Luego de serias y, a menudo, intensas, difíciles negociaciones puedo anunciar con profundad humildad y gratitud que el pueblo colombiano con el apoyo de nuestros amigos está haciendo posible lo que creyó imposible, insistió el gobernante en un extenso discurso.
El pasado 24 de noviembre el jefe de Estado y el líder de las insurgentes Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia-Ejército del Pueblo (FARC-EP), Timoleón Jiménez, suscribieron el acuerdo final con el que se comprometieron a terminar la larga confrontación entre ambas partes.
Luego el Congreso validó ese segundo pacto, derivado del inicial oficializado en Cartagena de Indias y rechazado posteriormente en el plebiscito de octubre por la mayoría de los votantes.
En sus palabras de agradecimiento, Santos detalló la ruta seguida para reajustar el texto con propuestas de los simpatizantes del voto negativo hasta conseguir el actual documento.
Además mencionó algunos de los beneficios derivados del consenso conclusivo, entre ellos la posibilidad de declarar al territorio nacional libre de minas antipersonales en 2021 y el nuevo enfoque de la lucha contra el narcotráfico, centrada en estrategias como la sustitución progresiva de los cultivos de uso ilícito por otros plantíos.
Recibo este premio en nombre de cerca de 50 millones de colombianos, mis compatriotas, que ven por fin terminar una pesadilla (…) la cual sólo trajo sufrimiento, miseria y atraso a nuestra nación, subrayó el ocupante de la Casa de Nariño.
Santos dedicó también el lauro a los más de ocho millones de víctimas directas dejadas por la contienda.
Esta distinción -añadió- pertenece igualmente a los hombres y mujeres que con enorme paciencia y fortaleza negociaron en La Habana (garante del proceso pacificador junto a Noruega) durante varios años, tanto a los del Gobierno como a los de las FARC-EP, mayor guerrilla del país.
Según el mandatario, el reciente acuerdo es un rayo de esperanza en un mundo castigado por conflictos y por la intolerancia.
En un planeta en que las guerras se alimentan con el odio y los prejuicios, tenemos que encontrar el camino del perdón y la reconciliación; en un planeta en que se cierran las fronteras a los inmigrantes, atacan a las minorías y excluyen a los diferentes, tenemos que ser capaces de convivir con la diversidad, manifestó.
Finalmente aseguró que el proceso pacificador bebió de las experiencias de gestiones similares acontecidas en otras regiones como Sudáfrica, Oriente Medio e Irlanda del Norte, cuyos artífices resultaron galardonados con igual reconocimiento.
En 1982 comenzaron los esfuerzos para terminar la conflagración en Colombia, ese mismo año Gabriel García Márquez, quien fue mi aliado en la búsqueda de la paz, recibió el Premio Nobel de Literatura y habló de una nueva utopía de la vida donde las estirpes condenadas a 100 años de soledad tengan por fin y para siempre una segunda oportunidad sobre la tierra, expresó Santos.
Hay una guerra menos en el mundo -enfatizó- y es la de Colombia.