En el marco del V Simposio del Centro Mundial de Estudios Humanistas «La Revolución Humana Necesaria», se presentó en la subsede Asunción del Paraguay el libro «Un Método para pensar». Su autor, Daniel León, participa en el Movimiento Humanista desde 1968, orientando grupos de estudio y experimentación. Ha escrito dos libros y numerosos ensayos relacionados con el desarrollo de la conciencia y la posible evolución del ser humano. Es director del Centro de Estudios Humanistas de Rosario e investigador del Parque de Estudio y Reflexión Carcarañá.
Como aporte al debate y dando continuidad a las reflexiones e intercambios iniciados en el Simposio, Pressenza publica el texto íntegro de su exposición.
Buenas tardes para todos. Agradezco la oportunidad que se nos brinda para presentar este libro llamado “Un Método para Pensar” en el V Simposio del Centro Mundial de Estudios Humanistas.
Quisiera hacer un breve relato explicando cómo surgió la idea de este libro. Todo comenzó en 1990, en Caracas, Venezuela. Una amiga chilena que había compartido con nosotros varios años de militancia humanista en aquella hermosa ciudad, retornaba a su país, y me regaló un ejemplar del libro “The ghost in the machine” (“El espíritu en la máquina”) del periodista, escritor y divulgador científico Arthur Koestler.
En aquel libro se hablaba del “holon”, que yo traduje como “todón”, y luego (en este libro) como “individuo”. Se trataba de entidades intermedias que, mirando hacia adentro, se percibían a sí mismas como “un todo” completo en sí mismo, pero que, mirando hacia afuera, se percibían como “una parte” de un todo mayor. Luego se comprendía que estos “individuos” existen en todos los niveles y categorías de la realidad perceptible (aquel libro mostraba numerosos ejemplos de diversas categorías).
Mientras leía todo aquello recordé con asombro cierto “método” que habíamos estudiado 20 años atrás, en Argentina, en los primeros grupos reunidos alrededor de los escritos de Silo. En aquel entonces yo había entendido al Método como un simple método de estudio, a pesar de que se decía que derivaba de Leyes Universales. Ahora, viendo los ejemplos que ponía Koestler sobre estructuras de distintos niveles, mi comprensión creció significativamente, y vi las cosas de un modo nuevo…
Años después, ya en Argentina, cuando abordé con mayor profundidad el estudio del Método Estructural Dinámico, se me hizo aún más evidente la relación que existe entre el Método y una visión estructural y totalizadora respecto de todos los órdenes y categorías del universo.
De este modo, cuando tiempo después hubo que hacer una conferencia introductoria para un curso sobre el Método que se ofrecería a estudiantes universitarios, pensé en mostrar ejemplos de la presencia de estructuras en todos los órdenes perceptibles. Traté de mostrar aquella visión estructural, como resultante directa del ejercicio del Método en cuestión. La primer parte de este libro está constituida por dicha conferencia, con los ejemplos del caso.
Pasemos ahora a otro tema sobre el que quisiera llamar su atención. Ya dije que en principio había Yo comprendido el ejercicio del Método como un método de estudio. Pero en la práctica resultó evidente que muchas personas tenían serias resistencias con la idea de ponerse a estudiar algo… no todos tienen vocación por el estudio, no es cierto? Sin embargo parece que todos los humanos, en algún momento de sus vidas, tienen que pensar. La capacidad de pensar parece ser una importante habilidad de nuestra especie, aunque no siempre se la practique. No obstante, a veces sucede que una persona tiene un problema, y no sabe cómo resolverlo. Es posible que en ese caso, intente pensar sobre su problema. Es posible que busque una respuesta… pero es muy posible también, que no sepa cómo pensar. Es que, en la educación que recibimos cuando niños, nadie nos enseña a pensar. Una función tan importante para la vida del ser humano tiene que desarrollarse en forma intuitiva y por imitación, porque no hay una educación coherente acerca del ejercicio del pensar.
Así quedó en evidencia la otra función importante que podía cumplir el Método: la de ser una guía, o una orientación para el ejercicio del pensar. Se puede aprender a pensar ejercitando el Método, aunque uno no pretenda llevar adelante ningún estudio en particular. El creador original de este Método, ese gran pensador que fue Silo, explicó en varias ocasiones que el Método estaba constituido “siguiendo las reglas del pensar”. De modo que comprender el método es comprender cómo funciona ese proceso que llamamos pensar.
Hablemos entonces sobre el pensar. ¿Qué es pensar? Para empezar, digamos que siempre se piensa sobre algo. Siempre hay un objeto del pensar. No puedo pensar sobre “nada”. Puedo pensar sobre la nada como un concepto, pero entonces la nada se convierte en el objeto de mi pensar.
El pensamiento siempre gira en torno a un objeto. Por ejemplo, puedo pensar sobre lo que tengo que hacer mañana: tengo que llevar a mis hijos a la escuela, y tengo que llevar el auto al taller. Primero tenía un objeto en la conciencia (qué hacer), ahora tengo 4: hijos, escuela, auto y taller. Relaciono todo esto y armo un plan: voy a llevar primero los niños a la escuela, y luego dejaré el auto en el taller. Este plan que ha surgido es un nuevo objeto, es una nueva síntesis mental que se ha constituido en mi conciencia mediante la relación de aquellos 4 objetos que estaban diferenciados en el momento anterior. La cadena de pensamientos podría ahora continuar con nuevas diferenciaciones. Podría, por ejemplo, preguntarme: “¿qué voy a hacer después de dejar el auto en el taller?”. Eso iniciaría un nuevo ciclo de diferenciaciones, complementaciones y síntesis.
