre las mujeres, Pepe dice: “Quiero hacer mucho hincapié en esto, porque las mujeres de la Chanca han sido mi escuela… quienes les han echado valor han sido las mujeres y quienes han transformado la realidad el barrio antes y ahora han sido las mujeres. Y lo que van a seguir transformando este mundo son las mujeres. Estoy convencío”.
Va desgranando las no pocas dificultades del camino recorrido y del mayor problema que viven hoy: el paro. Al contestar a una pregunta del público acerca de los responsables de que entrara la droga en el barrio, responde sin tapujos y aclarando que, después de las primeras movilizaciones en la ciudad de Almería (recordemos que España vivía en la dictadura de Franco y bien en los años siguientes), movilizaciones que se habían gestado en el barrio, la llamada “policía secreta” inundó el lugar de droga llegando a contabilizarse hasta doscientos puntos de venta de droga, pero, cómo entre todos los vecinos, consiguieron que desapareciera prácticamente de sus vidas esta lacra.
Pepe concluye: “Las armas de los de abajo es la solidaridad… Nuestro orgullo es tener un barrio en el que nos queremos, el nivel de convivencia y respetos que nos tenemos… hay una gran mezcla y el nivel de compromiso y convivencia es un ejemplo y nadie nos ha regalado nada. Podemos cambiar, antes o después lo vamos a cambiar”.
Y para terminar este relato, qué mejor que hacerlo con las palabras que el mismo Juan Goytisolo, rescata para cerrar el prólogo del libro: “¡De la Chanca, y a mucha honra!”