Fidel murió un viernes y para hoy lunes ya se han impuesto la razón. Quizá mucha, y para los que aún estamos consternados, nos sorprende.
De momento no he escuchado ninguna muestra que lacere el duelo. La mayoría de la sociedad lo comparte y quienes no, se han mostrado respetuosos. Dos opositores han dado el pésame a este periodista y han sido sinceros.
En cambio, ha sido imposible encontrase en las palabras del señor Obama. Desatinado, habló solo de Fidel como un hombre que dividió la familia cubana. Trump y su vicepresidente se comportaron como lo habían anunciado en su campaña: agresivos.
La Habana toda se ha cubierto de banderas cubanas, por lo general, con un lazo negro y acompañadas de un retrato del líder o la bandera roja y negra del Movimiento 26 de Julio, organización insurreccional fundada por el mismo en 1953.
A las nueve de la mañana, con 21 salvas de cañón, comenzó a desfilar el público hacia la base del Monumento José Martí donde esperan ver los restos de Fidel Castro.
Han habilitado tres entradas al monumento y las filas son agotadoras. Los desmayos se continúan, pero nadie se retira. Por el contrario, llegan grupos con banderas, carteles, corean consignas. Los estudiantes de la Universidad de La Habana han ocupado toda una avenida de doble circulación.
El dolor ha unido más al pueblo, pero al interior de la militancia hay matices. Los jóvenes piden una convocatoria más revolucionaria y se muestran inconformes con que solo se hayan llamado a los municipios cercanos al lugar donde acontecen los hechos.
Paralelo a un sector coetáneo consumista, estas manifestaciones de más hacia la izquierda, no han cesado desde el sábado, cuando no pocos jóvenes salieron a las calles del barrio habanero del Vedado dando vivas a Fidel, o concurriendo de manera espontánea a la Universidad de La Habana para organizar las muestras de dolor, sin que el Partido Comunista – que entendió comenzar las actividades fúnebres este lunes- o su organización juvenil, les hubiese convocado, lo cual no quiere decir que vayan en contravía de este.
Los de más edad conforman un grupo disciplinado y casi homogéneo que se atañe a las orientaciones del PC. Han sido formados en los momentos duros de la Guerra Fría y creen que una forma distinta de manifestar el duelo puede ser mal interpretado por la dirección partidista o que sirva de maniobra a la contrarrevolución.
Otro aspecto son los extranjeros que están de visita. Se pueden observar dos grupos: los militantes que han venido haciendo solidaridad y los típicos curiosos turistas. Se les nota en la expresión del rostro, en la ropa que usan –los primeros traen camisetas de sus organizaciones- y en que se unen a las manifestaciones o se quedan de expectantes tras las cámaras.
Ya en la fila, a medida que nos acercamos al Monumento José Martí, el silencio crece. En los muros hay millares de flores acumuladas de las primeras horas de las primeras horas de la mañana. En las cintas se lee, Indonesia, España, Ucrania, Sudáfrica, Argentina. El llanto se intenta reprimir, pero muy pocos lo controlan. Agachan la cabeza, se cubren el rostro. Es el peso de la historia.
Sin embargo, la urna con las cenizas, parece no estar. Solo las medallas y órdenes entregadas al máximo líder bajo una foto de este en la Sierra Maestra con un fusil de mira telescópica. A cado lado, dos carteles: en uno se lee que el Partido Comunista es el único heredero legítimo del Comandante en Jefe. En otro, la definición que Fidel Castro diera de Revolución. Tal vez este corresponsal pasó muy rápido, pero sus acompañantes tampoco lo divisaron. Es posible que se encuentre bajo un gran ramo de flores, pero salta la duda.
En los municipios periféricos de la capital se han establecido en colegios y otros puntos, fotos con los mismos carteles, frente a los cuales desfila el pueblo.
A este corresponsal le ha llegado la información que los propietarios de las cafeterías del barrio de Luyanó, se han negado en cobrarles a los organizadores del duelo en una de las escuelas del municipio.
Aun a las 3: 18, hora La Habana, se escuchan -bajo un sol terrible, los gritos, las consignas, las masas que llegan a los alrededores de la plaza. Estas manifestaciones de dolor serán extensas y en la noche cerrada concurrirán más personas aprovechando el frescor del clima. Algo similar ocurrió en 1997 cuando trajeron los restos de Che Guevara y en 2013, tras el fallecimiento de Hugo Chávez y muchos piensan que debían extender los funerales en la capital.