Así es el interminable proceso del pensar: una sucesión de diferenciaciones, complementaciones y síntesis entre los objetos mentales que surgen en la conciencia. Pero hay otro punto de importancia: este proceso del pensar está enmarcado, o determinado, por el interés que está presente en la conciencia. Si pienso sobre algo, es porque ese algo me interesa. Los niños en la escuela y el auto en el taller con cosas que claramente me interesan. Pero este “interés” ya no es de naturaleza intelectual, sino que se trata de algo emotivo, algo emocional. Aquí se advierte entonces, cómo ciertos componentes emotivos son esenciales para el buen funcionamiento intelectual. Por ejemplo, todos sabemos qué difícil es estudiar algo cuando ese algo no nos interesa.
Si en algún momento, además de pensar, queremos emplear el Método para estudiar algo, ese “algo” será nuestro objeto de estudio. El Método nos va a permitir obtener una visión estructural y dinámica del objeto de estudio. ¿Qué significa esto?
Supongamos que queremos comprender porqué una persona actuó de determinada manera en cierto momento de su vida. Esa persona podría ser uno mismo, o no… en todo caso, el estudio comenzaría por aclarar muy bien porqué y para qué quiero estudiar eso que pasó, aclarar cuál es mi interés en el tema, y desde qué punto de vista quiero estudiarlo.
Luego trataría de encuadrar estructuralmente a esa persona: cómo es la sociedad en la que vive y en la que se formó, como es su ámbito inmediato de relaciones, cómo es su vida interior (sus pensamientos, sus formas de sentir, sus creencias, etc.).
Finalmente, observaría la vida de esa persona en el tiempo: estudiaría las distintas etapas de su biografía, las relaciones con el medio, su personalidad, sus roles, y el juego de imágenes y sentimientos que pueden haberlo llevado a hacer lo que hizo.
Sólo cuando pueda poner todos estos elementos ante mi vista, podré decir que “veo” estructural y dinámicamente ese momento en la vida de esa persona. Entonces estaré en las mejores condiciones para comprender porqué actuó del modo en que lo hizo.
Cuando se observa el mundo desde esta visión estructural, la conciencia detecta analogías entre objetos muy diversos, que anteriormente aparecían como desconectados, como si no tuvieran nada en común. Como ya dijimos, en la primera parte de este libro mostramos, a modo de ilustración, algunas de estas analogías, entre objetos de la física, de la biología, en el desarrollo de los embriones, en el desarrollo de las especies, y en numerosas funciones humanas, como el pensar, la conducta, el habla, etc.etc.
No solo advertimos esta “unidad de analogía” como decía Aristóteles, sino que advertimos una analogía en la forma dinámica en que se generan las estructuras. Esa misma forma, constituida por los momentos de diferenciación, complementación y síntesis que ya habíamos advertido en la dinámica del pensar, la vemos operando ahora en todos los ámbitos, objetos y niveles de la realidad perceptible. La vemos operar desde lo microscópico a lo macroscópico, desde lo simple a lo complejo, desde lo físico a lo biológico y lo mental. Si hubiera interés por profundizar en este aspecto, puede consultarse un ensayo que hemos denominado “Estudio sobre la Analogía”, que se encuentra en la página web del Centro de Estudios Humanistas de Rosario.
En la segunda parte del libro se describe un Seminario Teórico-Práctico sobre el Método Estructural Dinámico, que es una buena forma de aproximación. Normalmente el seminario se desarrolla en grupos, coordinados por uno o dos Instructores, y puede asumir distintas modalidades en cuanto a los días y las cargas horarias correspondientes.
Cito ahora un párrafo del libro: “el ejercicio reiterado de la visión y el pensamiento estructural dinámico constituye un camino de esclarecimiento del acto del pensar. Esto puede ser útil en los ámbitos de estudio e investigación, pero por encima de ello, resulta esencial para el desarrollo evolutivo del ser humano”.
Terminemos esta charla con un comentario de Silo, referido al pensar metódico y sus consecuencias, que hizo ante un grupo de estudios pocos días antes de dejar este mundo:
“Seamos más claros:
Si he acostumbrado mi mente a desechar el análisis de un fenómeno aislado, desconectado de aquellos otros que lo explican…
Si he comprobado experimentalmente la interconexión entre fenómenos y la necesidad de comprenderlos de acuerdo a su posición en una estructura general…
Si entiendo que un sistema cualquiera se comprende teniendo en cuenta el medio en que se desenvuelve, el sistema mayor que lo alimenta y uno menor que recibe del mismo…
Si he comprobado ciclos de una planta que nace, crece y decae…, y he relacionado esos ciclos con mis propios ciclos, relacionando velocidades y utilidades…
Entonces diré que comienzo a usar mi forma de pensar relacionante. Y entonces me preguntaré porque estoy en el Camino.
Por qué yo estoy en esta fecha y en este ciclo. Entonces relacionaré grupos y acontecimientos con la etapa histórica en que vivo; entonces, los fenómenos que ocurrirán no se me presentarán aislados como al hombre común; sino relacionados.
Esta relación será el hilo de la madeja. La madeja descubrirá el Sentido”.
Nada más, muchas gracias…
Daniel León
Asunción, 28-10-2016