El 30 de noviembre, el Ministro de Salud de Irlanda, Simon Harris, dijo que el gobierno compensará a Amanda Mellet por el daño causado a ella debido a la legislación, extremadamente restrictiva, sobre el aborto.
En 2011, cuando Amanda Mellet estaba embarazada, fue diagnosticada con una malformación fetal letal. Dado que la ley le impedía el aborto para interrumpir el embarazo, se vio obligado a viajar al Reino Unido.
Como reconoce el Comité de Derechos Humanos de las Naciones Unidas en su primera sentencia en el asunto, negando la posibilidad de un aborto, Irlanda sometió a Amanda Mallet a un “sufrimiento físico y mental intenso”, lo que equivale a un trato cruel, inhumano y degradante, violando al mismo tiempo su derecho a la privacidad.
Todos los años, para escapar de las redes de la ley que penaliza el aborto, miles de mujeres que viven en Irlanda viajan al extranjero para someterse a un aborto, recurren a intervenciones clandestinas o confían en las instrucciones “hágalo usted mismo” que encuentran en Internet.