Por: Patrick Hubert, portavoz del Movimiento para una Alternativa No-Violenta.
El anuncio del 24 de agosto sobre un acuerdo de paz entre el presidente de Colombia Juan Manuel Santos y el jefe de las FARC Timoleón Jiménez, apodado Timochenko, podría conducir a poner término a casi cinco décadas de guerra civil en ese país de América del Sur.
El Movimiento para una Alternativa No-Violenta (MAN) celebra este proyecto de acuerdo. Efectivamente, es el resultado de un compromiso pacientemente elaborado a lo largo de estos últimos cuatro años por los equipos negociadores de ambas partes. El presidente Santos tuvo el coraje de respaldar este acuerdo aun cuando una parte de la clase política colombiana no lo apoyaba: eran los seguidores del ex presidente Uribe en este tema, partidario de una guerra total contra la guerrilla. Si bien hay ciertos puntos que aún parecen débiles o insatisfactorios, este compromiso es una vez más la evidencia de que las armas no pueden resolver una situación de conflicto. Lamentablemente, las armas han hablado demasiado en Colombia desde 1964: 260 000 muertos, 45 000 desaparecidos y cerca de 7 millones de desplazados. Sin contar las heridas que costará tiempo cerrarlas.
Ahora, mediante un referéndum que tendrá lugar el 2 de octubre próximo el pueblo colombiano podrá validar el acuerdo celebrado en La Habana.
Luego se iniciará probablemente lo más difícil: la aplicación concreta de los puntos de este acuerdo. Cabe suponer que varios de estos puntos plantearán problemáticas urticantes, en particular el que se refiere a la amnistía y el regreso a la vida civil de los guerrilleros, muchos de los cuales fueron niños-soldados que al principio no tenían más de 10 años de edad. Este retorno a la vida civil no podrá pasar por alto la dimensión de justicia esperada por las víctimas de este largo conflicto. ¿Podrá ser útil tomar el ejemplo de lo que pasó en Sudáfrica en su momento? ¡No se improvisa un Mandela! Como afirma Martin Willaume, encargado de la misión para América Latina en el CCFD-Terre Solidaire [Comité católico contra el hambre y para el desarrollo-Tierra Solidaria], “es crucial asegurar muy rápidamente una pedagogía de la paz para que la sociedad colombiana en su conjunto pueda asumir los acuerdos y sus contenidos”.
Tanto el MAN como la red France Colombie Solidarité [Francia Colombia Solidaridad], de la que es miembro por intermedio de uno de sus grupos locales, desean que Francia y la Unión Europea contribuyan a la credibilidad de este acuerdo, pudiendo contribuir a la lucha contra las filiales de blanqueo de dinero de la droga y rechazando la impunidad de las sociedades occidentales cómplices de violaciones de los derechos humanos. También pueden aportar una ayuda logística al gobierno colombiano a la hora del desmantelamiento necesario de los grupos paramilitares, mercenarios de los grandes propietarios o del ejército colombiano.
Fotos: Christophe Herinckx