El gobierno nacional inició esta semana su ronda de presentaciones a gobernadores, legisladores, defensores del pueblo, entre otros representantes de la sociedad civil, del nuevo esquema del tarifazo que llevará a las audiencias públicas del 16 de septiembre próximo.
El nuevo cuadro tarifario del ministro Juan José Aranguren promete un sendero “gradualista” que arrancará con una suba del 203% en promedio de la factura de los usuarios residenciales a partir del primero de octubre, según sus cálculos. Como el fallo de la Corte sólo comprende a ese sector, se mantendrá el tope del 500% de aumento para pymes y comercios, al igual que el de la generación eléctrica, que vio duplicado el precio que paga por el gas en boca de pozo. Los grandes usuarios –que son los que ya abonaban los valores más altos- no tendrán variación con respecto al status quo que dejó el kirchnerismo.
Volviendo al 203% de suba para los hogares que anunció Aranguren, quedan varias dudas que se deberán despejar en las audiencias. Hasta ahora, Nación sólo mostró su escenario ideal en presentaciones Power Point, pero no brindó mayores detalles técnicos. Según el bosquejo del ex presidente de Shell, hasta el año pasado el gas en boca de pozo para el sector residencial cotizaba en promedio 1,29 dólares el millón de BTU, y de ese precio el 81% estaba subsidiado por el Estado. A partir de octubre, pasará a costar un 165% más: 3,42 dólares el MBTU, del cual el consumidor pagará el 50% y el Estado nacional subsidiará el 50% restante.
Luego habrá subas semestrales de los precios en boca de pozo que irán acompañadas de más reducciones de subsidios. Así, el primero de abril de 2017 el gas cotizará 3,48 dólares el MBTU, y el subsidio bajará al 44%. En octubre de 2017 el precio será 4,20 dólares y el Estado se hará cargo del 38%.
El esquema “gradualista” y semestral tiene como horizonte octubre de 2019, cuando el gas en boca de pozo de los residenciales se pagará 6,78 dólares el MBTU y ya no habrá más subsidios para ningún consumidor.
Ahora bien, suponiendo que esta vez los números de Aranguren sean correctos y no haya sorpresas en las boletas que reciban los usuarios, el invierno próximo el tarifazo superará holgadamente el 203% promedio proyectado para el mes próximo, cuando se piensa poner en marcha el nuevo esquema. En los meses fríos de 2017 ya regirá el segundo aumento y habrá menos subsidios. Además, como el precio en boca de pozo está pensado en dólares, una posible devaluación del peso –moneda en la que los argentinos pagan las boletas- también influiría en la suba.
Otro dato clave que aún no ha mostrado el gobierno es el monto total en subsidios que deberá desembolsar este año la Nación. Porque si bien bajará el porcentaje del costo del gas que se subvenciona, el precio del insumo que recibirán las empresas productoras crecerá 165% en dólares. La ecuación final podría complicar aún más el déficit de las cuentas públicas, que se incrementó en estos nueve meses de administración macrista.
A largo plazo, hacia 2019, el horizonte es eliminar totalmente los subsidios que recibe el consumidor por el consumo de gas. Toda una definición ideológica de la economía según la alianza Cambiemos. Para la Patagonia, zona de alto consumo por las bajas temperaturas, se conservará una tarifa diferencial y los aportes estales se mantendrán hasta 2023.
Sin embargo, las empresas petroleras seguirán siendo subvencionadas. Nación mantendría hasta 2019 la vigencia del Plan Gas, que hoy en día paga el mayor precio del mercado a las empresas que logren incrementar sus curvas de producción. Mediante ese programa ideado durante el gobierno de Cristina Fernández, el Estado compensa la diferencia entre el precio de venta del gas que obtiene la productora hasta llegar a 7,50 dólares del millón de BTU para el “gas nuevo” que se inyecte al sistema.
Por otro lado, si el nuevo esquema de Aranguren llega con vida al horizonte de 2019, el usuario residencial pagará los mismos valores que lo que hoy abonan los grandes consumidores. Habrá gas caro para todos.