Durante la celebración del Congreso Internacional por la Paz en Berlín, entre los días 30 de septiembre y 3 de octubre, se realizó un taller sobre la Renta Básica Universal (RBU). El mismo fue coordinado por Juana Pérez y Ángel Bravo, de la organización Humanistas por la RBU, de España, y Diana Aman y Ralph Boes de Alemania, de la organización Bürgerinitiative bedingungnsloses Grundeinkommen que acaba de cumplir 10 años.
Ángel Bravo comenzó encuadrando la RBU en el contexto de violencia económica que se vive cotidianamente. La RBU debe ser incondicional, individual y suficiente.
Luego Diana Aman tomó la palabra, indicando que se debe separar el trabajo de los ingresos; hoy día esto está junto. La RBU propone tener un ingreso sólo por el hecho de estar vivo, sin tener que pasar ningún examen ni cumplir ninguna condición.
Además, debe ser lo suficientemente grande para no obligar a las personas a trabajar. Si la renta básica es pequeña, los empresarios pueden querer pagar menos, con el argumento de que las personas ya cobran un dinero.
En el libro «Utopía» de Tomás Moro ya se relacionaba la pobreza con la criminalidad, con independencia de la gravedad de las penas. Se preguntaban en el libro por qué había tanta criminalidad si existía la pena de muerte para el robo. Mucha gente estaba obligada a robar para sobrevivir. Estas ideas siguen siendo vigentes hoy, aunque la situación no sea exactamente la misma. Hay personas en Alemania que cobran subsidios de pobreza pero con eso no tienen suficiente ni siquiera para el transporte.
Otra referencia histórica es Thomas Paine, uno de los padres fundadores de EE.UU. A finales del siglo XVIII, propuso la idea de que toda persona que tuviera en propiedad alguna tierra debía pagar un impuesto en proporción al tamaño de su propiedad, y aquellos que no tenían propiedad, debían recibir un pago en concepto de la tierra que les correspondía pero que sin embargo no poseían. Para Paine la tierra era de todos.
A continuación, Ralph Boes hizo algunas precisiones más sobre la separación entre el trabajo y los ingresos. Si estoy en el metro y hay alguien pidiendo, esa persona está trabajando, aunque obtiene muy poco dinero; los niños que van al colegio también. Y el desarrollo tecnológico hará que cada vez haya menos trabajo. El mundo todavía no está preparado para el desempleo masivo. Entonces hay que romper la relación entre el trabajo y los ingresos. Los problemas son cada vez más grandes, mientras nuestros políticos tienen una mirada muy corta.
Algunos ejemplos de cómo la RBU podría contribuir a la paz
En Grecia hay millones de personas sin trabajo. Durante la crisis dimos dinero para los bancos en Grecia, pero no llegó nada para las personas. Si la gente hubiera tenido dinero no hubiera habido crisis de los bancos, porque la gente habría tenido dinero para pagar sus deudas, y podrían vivir sin miseria. Ahora hay miseria y resentimiento.
La gente de Irak y Siria vienen huyendo a Europa. No vienen porque les guste Alemania, sino porque no pueden vivir en sus países. Por lo tanto, si les decimos que se queden aquí tampoco les solucionamos su problema principal. Si se ayudara a estos países a implementar la RBU, en lugar de tirarles bombas, la gente podría volver a sus países, y además sería más barato. De este modo, si alguien quisiera venir a Alemania, vendría porque quiere, no porque está obligado. En Irak, después de la caída de Hussein, los antiguos militares se quedaron sin ingresos. Entonces muchos de ellos se enrolaron en el ISIS.
Finalmente, concluyó Juana Pérez explicando por qué la RBU sería un paso hacia la paz y la noviolencia.
La RBU se toma desde una mirada humanista, en que se pone como centro al ser humano, en oposición al sistema actual que pone en el centro al dinero.
Una cosa es un empleo, en el cual hay un pago, y otra cosa es el trabajo, que es cualquier cosa que hace una persona, tanto si se le paga como si no. No es el empleo aquello que nos da dignidad, sino que somos dignos por el sólo hecho de ser humanos. No estamos de acuerdo con la maldición bíblica que dice «ganarás el pan con el sudor de tu frente». Esta maldición ha permitido justificar el sistema violento actual. Es la raíz de nuestra cultura, y la encontramos en el origen de las guerras y otras formas de violencia que experimentamos diariamente.
Al hablar de entregar dinero a las personas por «hacer nada», estamos tocando la raíz del sistema en que vivimos, y por eso se percibe tanta resistencia, no sólo entre los estamentos de poder económico, sino también en nuestras propias cabezas.
También hay que revisar el concepto de «riqueza», incluyendo no solo a los tangibles sino también a los intangibles, y que es el resultado del trabajo de miles de generaciones a lo largo de la historia; por tanto, la riqueza corresponde a toda la humanidad.
Según los expertos, hoy hay riqueza para que hasta 12 mil millones de personas pudieran vivir dignamente. Por tanto, no es la ausencia de recursos, sino la injusticia social y desigualdad distributiva la que lo impide.
Los avances tecnológicos van eliminando empleos; algunos expertos dicen que en 2 o 3 décadas más el 50% de los empleos actuales desaparecerían. Esto, que para algunos es una tragedia, para nosotros es una oportunidad de liberarnos e invertir nuestra energía en aquello que nos parece más importante.
Todos estos datos nos indican que hoy estamos en una encrucijada: o bien seguimos en lo conocido, una gran dictadura económica planetaria que puede volver a etapas que creíamos superadas de semiesclavitud o esclavitud; o bien damos un salto histórico como pocas veces la humanidad ha conocido, si es que se pone al ser humano como valor y preocupación centrales.
Tenemos todos los medios materiales para recorrer el segundo camino, lo que nos liberaría de la maldición bíblica que está en la base de este sistema inhumano.
Hoy otro futuro es posible, si es que priorizamos a las personas, con un desarme progresivo y una cultura de paz y noviolencia, para que nos quede energía libre para aquello que consideramos nos hace más libres y felices.
Cada cual deberá elegir en esta encrucijada; todos somos responsables del futuro que nos espera. Para comenzar a andar hacia ese nuevo paradigma más justo y noviolento, comencemos por reclamar la RBU. Los medios económicos y materiales existen; solo hace falta personas movilizadas y políticos valientes.
El taller finalizó con un intercambio entre que los asistentes y los ponentes.