El terremoto del martes por la noche en Amatrice, en el centro de Italia, ha traído consigo malos recuerdos. Las cicatrices de L’Aquila, donde hubo un terremoto similar en 2009, que mató a 308 personas y dejó a 67.000 sin hogar, aún no han cicatrizado. Parte de la población sigue todavía viviendo en ruinas, el centro de L’Aquila parece un pueblo fantasma en la actualidad. De acuerdo con los primeros reportes de la prensa, 120 personas murieron el martes por la noche y varios miles hasta ahora se encuentran sin hogares.
Algunos dicen que, bueno, es lo que es, un terremoto, una fuerza mayor, y no hay nada que uno pueda hacer. Otros dicen que es la madre tierra la que se rebela. En cualquier caso, será muy revelador ver cómo el actual gobierno se encarga de ello esta vez, si solo habrá de nuevo promesas vacías, fondos que se desaparecen en el camino, dejando nada para la gente, los más débiles de la sociedad, que serán los más afectados, abandonados a su suerte. El curso neoliberal de Renzi y su gobierno no da muchas esperanzas. Pero, por desgracia, este es el caso de casi todos los gobiernos hoy en día, y el nuestro (el alemán) tampoco es una excepción.
Pero hay que ver esto como una oportunidad de que, efectivamente, podemos reconstruir casas, curar heridas y dar esperanza, a pesar y en desafío de un sistema inhumano al que no le importa nada acerca de la vida humana desde hace bastante tiempo. Si nos mantenemos unidos, sobre todo en tiempos de caos y sufrimiento, se liberarán energías increíbles. Un maestro sabio dijo una vez: «El ser humano tiene que ser comprimido con el fin de alcanzar su grandeza». Con seguridad, ese momento ha llegado. La humanidad se encuentra bajo presión. Las multinacionales han conquistado la política; el cambio climático ya no se puede negar; la abolición de la democracia; la crisis de refugiados, las guerras y el sufrimiento… Y ahora, el miedo en Italia de que la gente se quedará sola con esta catástrofe, una vez más. También es un problema psicológico: ¿cómo se puede tener esperanza, si la política, que lo determina todo, ha demostrado una y otra vez sin duda alguna que no son dignos de confianza?
Y, sin embargo: es exactamente este fracaso de la política, de los medios de comunicación (que por ahora sólo reportan lo que es conveniente), de un sistema que no tiene en cuenta la vida en cualquiera de sus formas, lo que conduce a una ira muy saludable que crece adentro de nosotros. Una fuerte voluntad para sobrevivir, un volver a juntar las energías que se creían perdidas, y que ahora están siendo liberadas. Amatrice es sólo un ejemplo. Cada día cosas terribles ocurren en todo el mundo. Y también se ven todas las oportunidades que podemos utilizar para volver a organizarnos más allá de este sistema, para volver a unirnos, para ayudar a los demás, para pensar, crear y poner en acción nuevas cosas y nuevas maneras. Soluciones alternativas, nuevas estructuras, formas sostenibles, métodos amigables con el medio ambiente, creación de redes y conectándonos a nosotros mismos. Estos son los bloques de construcción del nuevo mundo. Y el mortero para todo ello se construye en base a la solidaridad, la empatía y la calidez humana.
Lo nuevo sólo puede llegar a existir si se deja morir lo viejo. Este es el ciclo sagrado de la vida. Es el momento de cambiar de dirección, de dejar de mirar hacia arriba en busca de ayuda y, en lugar de ello, empezar a organizarnos. De movilizar nuestros poderes creativos y de utilizarlos. Y ya que provienen de nuestro interior, nadie puede llevárselos. Ellos no dependen de decisiones políticas, comisiones o reuniones de la junta directiva. Son nuestros propios poderes. Ellos vienen directamente de nuestros corazones, si lo permitimos. Podemos ser los creadores y constructores de nuestro mundo. Un nuevo mundo más allá del dinero y la codicia, más allá de las fronteras nacionales o culturales. Los que ya viven en ese mundo, saben de lo que estoy hablando… Este mundo ya existe en muchos de nosotros, y aquel que haya tenido tan solo una vez un atisbo de ese mundo con su corazón, se enamorará de él, se dedicará a ello y ayudará a construirlo. Y cada vez vamos siendo más y más. En todas partes del mundo. Cada día.
«Tenemos dos opciones. Podemos ser pesimistas, damos por vencidos y ayudar a asegurar que lo peor va a suceder. O podemos ser optimistas, aprovechar las oportunidades que sin duda existen y tal vez ayudar a hacer del mundo un lugar mejor». Noam Chomsky