Cada día, el Perú tiene 600 nuevos adultos mayores, este sector poblacional asciende a más de tres millones de personas según el Instituto Nacional de Estadística e Informática (INEI), el 24% se encuentra en condición de pobreza, y más de medio millón vive en situación de pobreza extrema. Si bien hay un programa gubernamental focalizado a este sector, Pensión 65, la cobertura solo se concentra en personas de pobreza extrema de zonas rurales. Hay un problema profundo en el tema de seguridad social en el país y una necesidad impostergable de encarar esta situación.
Por Magali Zevallos
A 25 minutos de Huancayo está la provincia de Chupaca, en la Plaza de Armas se concentran más de una decena de adultos mayores, que participan cada fin de semana de las actividades recreativas que promueve el municipio local, la mayoría de ellos vienen demandando ser incluidos en el Programa Pensión 65, que otorga un monto mensual de 125 soles: cuatro soles al día. “Acá se reúnen los abuelitos que se encuentran en situación de pobreza extrema. Por ejemplo, hay dos señoras que trabajan para poder sobrevivir, crían sus animalitos para poder vender en la feria o en el mercado de Chupaca, para tener dinero que les permita comprar sus alimentos, ellas viven en situación de pobreza extrema, solitas, abandonadas”, señala Raúl Rivadeneyra, Presidente de la Asociación Regional de Organizaciones de personas adultas mayores de Junín.
Lucila Vargas, de 85 años y Celia Contreras de 73, tienen todas las características como para formar parte de los más de 400 mil usuarios que tiene Pensión 65, sin embargo, nunca han recibido respuesta a sus solicitudes. Lucila cría cuyes para poder vivir, le pagan entre 15 a 20 soles por cada roedor, de acuerdo al tamaño, vende unos tres o cuatro al mes. “No tengo seguro, hay veces que me ayudan mis nietos, me dan propina de cinco a 10 soles, a veces me invitan a almorzar”.
Celia encontró un modo de supervivencia, se levanta a las cuatro de la mañana para salir a buscar hierbas –para alimentar a los animales- en las chacras aledañas a su casa; todos los días camina de tres a cuatro horas vendiendo las hierbas que recolecta desde muy temprano, al día gana entre tres a cinco soles. “Yo no tengo a nadie que vea por mí, yo vendo hierbas caminando por las calles. A veces me regalan 50 centavos y a veces un sol. Solo los sábados descanso, ese día voy a pedir al Señor, a orar y a cantar”, relata.
Las condiciones de vida de las dos mujeres son precarias, además, ninguna cuenta con un seguro de salud. Ambas han trabajado de manera informal, nunca aportaron a un seguro social, son mujeres del campo, que trabajaron lavando ropa y criando animales de corral, ellas forman parte del 99% de los adultos mayores en situación de pobreza extrema que no tienen acceso a ningún tipo de pensión, es decir, se encuentran en total estado de vulnerabilidad.
Perú tiene un problema profundo en el tema de seguridad social. Alrededor del 74% de sus adultos mayores no recibe ningún tipo de pensión, este porcentaje se agudiza en poblaciones de pobreza extrema. En áreas rurales un 90% continúa trabajando de forma activa, mientras que en el área urbana un 50%, debido principalmente a la falta de protección social, así lo afirma el documento de la Universidad Católica: Las características del adulto mayor peruano y las políticas de protección, de Javier Olivera y Jhonatan Clausen.
“Pese a que ha habido esfuerzos gubernamentales: Pensión 65 y el Seguro Integral de Salud, no se ha logrado revertir la situación de las personas mayores”, señala el economista Pedro Francke.
Raúl Rivadeneyra, es un incansable dirigente que reúne y convoca a diversas organizaciones de adultos mayores de la región Junín. “Los adultos mayores estamos organizados en asociaciones acá en Junín, ya tenemos más de 10 años, y hemos avanzado en lograr muchos derechos que en están plasmados en las normas. Nosotros reclamamos por el 70% de adultos que están abandonados por parte del Estado, no tienen pensión ni jubilación, ni atención de seguro para la salud, nada, están abandonados, solo el 30% están jubilados”, exclama Rivadeneyra.
“No tengo seguro, a veces me ayudan mis nietos, me dan propina o me invitan a almorzar”
La Comisión Económica para América Latina y el Caribe (Cepal) afirma que para el 2025 estaríamos llegando a casi cuatro millones de adultos mayores. “Esa tasa creciente genera también una demanda en servicios y programas para garantizar adecuadas condiciones de vida, entonces la pregunta es sí realmente estamos preparados o no para dar respuesta a este incremento en la demanda de programas y servicios para personas adultas mayores”, se pregunta Liz Vela de la Adjuntía para la Administración Estatal de la Defensoría del Pueblo.
Otro indicador que hay que tener en consideración es que la mitad de las personas con discapacidad en el Perú son personas adultas mayores, de acuerdo a estadísticas arrojadas por la primera Encuesta Nacional de Personas con Discapacidad que hizo el INEI en el 2012. “Esto puede generar mayores riesgos, además la pobreza y la dependencia los pone en situación de vulnerabilidad”, dice Vela.
