Por Camilo Katari *

Las “champa guerras” comenzaron en tiempos coloniales, las causas tienen que ver con las ambiciones personales tanto de colonizadores como de colonizados. Ya han pasado más de 500 años y esta tragedia colonial se mantiene como práctica del “divide y vencerás”.

Para nadie es desconocido que las cooperativas mineras tienen un doble carácter, las que fueron formadas por mineros y esposas de mineros como respuesta a la falta de trabajo y única posibilidad de sobrevivencia; y por otra, están las que se crearon sobre la base de inversiones privadas y dedicadas exclusivamente a la acumulación capitalista.

Ya tuvimos experiencias anteriores de enfrentamientos entre mineros de COMIBOL y cooperativistas por la posesión de yacimientos mineros, los actuales enfrentamientos tienen, decíamos, ese viejo origen colonial de la búsqueda del oro sin importar los medios.

El histórico movimiento minero se construyó sobre la base de un cambio del Estado y Sociedad, nadie puede ignorar la Tesis de Pulacayo como la síntesis de la ideología  del minero boliviano que logró expandir al resto del proletariado y capas medias de la sociedad boliviana en los años 50 – 70, independientemente de los matices, el pensamiento político de la FSTMB orientaba la lucha revolucionaria del conjunto de los actores políticos.

El derrumbe del movimiento minero, ocasionado por el Ajuste estructural neoliberal impuesto desde el año 1985, creó “un vacío ideológico” en el proletariado boliviano, que se  vio obligado a volver al viejo trade-unionismo sindical, despojándose de su característica que era la generadora de pensamiento y acción política.

Las cooperativas mineras no tienen  nada que ver con el histórico movimiento sindical minero de la FSTMB, su forma constitutiva tiene que ver con un objetivo: generar recursos para sobrevivir en un caso y lograr acumular grandes capitales en el otro.

En ambos casos y sobre la base de las cooperativas de sobrevivencia, las cooperativas se constituyen en movimiento social y como tal se adscriben al proyecto del proceso de cambio. En la medida que el proyecto de cambio se va implementando y se define la base ideológica del proceso, la descolonización existe un reacomodo de los actores, por eso las defecciones, las traiciones y las divisiones, que son alentadas por el sector oligárquico colonial, que no admite que ya no es dueño del país pero intenta, con apoyo internacional, en la restauración del viejo régimen colonial.

El telón de fondo de los enfrentamientos es esa disputa del poder, los cooperativistas pidiendo facilidades para introducir por un contrabando sutil el neoliberalismo en la economía y política minera del país, ese es el quid de la cuestión, es la disputa entre dos proyectos de economía y de forma de Estado, por eso han llegado hasta donde han llegado y donde los mal llamado “cooperativistas de base”, que son en realidad obreros de empresarios capitalistas, son sacrificados sin el menor temor o arrepentimiento.

Las muertes de estos obreros no son por las ideas políticas como lo fueron las muertes de miles de mineros en las masacres de Sora Sora, Catavi, Siglo XX de la “Noche de San Juan” y Caracoles; los de hoy han muerto buscando un mayor beneficio para los empresarios dueños de las cooperativas.

La “Champa guerra” es la constante a la que recurren los enemigos de la construcción de un Estado basado en objetivos del bien común, de la re-construcción del ayllu como fundamento del tejido social.

Estamos en una pugna de poder, eso es indudable, por un lado los que buscan implementar el llamado capitalismo salvaje y por otro, los que recuperando la organización de las culturas andinas, pensamos en otra economía en otra sociedad y cuya característica es la redistribución de la riqueza no la acumulación en pocas manos.

 

* Camilo Katari, es escritor e historiador potosino