Un cálculo de internet que traza una línea recta entre Buenos Aires (Argentina) y Gaza (Palestina) indica que la distancia que las separa –y las une– es de 12.161 kilómetros. Esa medida no alcanza para tantas cosas que podrían decirse e informarse desde y entre ambos puntos.
La historia siempre se ha contado en otra clave: la eurocéntrica. Poco se sabe de los vínculos entre Palestina y América Latina, claro está que más allá de que ambas regiones puedan entenderse con la mirada en tanto ‘periferia’ las han denominado, hay otras tantas condiciones y sus efectos (un enorme océano y la inmensa África en el medio, más la pequeña Europa interfiriendo) que hacen posible ese entendimiento. Muchas veces el silencio es escandaloso y es justamente esa aparente mudez entre ambas latitudes lo que hace tanto ruido.
La puentes construidos entre la Cuba y la Nicaragua revolucionarias con Palestina en el marco reaccionario contra el colonialismo en ambas latitudes, estrechó lazos y encuentros solidarios de los que siempre habrá un legado en la historia de ambos. Desde entonces América Latina ha asumido un rol comprometido con la internacionalización de la causa palestina.
Son vínculos que se subrayaron en el año 2014 en consecuencia de la denominada operación ‘Margen Protector’, que fue una avanzada por parte de Israel sobre Palestina respecto de la cual se exponen tres datos: 1. alrededor de 1270 palestinas y palestinos muertos; 2. en consecuencia, sólo cinco países llamaron a consulta a su embajadores, los cinco latinoamericanos; 3. esos llamamientos fueron puntapié para el reconocimiento del Estado de Palestina ante la ONU y la Corte Penal Internacional.
En todo lo anterior las esferas académicas dominadoras y el periodismo internacional brillaron por su ausencia. Está claro que la pretensión exterminadora sobre Palestina ha sido y es una orquestada operatoria intelectual y cultural.
A Chile han llegado palestinos desde finales del siglo XIX y desde entonces han hilvanado la continuidad de la historia Palestina en el sur de América Latina. Llegaron y se asentaron históricamente por diferentes motivos, entre esos el desplazamiento forzado de sus tierras tras la ocupación israelí. Sin ir más lejos en 2008 llegaron a tierra chilena 117 refugiados palestinos provenientes del campamento de Al-Tanf. Ahí, a los pies de la emblemática Cordillera de los Andes hay un club de futbol del cual pueden ser hinchas, el Club Deportivo Palestino fundado en 1920, que se distingue con los colores de la bandera del Estado de Palestina y juega en la primera división de la liga de futbol chilena.
En las últimas elecciones presidenciales en Brasil hubo un conteo de votos desde Palestina. Sí, son más de 3 mil brasileros los que viven en Cisjordania y que se identifican como latinoamericanos de los cuales varios dominan el portugués, hijas e hijos de ciudadanos palestinos que en algún momento vivieron en Brasil en el contexto de desplazamiento y refugio.
Pero ¿por qué es tan importante la centralidad de la causa palestina en la vida diaria de América Latina en sus contextos académicos, intelectuales y periodísticos? La respuesta se remite a los cambios y virajes en las políticas de América Latina, el grosero advenimiento de ése espíritu de derecha latinoamericano. Se acaba de terminar la más reciente edición de los juegos olímpicos en un país en el que efectuaron un golpe de estado a su electa presidenta y el silencio y la impunidad ante tal hecho ganaron todas las medallas de oro.
Justamente Brasil con Dilma Rousseff como legítima presidenta, emitió su voto positivo ante la UNESCO en tanto la protección de lugares arqueológicos con implicancia en Palestina. Dos semanas después del golpe por parte de Michel Temer Brasil pidió revisar el documento para revertir el voto. Y es que ante los virajes políticos latinoamericanos se empiezan a hacer evidentes las presiones es forma de saludos, como el que emitió Benjamin Netanyahu a Mauricio Macri (presidente argentino, único ciudadano del país desconocedor del número de desaparecidos en la última dictadura militar) cuando asumió su investidura.
Es necesario seguir haciendo eco de los vínculos entre ambas latitudes. Ahora cuando la causa Palestina cada vez es más urgente, el pueblo latinoamericano recibe a sus refugiados mientras que los dirigentes compran el discurso del antiterrorismo, en el cual las soluciones de las empresas israelíes se presentan como expertas.
Entre más atacan al territorio Palestino, el pueblo Palestino más se fortalece. América Latina es fiel marca de ello, acá sabemos de exterminios, de desapariciones, sabemos de injusticias y de justicias corruptas, de atentados, estigmatizaciones y prejuicios, acá sabemos lo que implica ser blanco de las decisiones que en algún escritorio toman los países dominadores modificándole el resto de la vida a generaciones de pueblos. Acá sabemos de silencios y ocultamientos de la historia, de la manipulación de los medios de comunicación que a su vez son manipulados por el más astuto postor, medios que tergiversan, niegan, ocultan y monopolizan los hechos.
Y como sabemos de todo eso es que en cada reclamo popular siempre habrá una bandera de Palestina. Hay un vínculo de larga data y es el que permite que no sea necesario haber pisado Palestina para que una gran mayoría de latinoamericanos y latinoamericanas se apropien de la urgencia.
Así como en los años 60 los movimientos de resistencia en Palestina se autodenominaban con nombres del Che Guevara y Fidel Castro, es que hoy en día no hay capital de América Latina que no respire en sus paredes la solidaridad con Palestina.