Violencia y abandono
“¿Por qué están en pobreza extrema las personas de tercera edad? Porque los hijos son profesionales y los tienen abandonados, no se acuerdan de sus padres. Nosotros hemos tenido que llevar a varias personas de emergencia al hospital. Salvamos a una señora de 95 años, ella cuidaba el terreno de su hija, quien le llevaba comida cada vez que se acordaba, la cama era peor que de un perro, la hija pudiente. La señora estaba perdiendo el conocimiento, tuvimos que llamar al Serenazgo y llevarla al Hospital Carrión, hasta hora vive la señora, desde que le hemos reclamado a la hija la está cuidando”, relata Yolanda Guillén, presidenta del adulto mayor de Micaela Bastidas, distrito del Tambo de Huancayo.
Guillén da seguimiento permanente a los adultos mayores que llegan desde diversos distritos de Huancayo a vender cada domingo sus productos en la Feria Grau, son en total 15 ancianos de extrema pobreza que venden verduras, ropa usada, recolectan botellas de plástico, entre otros.
Aunque la Constitución reconoce una especial protección del Estado a la persona adulta mayor en situación de abandono, así como la Ley de las Personas Adultas Mayores reconoce a este grupo poblacional el derecho a gozar de una vida digna y saludable, entre el año 2010 y junio de 2014, 8,546 personas de 60 a más años han sido afectadas por violencia familiar, de las cuales el 72% lo han sido por violencia psicológica. De este grupo, el 5% se encontraba en abandono. El otro 26% sufrió violencia física, mientras que el 2% restante, violencia sexual, según cifras registradas por el Programa Nacional contra la Violencia Familiar y Sexual, del Ministerio de la Mujer y Poblaciones Vulnerables.
“No tengo a nadie que vea por mí, yo vendo hierbas caminando por las calles”
“La Defensoría está recomendando que se pueda crear un procedimiento específico para la atención de personas que se encuentran en situación de abandono y que exista una instancia administrativa encargada de su seguimiento, porque a partir de los casos que hemos atendido a través de las oficinas defensoriales a nivel nacional se ha evidenciado una serie de problemas, como la ausencia de claridad en las normas para la atención de este tipo de casos”, remarca Liz Vela.
Precariedad laboral
De acuerdo al INEI, actualmente en el Perú existen aproximadamente tres millones de personas que tienen más de 60 años de edad, lo que representa el 9,7% de la población total. El 54,7% integra la población económicamente activa. De ese total, 387.300 son mujeres. Las estadísticas señalan que son los peores pagados a nivel laboral, el sueldo promedio en zonas urbanas es de S/804 soles, sierra urbana (S/492 soles) y selva urbana (S/575).
Un tema que puede tener impactos muy grandes en términos económicos y sociales es el de la salud, alerta Francke. “Es un problema serio que requiere mayores costos. Hay que pensar en un esquema de mejorar el aseguramiento de salud para las personas adultos mayores, que no dependa exclusivamente de la contribución, no puede ser que solo si tienes un trabajo formal es que puedes tener el derecho porque el derecho a la pensión de salud tiene que ser una cosa universal, genérica, que no dependa fundamentalmente de tener un trabajo formal”, sostiene Francke.
“La obligación del Estado es recoger el reclamo de los adultos mayores: que Pensión 65 -focalizado para la extrema pobreza que es un grupo reducido- sea de una vez elevado al rango de ley para que eso sea universal, vitalicio, alcance para la mayoría de los adultos mayores que se encuentran en situación de pobreza”, señala Rivadeneyra.
“Pese a Pensión 65 y al Seguro Integral de Salud, no se ha logrado revertir la situación de las personas mayores”
Un estudio de la Pontificia Universidad Católica del Perú (PUCP), elaborado por Luis García, advierte que en materia de pensiones existe una importante brecha no cubierta, que ni el Sistema Nacional de Pensiones (SNP) ni las Administradoras de Fondos de Pensiones (AFP) han logrado llenar. Aunque se espera que en los próximos años las AFP representen un mayor porcentaje en el grupo de pensionistas, su grado de penetración aún es bajo. Por su parte el régimen no contributivo llamado Pensión 65 no resuelve el problema de baja cobertura en pensiones al estar orientado únicamente a la población en pobreza extrema, y por entregar ayudas económicas bajas en comparación con las pensiones de los sistemas existentes. En el corto plazo se necesita ampliar el régimen no contributivo (subsidiado) para que se pueda atender a la gran mayoría de adultos mayores que están desprotegidos.
Para Francke es urgente una revisión general del tema de pensiones en el Perú, “se supone que con las AFP se iba a resolver el tema de la falta de cobertura, pero no lo ha hecho, todavía la mayor parte de los peruanos no acceden al sistema de seguridad social. Y el tema de pensión 65 todavía tiene una cobertura bastante baja, por lo que hace falta una reformulación global del sistema de pensiones que incluya la idea de crear un sistema universal, que llegue a todos los peruanos como lo hay en Brasil, Costa Rica, Bolivia, Uruguay”, finaliza.