Supongamos que todo es un proceso de construcción y deconstrucción, donde el tema electoral es solo un tema más.
Supongamos que la legitimidad entre las élites y la gente es cada vez menos legítima y menos necesaria.
Supongamos que en un solitario es de imbéciles hacer trampas y sin trampas sobre la mesa pongámonos las cartas.
Supongamos que después de lo aprendido, aprendimos, que desde la base se ha de levantar la casa.
Supongamos, en una hipótesis razonada, que necesitamos de instrumentos unitarios de poder legal y democráticamente elegidos dentro de la legalidad popular.
Supongamos que empezamos a legislar desde la última ciudad a la primer aldea; en un pacto de consensos, donde los objetivos son lo razonablemente legítimos, de lo nuevo que ha de nacer frente al viejo régimen que ha de fenecer.
Supongamos que son tiempos de hacer realidad nuestra utopía, porque en ello nos va la vida.
Supongamos que mañana es hoy.