Comunicado del Comité por la Libertad de Milagro Sala
El gobernador de San Luis, Alberto Rodríguez Saa, pasó navidad junto a Milagro Sala
Apenas cruzó el umbral y las guardias, con su grito habitual, llamaron a Milagro Sala, ella se levantó, se acercó a paso firme y abrazó a quien hace más de un mes había anunciado su visita y ayer cumplió con su promesa de pasar navidad con las presas políticas del contador Gerardo Morales. El gobernador de San Luis, Alberto Rodriguez Saa, junto al diputado nacional Luis Lusquiños y su secretaria Josefina Aldana, llegó al penal de mujeres de Alto Comedero a las 20 horas. Como uno mas, se sentó a la mesa familiar y compartió con todos un asado que él mismo mando a preparar para todas las mujeres detenidas en el pabellón. A las 22 horas, tal como lo estableció el Servicio Penitenciario, se retiró de la Unidad Numero 3. «A la salida nos embargó a todos unas gran emoción», confesó el domingo, en una conferencia de prensa. Más tarde visitó el barrio de la Tupac Amaru. Allí, impresionado por la obra, reclamó que ni Macri ni Morales, con un presupuesto infinitamente mayor al que tuvo la organización barrial jujeña tienen una obra como la realizada en Alto Comedero ni siquiera como proyecto. Luego, ingresó por ultima vez a la carcel para despedirse de la diputada del Parlasur. El mandatario aseguró que «es una presa politica» y que «su liderazgo está intacto».
«Ir al penal a ver a Milagro Sala me genera mucha emoción porque ella está sufriendo una cárcel injusta. Es una presa política. Nos duele enormemente que en la Argentina haya presos políticos y ella es un caso», aseguró el gobernador de San Luis. Y explicó: «Está presa por un acampe. Toda una exageración. Todos los libros de derecho dicen que cuando a una persona se la detiene ilegalmente, todo lo que haga el juez después es ilegal. La intromisión del gobierno de Jujuy también es evidente. Imaginen un gobernador querellante en la causa. En vez de, en la época navideña, poner la otra mejilla, está abriendo grietas y con una actitud casi provocativa», aseguró.
Consultado como gobernador y como peronista sobre una posible salida al escándalo internacional que generó la detención arbitraria de Milagro Sala, respondió: «Hay miles. La más sencilla sería otorgarle la excarcelación ya. Revertir esta situación es de lo más fácil, no cuesta nada. Y luego sí puede seguir el proceso en libertad. Lo que están haciendo ahora es tratar de justificar algo que es injustificable porque se trata de una presa política».
Con cumbia de fondo, familiares de otras presas del penal bailando en el patio y los nietos de Milagro Sala corriendo alrededor, Alberto Rodriguez Saa conversó con la dirigente de distintos temas: las culturas orginarias, su visita al Papa, la situación política local y nacional. Más tarde, cuando la prensa le preguntó por el encuentro, Rodríguez Saa contó: «Uno la va conociendo a través de los medios y se va formando una idea. Cuando ella conversa, se muestra y conduce, uno ve que tiene una personalidad muy fuerte y que es muy valiente. Milagro es una presa política y el dolor más fuerte es que ella lo sabe, lo siente y el mundo lo dice».
EL domingo, pasado el medio día y bajo un sol abrasador, desde la réplica del Templo de Kalasasaya, en el barrio de la Tupac Amaru en Alto Comedero, el gobernador de San Luis expresó: «estoy impresionado por ver esta tremenda construcción y toda esta obra que es una ciudad. Y me pregunto: ¿cuánto más que los fondos que administró la Tupac Amaru está administrando Morales? ¿Y Macri? Dos mil, tres mil veces más. Y no está esta obra, ni nada parecido, ni siquiera un proyecto similar que se acerque a los humildes para construir una ciudad con semejante parque para los niños. Una obra que es de inclusión, que es una cosa maravillosa desde el punto de vista de la justicia social», concluyó.
Pasadas las 15 horas, Rodriguez Saa se retiró del penal tras visitar a la dirigente jujeña para despedirse de ella. «Todavía no pierdo las esperanzas de que haya una navidad sin presos políticos», dijo al salir con la ilusión «de que un santo bendito toque el corazón del gobernador y pegue ese grito que diga que no consiente este delito de mantener presa a Milagro Sala».