En un acto atroz de violencia, un bahá’í fue asesinado a puñaladas por dos hombres que admitieron que lo atacaron por sus creencias religiosas.
Farhang Amiri, de 63 años, fue asesinado frente a su casa el 26 de septiembre de 2016 en la ciudad de Yazd, Irán, donde él y su familia han residido por largo tiempo.
La noche anterior, dos jóvenes visitaron la residencia del Sr. Amiri bajo la pretensión de querer comprar su camioneta. El Sr. Amiri no estaba en casa. Su hijo, quien abrió la puerta, se sorprendió y les indicó que no estaba al tanto de los planes de su padre de vender el vehículo. Los dos hombres, sin embargo, insistieron. Cuando le preguntó por la fuente de su información, respondieron con evasivas y se fueron.
La noche del asesinato, regresaron los mismos individuos y se encontraron con el mismo Sr. Amiri, a quien atacaron violentamente fuera de su residencia. Al escuchar sus gritos, un miembro de la familia, al que posteriormente se sumaron varias personas, lo encontró gravemente herido con múltiples heridas de arma blanca en el pecho.
Poco después del ataque, los comerciantes locales detuvieron a un hombre que huía de la escena y lo entregaron a la policía. El segundo culpable también fue capturado.
Al ser interrogados por la policía en presencia de testigos, los dos sospechosos admitieron haber asesinado al Sr. Amiri con un cuchillo que habían traído con ellos para este fin. Cuando se les preguntó acerca del motivo, uno de ellos respondió que llevó a cabo el asesinato porque sabía que el Sr. Amiri era un bahá’í.
«Un acto tan atroz es la consecuencia de un largo y sistemático esfuerzo por parte de las autoridades iraníes de fomentar el odio y la intolerancia contra los bahá’ís», dijo Bani Dugal, representante de la Comunidad Internacional Bahá’í ante las Naciones Unidas.
«Tan solo en la ciudad de Yazd, ha habido múltiples actos de persecución en los últimos años, incluyendo docenas de detenciones y encarcelamientos ilícitos, así como montones de allanamientos a residencias y negocios bahá’ís”, dijo la Sra. Dugal.
Este no es el primer episodio de persecución contra la familia del Sr. Amiri. A sus hijos, agentes del gobierno les registraron sus negocios y residencias el año pasado y confiscaron sus ordenadores portátiles, teléfonos y otros artículos.
Además, a principios de agosto de este año, a otro bahá’í en Yazd se le dijo, mientras era interrogado por agentes del gobierno, que tenían conocimiento de personas en la ciudad que habían expresado intenciones de matar a los bahá’ís.
«La Comunidad Internacional Bahá’í está indignada por el asesinato del Sr. Amiri,» dijo la Sra. Dugal. «Está profundamente preocupada por la persecución continua e implacable de los bahá’ís en Irán que sirve como telón de fondo para tales actos de violencia”.
Observó que se ha producido un aumento de la propaganda de odio contra los bahá’ís en los medios oficiales iraníes. En un nuevo informe, la Comunidad Internacional Bahá’í afirma que más de 20.000 de tales artículos han sido difundidos durante los últimos tres años.
La Sra. Dugal comentó que el Sr. Amiri, que trabajaba como conductor y también era agricultor, vivía una vida modesta y honorable.
«Era conocido entre sus vecinos por su bondad, dulzura, sabiduría y humildad», dijo. «No tenía nada en contra de nadie. Su entorno familiar estaba marcado por el amor y la ternura, y estimuló a sus cuatro hijos a ser honestos y dignos de confianza».
La Sra. Dugal afirmó, además, que el gobierno iraní debe garantizar que la causa de la justicia no sea obstaculizada por consideraciones de afiliación religiosa.
«Los iraníes de mentalidad abierta, junto con la comunidad internacional, están ahora ansiosos por ver cómo se desempeñará la justicia y se preguntan cuándo la incitación y la atmósfera reinante que hacen posible tales hechos atroces llegarán a su fin», dijo la Sra. Dugal.