Tom Lehrer, comediante y humorista, lo dijo todo: «La sátira murió cuando Kissinger ganó el Premio Nobel de la Paz». La decisión de conceder el Premio Nobel de la Paz a Henry Kissinger en 1973 (el premio más polémico hasta la fecha) fue motivo de un gran debate.
Ya se conocía su participación como Secretario de Estado en la Operación Cóndor en América Latina, que entre otras cosas orquestó «El Otro 9/11», el golpe militar de Pinochet en Chile que mató al presidente electo Salvador Allende y fue seguido por un reino de terror, así como las campañas de bombardeo estadounidense en Camboya.
Recientemente, documentos desclasificados muestran que también alentó a las matanzas perpetradas por los militares en Argentina durante la dictadura de 1976-83.
De acuerdo con un informe de The Guardian, él «felicitó a los líderes militares del país por ‘aniquilar’ al terrorismo, de acuerdo con un gran número de archivos recientemente desclasificados del Departamento de Estado. Los documentos, que fueron publicadas el lunes por la noche, muestran cómo la estrecha relación de Kissinger con los gobernantes militares de Argentina obstaculizó los intentos de Jimmy Carter de influir en el régimen durante su presidencia de 1977-1981. Los funcionarios de Carter se enfurecieron cuando Kissinger asistió a la Copa Mundial 1978, en Argentina, como invitado personal del dictador Jorge Videla, el general que supervisó la desaparición forzada de hasta 30.000 opositores al régimen militar… Kissinger incluso mantuvo una reunión privada con Videla sin la presencia del embajador de Estados Unidos en Buenos Aires, Raúl Castro, en la que se discutieron los derechos humanos y la política exterior de Carter. ‘Videla arregló de antemano que Kissinger y el intérprete se reunieran con él en privado media hora antes de la llegada del embajador’, según se muestra en un cable.»
De acuerdo con Common Dreams, «Durante una reunión privada con el conservador grupo diplomático Consejo Argentino de Relaciones Internacionales (CARI), Kissinger dijo que «en su opinión, el Gobierno de la Argentina ha hecho un excelente trabajo en la erradicación de las fuerzas terroristas.” El embajador estadounidense en Buenos Aires, Raúl Castro, advirtió que el elogio de Kissinger a la dictadura militar » en alguna considerable medida puede haberse subido a las cabezas de sus anfitriones.»
«Existe el peligro de que los argentinos utilicen las halagüeñas declaraciones de Kissinger como justificación para endurecer su postura frente a los derechos humanos», dijo Castro. «En otras partes de los documentos – publicados por orden del presidente Barack Obama como un gesto de buena voluntad hacia Argentina – puede verse a diplomáticos y funcionarios estadounidenses preguntándose si su política exterior se había salido de control. El director del Consejo de Seguridad Nacional para Latinoamérica, Robert Pastor, escribió en un despacho dirigido a Zbigniew Brzezinski, asesor de seguridad nacional del entonces presidente Jimmy Carter: «¿Hemos ido demasiado lejos? ¿Hemos llevado nuestra política más allá de su eficacia? ¿Estamos empujando a los argentinos hacia el borde del abismo y puesto en peligro nuestra relación futura? ¿El terror justifica la represión?» «Yo mismo creo que podemos haber… empujado demasiado lejos «, escribió pastor».
Entre los horrores de las actuales campañas electorales estadounidenses, tal vez el hecho de que tanto Trump y Clinton se hayan acercado a Kissinger «el estadista», no da ninguna garantía de que la política exterior de Estados Unidos vaya a cambiar para mejor.