Por José Díez Faixat
Resumen
Este artículo desvela, de forma sorprendente, la existencia de un ritmo espiral muy preciso en la emergencia de los saltos evolutivos que jalonan, cuánticamente, la historia universal.
La hipótesis que planteamos es muy sencilla: al igual que, en cualquier instrumento musical, los sucesivos segundos armónicos (1/3 de la unidad vibrante) van generando las novedades sonoras, en el conjunto de la dinámica universal, esos mismos segundos armónicos son los generadores de todas las grandes novedades evolutivas. Resulta realmente sorprendente que una propuesta tan simple, tenga la precisión y rotundidad que encontramos al cotejarla con los datos históricos. Veamos.
Ajustando nuestra “tabla periódica” de ritmos con las fechas de aparición de la materia —Big Bang— y de la vida orgánica, observamos que se van marcando, con gran precisión, todos los momentos de surgimiento de los sucesivos grados taxonómicos de la filogenia humana: ¡Reino: animal, Filum: cordado, Clase: mamífero, Orden: primate, Superfamilia: hominoide, Familia: homínido y Género: homo! Y, a continuación, sucede lo propio con todas las fases de maduración de nuestros primitivos ancestros: ¡h. hábilis, h. erectus, arcaico h. sapiens, h. sapiens y h. sapiens sapiens! Y, una vez más, se vuelve a repetir la precisión de nuestra hipótesis con las sucesivas transformaciones vividas por la humanidad en su historia más reciente: ¡Neolítico, Edad Antigua, Edad Media, Edad Moderna y la emergente Edad Posmoderna! Si, tal como vemos, todas estas etapas se ajustan de forma rotunda con las previsiones de la “tabla periódica” de ritmos que hemos planteado, resulta más que probable que nuestra hipótesis puede darnos también la clave para vislumbrar las sucesivas fases que se desplegarán, en los próximos años, en un proceso progresivamente acelerado que habrá de conducir, finalmente, hacia un instante de creatividad infinita —Omega— dentro de un par de siglos.
Todo esto es, en verdad, inesperado y sorprendente, pero resulta ya prácticamente definitivo cuando comprobamos que la misma hipótesis que se ha comportado con gran precisión al aplicarla al proceso de la evolución global, ¡hace lo propio al cotejarla con el proceso de desarrollo del ser humano individual!: en la misma trama temporal, con idéntica pauta de despliegue y repliegue, y atravesando las mismas etapas, nuestra “tabla periódica” de ritmos va marcando, puntualmente, paso a paso, las sucesivas fases de las que nos hablan los embriólogos, los psicólogos del desarrollo y los maestros espirituales, confirmando, así, la vieja idea del paralelismo filogenético-ontogenético, y apuntando, de forma muy concreta, hacia un sorprendente universo fractal y holográfico.
Resulta imposible, absolutamente imposible, que todo este cúmulo de “casualidades” encadenadas que se ponen de manifiesto en este trabajo —tanto en el ámbito de la evolución global, como en el del desarrollo humano individual— sea producto del mero azar. Las conclusiones que se desprenden de todo esto chocan, frontalmente, con muchas premisas de la ciencia materialista dominante. Nuestra propuesta, que se ajusta más a los datos presentados, apunta hacia la no-dualidad de la energía y la consciencia, tal como plantean muchas tradiciones de sabiduría. Desde aquí, se invita a todos los lectores a participar en esta emergente investigación, vivencial y teórica, en la que se vislumbran deslumbrantes perspectivas.