Por Thalía Sanabria Prado.
La hora del recreo para los 70 estudiantes del Colegio Particular Federico Gauss, se tornaría en un pequeño jolgorio temático en el momento en que Jacqueline Verdesoto, miembro de La Comunidad para el Desarrollo Humano, tomara el micrófono. Ahí estaba ella, parada al lado izquierdo del Vicerrector, Jorge Castelo, en el pequeño patio colegial. La propuesta era realizar juegos colaborativos en el marco del Octubre Noviolento, iniciativa colectiva que busca presentar una serie de propuestas y estrategias contra la naturalización de las distintas formas de agresión.
Las cuatro personas encargadas de retar a los estudiantes, la mañana del 3 de octubre, fueron: Roberto Sotomayor, Esteban Chávez, Amparo Bermúdez y Jacqueline Verdesoto. Ellos desarrollarían tres actividades: el baile de la silla, círculos violentos y noviolentos y pregunta-respuesta entre compañeros. ¿Cuál era el propósito? Visibilizar actos violentos entre pares y entender que la noviolencia también se aprende. ¿Cómo lo conseguirían? Sencillo, tendrían que combinar diversión y reflexión.
El primer reto comenzó cuando el equipo de La Comunidad para el Desarrollo Humano, terminó de colocar la última silla en medio del patio. “Nadie va a perder en este juego” decía Jaqueline por el alto parlante. Pues, el desafío estaba en que los 70 estudiantes debían encontrar la forma de estar sentados en 25 sillas. Canción tras canción se iban quitando asientos de los extremos hasta quedar solo uno. El baile de las sillas provoco risas y el daño de dos tronos.
“Educamos no solo desde las aulas sino desde la convivencia, pues, educar no es un hecho individual, significa el cumplimiento de una función social,” comento Castelo, quien ha trabajado 24 años en el Gauss. Para cumplir con ello este docente trae a colación temas como las luchas por la paz, democracia, soberanía y la dignidad durante clases.
Por otro lado, Paúl Páez, docente del establecimiento desde hace 7 años, explico que, “la violencia es un tema que se ha reducido en la institución, por el hecho de las constantes capacitaciones en derechos humanos y actividades conjuntas con organizaciones como La Comunidad para el Desarrollo Humano. Además, resalto que los colegios ya no son elementos sancionadores sino que permiten crear alternativas a través de lo establecido en la Ley de Educación Intercultural, con la aplicación de los códigos de convivencia.
La Comunidad para el Desarrollo Humano lleva trabajando el tema de capacitación a profesores, alumnos y padres de familia con la institución desde hace diez años. Lo que les ha permitido desarrollar la noviolencia como una protesta y estrategia de lucha contra la injusticia.
“Nuestro interés es que logren mirar cuán naturalizada está la violencia al interior de sus familias, de los colegios, de ellos mismos, que ya ni lo perciben y que se relacionan de modo violento en todos los ámbitos de la vida,” explico Verdesoto. Y haciendo memoria a trabajos anteriores recordó lo que un adolescente decía: “Yo no habría entendido si no me pegaba mi papá,” demostrando que, “vemos como positiva a la violencia, pues esa es la forma de educar,” acotó.
Pamela Bermúdez 12 años, Anahí Macias 14 años, Abigail Vivas 16 años, Antonio Yuncar 15 años, fueron unas de las voces estudiantiles que aseguraron que el propósito buscado por La Comunidad para el Desarrollo Humano se cumplió.