Por Alejandro Delgado.
Nuevo paradigma, poniendo al ser humano como valor central
Inclusión escolar, inclusión laboral, inclusión social, etc.
El intento profundo, verdadero y también desbocado de incluir, es lo que siento y observo en los medios, radio y televisión, en los discursos de corporaciones o fundaciones dedicadas al tema, incluso en marchas sociales. Digo desbocado porque algunas veces observo que junto con la intención de incluir, se pierde de vista al que se incluye. Dejamos de ver lo humano en el otro y pasa a ser solo un programa, una campaña o cruzada por la inclusión. Al parecer en este tiempo que nos toca vivir es fácil vaciar de verdadero contenido el concepto de inclusión, entonces pienso que es indispensable examinar ¿qué es para mí la inclusión? ¿Qué busco generar? ¿Qué quiero lograr con esa acción? Y junto con estas preguntas siento que es muy necesario preguntarme: ¿Quiénes son los que voy a incluir? ¿Qué necesitan?
Desde lo vivido y experimentado a partir del2001 hasta hoy, tanto entregando trabajo como siendo empleado, puedo contar que incluir laboralmente no solo se constituye por la generación del puesto de trabajo. Sin duda que dar u ofrecer trabajo es un gran, gran aporte. Sin embargo si buscamos sociedades más humanas, amables y justas, junto con dar trabajo es fundamental también entregar bienestar a la persona que incluimos. El bienestar no solo aparece por tener trabajo, debe ir muy bien acompañado de dignidad, autonomía, buen trato, sueldo justo. Digno se refiere a que no debe ser un puesto de trabajo teñido por la caridad o por la lástima, de igual modo autonomía representa la posibilidad de poder acceder a su trabajo autónomamente sin la caridad, ayuda o dependencia de terceros, por ejemplo cuando la persona que se incluye laboralmente es usuaria de una silla de ruedas. Así el buen trato y sueldo justo aparecen casi siempre cuando se disipa o diluye la caridad o lástima muchas veces escondida detrás de la inclusión.
Después de generar y dar trabajo, también el hecho de ser empleado, gerente y empresario me lleva a compartir algunas observaciones que surgen desde la experiencia propia y de conversaciones:
La dignidad no solo aparece por la inclusión laboral.
No todas las personas quieren trabajar.
El trabajo no solo es ser empleado.
No es la única posibilidad imaginar que un buen trabajo es regular, de lunes a viernes de 9 a 18 horas.
Ser responsable en un trabajo no solo significa llegar a la hora.
Ser un buen trabajador o empleado no es querer, pensar o hacer todo lo que dice el dueño.
El mejor trabajo no siempre es ser jefe.
A veces el mejor trabajo es colaborativo con trato horizontal, donde no está presente el rol de jefe.
Es necesario que el trabajo tenga o vaya desarrollando algún sentido para la persona.
Todos tenemos el derecho a trabajar, empleado o independiente.