Notas de una participante en el conflicto por la instalación de una planta de Monsanto en la localidad de Malvinas Argentinas, Córdoba

Por Norma Gómez

La multinacional Monsanto perdió una batalla en un lugar recóndito de la República de la Soja Argentina.
Por dos causas que ellos mismos reconocen: una es el resultado de la propia autodestrucción que lleva en sí mismo su sistema monopólico, su capital centralizado y la destrucción de la diversidad económica y biológica, que les hizo perder miles de hectáreas que ya no se cultivan y el desprestigio social por sus cláusulas oprimentes, entre otros muchos errores históricos irreversibles.

 

Otra causa que aducen para su retiro es «la resistencia de los ambientalistas»… No es poca cosa que le reconozcan a los simples mortales, casi hormigas fumigadas, que sus acciones puedan torcer la impunidad todopoderosa que ostentan.
Quizá no logren comprender que «cuatro hippies sucios con palos» detengan una inversión millonaria. Pero esa, es sólo una imagen simple que demuestra cuánto ignoran el devenir de los hechos vitales; el significado del respeto y veneración de «lo vivo» con sus tiempos y procesos. Ignoran que el mundo humano es mental y sobre todo el poder que da la Unidad de intenciones para lograr un objetivo claro y común por la conservación de la especie. Todo esto se materializó en una acampada que bloqueó la planta más grande del mundo que pretendían instalar en medio de una ciudad. Todo eso se manifestó en las asambleas populares que se armaron, se dividieron y multiplicaron en Malvinas y en varios lugares más. También en el estudio de abogados que lograron un triunfo legal contundente. En los partidos y organizaciones más populares, que ayudaron a la gente a organizarse, a generar difusión, marchas y discursos. En las infinitas y múltiples agrupaciones artísticas, ecologistas, anarquistas, religiosas, de comunicación alternativa, educativas, científicas, obreras, intelectuales, etc.

Ese amor y esa unidad se demostró también en miles de personas autoconvocadas de todo el mundo que pasaron por allí dando y recibiendo aprendizajes a través de talleres, eventos culturales, ceremonias y conferencias. En cada frente de lucha, ya fueran 2 o 3 personas haciendo una intervención artística, o cien o miles haciendo escraches, asambleas o marchas, en cada espacio se desplegó lo Humano con toda su grandeza y sus miserias, con toda la paz y la violencia.

 

El reconocimiento de la acción conjunta se fortaleció y multiplicó en las  reuniones en otros pueblos y ciudades de América Latina y el mundo entero, allí donde hubiera el despojo de empresas extractivistas. El acampe de Malvinas es una referencia de lucha.
Monsanto puede contar y enumerar patentes y dinero, pero jamás podrá conocer ni detener, ni vencer las infinitas posibilidades y combinaciones de la Vida cuando se manifiesta.

 

Ver también https://www.facebook.com/notes/dario-avila/algunas-precisiones-en-torno-a-la-novela-de-monsanto/10154500795842022?__mref=message_bubble