A propósito de una publicación mexicana sobre un caso de violencia de género, Carbajal brinda detalles que pasaron inadvertidos “cuando se copian modelos del mercado y la comunicación se estructura como una mera interacción entre emisor y receptor destinada a llamar la atención lo más probable es que de política no tenga nada”.
Por Gonzalo Carbajal
Hace una semana un portal de noticias de México publicó la noticia de un caso de violencia de género de los que hay muchos y se habla poco. Se trata de la violación durante años de una hija por su padre, seguida por la violación de su nieta, como venganza porque la hija años después lo había denunciado.
En Argentina circuló rápidamente por las redes sociales, no por el caso en sí, sino porque el portal había decidido ilustrar la nota con una foto de la campaña presidencial del año pasado en la que aparecía el hoy presidente de nuestro país. Se trata de una foto que forma parte de un video que en su momento recibió algunas críticas, inclusive mereció un artículo de Horacio Verbitsky que lo diseccionaba un domingo en Página/12. En el aviso Mauricio Macri aparece abrazando a una niña visiblemente incómoda y reticente a los manoseos del candidato. Toda la escena sucede ante la mirada de sus padres que la cámara muestra sin pudor.
El epígrafe de la nota reconoce que fue tomada de Twitter por pertenecer a la temática y los editores tuvieron el cuidado de pixelar la cara de la niña y del adulto (que es Macri) para que no fueran reconocibles.
Transcurrida una semana, esa noticia ya no está online, si uno intenta ingresar al link recibirá la respuesta de un “error 404”. Esta respuesta significa que el recurso que se intenta contactar (la nota en este caso) es inaccesible. El código es parco, si el servidor estuviera mejor configurado podríamos saber si la nota está en otro link o directamente fue eliminada.
El derecho al olvido en Internet ha tenido diferentes derivas según se trate del sistema legal europeo y el americano, sin entrar en esa discusión una rectificación con un texto aclaratorio hubiera saldado el tema sin necesidad de eliminar la noticia. Se entiende que un medio de comunicación no quiera dar tanta información pero sería bueno enterarnos si hubo alguna gestión del gobierno, oficial u oficiosa, para que la nota no esté online. Si fuera así, en el caso de tratarse de una edición en papel, ¿hubieran intentado secuestrar la edición o recomprar los ejemplares?
La campaña electoral de Macri tuvo un componente muy importante en las redes sociales y la publicidad digital. Ya en la presidencia la comunicación en medios digitales y redes sociales se ha multiplicado al mismo ritmo de los fondos comprometidos para gestionarla. El macrismo saca chapa de tener en la comunicación digital uno de los aspectos salientes de su gestión. El propio jefe de gabinete es, según las crónicas, el líder de un equipo que cuenta a la vista con 80 personas para esa tarea, pero de seguro excede largamente ese número si se tiene en cuenta que hay presupuesto para más de 160 millones de gastos y se coordina el trabajo de los responsables de cada organismo y ministerio del Poder Ejecutivo.
Con semejante estructura resulta hasta lógico que hayan detectado enseguida aquella noticia e intentaran que no se propague. Dedican mucho dinero y esfuerzo a la comunicación en las redes sociales quizá porque la brevedad de sus espacios, la instantaneidad y el vértigo de su circulación favorecen la levedad en las intervenciones a despecho de las enunciaciones argumentativas. Permiten una presencia casi permanente, con una profusa manifestación de emociones y menos riesgos que la exposición de ideas. No hay muchas explicaciones que dar, se manda una foto con un texto corto “y ya estamos en la cancha”.
Violencia simbólica
El día del Paro de Mujeres y la marcha de este año Macri no hizo circular una foto con el cartelito de #NiUnaMenos como el año pasado, se limitó a afirmar en una entrevista que en su gobierno “el tema va en serio”. A tono con lo políticamente correcto su esposa circuló una imagen en Instagram. Ese mismo día obtenía dictamen de mayoría en el Congreso un proyecto de Ley enviado por el Poder Ejecutivo que elimina la Unidad Fiscal Especializada de Violencia contra las Mujeres (UFEM), la única del país dedicada a la investigación de femicidios. Pero como el presidente no se expone, da pocas entrevistas y a periodistas dóciles y se manifiesta fundamentalmente en las redes sociales no ha sido posible encontrar respuestas a esta incongruencia.
La reproducción de estereotipos de dominación masculina sobre mujeres y niñas no es ajena a esta problemática que se estima “mata” a una mujer cada 21 horas. La Convención sobre la eliminación de todas las formas de discriminación contra la mujer, aprobada por el Congreso Nacional en 1985 obliga a los Estados a tomar medidas para “Modificar los patrones socioculturales de conducta de hombres y mujeres, con miras a alcanzar la eliminación de los prejuicios y las prácticas consuetudinarias y de cualquier otra índole que estén basados en la idea de la inferioridad o superioridad de cualquiera de los sexos o en funciones estereotipadas de hombres y mujeres” (Art. 5 inciso a).
El aviso de campaña de Macri que nos recuerda aquella foto podría estar encuadrado en lo que la Ley 26.485 llama tipo de violencia simbólica, en la modalidad de violencia mediática. Sus efectos, —por el protagonista, el dinero invertido para su reproducción y que no intenta revertir nada sino que lo refuerza—, seguramente resultan más poderosos que las posibles campañas de sensibilización que se puedan encarar desde un gobierno. ¿Será posible mensurar el aporte de las publicidades —como esta que ya lleva casi 500 mil reproducciones— al estado de situación?
Si un candidato difunde imágenes que naturalizan la subordinación de las mujeres en relación con los varones no sorprende que un medio extranjero, a la hora de ilustrar una noticia sobre abuso, llegue a una foto de esa campaña. Es cosa de buscar Macri+niña en el buscador de imágenes de Google y luego comparen ese resultado cambiando el apellido por el que quieran.
La comunicación política es un espacio de interacción en el que necesariamente se debe reconocer al otro en tanto sujeto de derecho. Cuando se copian modelos del mercado y la comunicación se estructura como una mera interacción entre emisor y receptor destinada a llamar la atención lo más probable es que de política no tenga nada. Será una puesta en escena que no podrá escapar de la reproducción de las mismas relaciones de poder preexistentes.