Todavía no se sabe mucho del encuentro que mantuvieron ayer en San Pertersburgo Vladimir Putin y Recep Tayyip Erdogan. Sin embargo desde que se anunció la cumbre, no han parado de llover análisis, contra análisis y especulaciones de todo tipo.
Lo puntual es que Erdogan buscó suavizar la tensión que mantenían con Rusia desde que un caza turco derribara un avión ruso en noviembre de 2015. Allí se vivió el punto culminante de crisis entre los dos países. Pero las últimas semanas Erdogan valoró mucho el acercamiento de Putin tras el intento de golpe que sufrió Turquía. Se referió al apoyo psicológico que recibió de parte del primer mandatario ruso. Y esto ocurre mientras Europa se debate sobre si seguir apoyando la entrada de los otomanos en la Unión Europea, si mantiener en pie los acuerdos con Erdogan, que son muchos y complejos. Para presionar a los europeos Erdogan se reúne con Putin y se muestra ambicioso y dispuesto a ofrecer sus servicios al mejor postor.
«Este encuentro tiene una gran importancia para el futuro de las relaciones ruso-turcas; hemos mantenido una conversación detallada, y, quiero destacar, constructiva, que ha incluido la totalidad de los lazos bilaterales, así como la agenda internacional», afirmó Putin en la conferencia de prensa tras el encuentro.
Cabe recordar que previo al golpe, Erdogan reclamaba que la UE no había pagado los 3 mil millones de euros pactados con Turquía, para hacerse cargo de la construcción, mantenimiento y vigilancia de los campos de concentración de refugiados y migrantes. Así que las presiones insistentes también encontraban resistencias, como la de Grecia que amenazó con romper relaciones con Turquía si no cumplía los acuerdos. Alemania muestra apoyo a Erdogan, pero dicen que esa idea de restaurar la pena de muerte «no está buena», con la ambigüedad que caracteriza a las declaraciones de Angela Merkel. De todos modos, pese a la presión turca, varios países insisten en exigir visado a los turcos que llegan a sus fronteras… Una escalada de tensión sin precedentes en los últimos años.
Varios funcionarios norteamericanos se han mostrado escépticos sobre la cumbre Putin-Erdogan y aseguran que es una bravuconada del presidente turco, pero que seguirá siendo el principal aliado musulmán en Oriente Medio y miembro privilegiado y brazo ejecutor de las políticas imperialistas de la OTAN.
Augusto Zamora, profesor de relaciones internacionales, escribió una nota en el diario Público de España, en la que califica de éxito rotundo al golpe de estado en Turquía. Claro, él dice que se trató de un autogolpe o un contragolpe y que tenía la finalidad de efectuar una brutal limpieza, tanto en el ejército, como en la justicia y en el Estado. En un plan mayor de Erdogan de islamización de la República.
Turquía, tras el batacazo económico que sufren Arabia Saudita y el resto de países petroleros con el desplome del precio del barril, se convierte en la punta de lanza para discutir la hegemonía islámica.Un Islam que se encuentra fragmentado desde hace décadas por el enfrentamiento entre las facciones sunitas y chiítas. Sauditas y turcos, como casi todas las repúblicas islamistas siguen las creencias sunitas y son aliados de los Estados Unidos, Israel y la OTAN. Del otro lado se encuentran los iraníes, fundamentalmente chiítas y que cuentan con el apoyo de China y de Rusia. Esta suerte de guerra fría 2.0 se convierte en un fuerte factor de desestabilización de una región históricamente inestable e inflamable.
Es importante comprender que no se trata de una disputa de creencias religiosas, sino de una disputa de poderes, del acceso a los recursos naturales y de dominación de posiciones geoestratégicas. El peligro nuclear sobrevuela, no solamente por el uso de estas armas, sino porque Rusia ha acordado la construcción de una central nuclear en Turquía, país en guerra interna con el pueblo kurdo y donde crece de manera inquietante la figura de Erdogan y la exacerbación de nacionalismos extremos.
¿Puede este acercamiento entre Rusia y Turquía bajar el nivel de violencia en Siria? Recordemos que hay casi 400 poblaciones sirias que ya se han sumado en el terreno al alto el fuego y el fin del conflicto en un plan de reconciliación nacional promovido por el gobierno. Turquía es el aliado fundamental de la OTAN para sostener la guerra en Siria, si la influencia de Putin funcionara, el plan de pacificación que llevan adelante con Bashar-Al-Asad podría tener mayor profundidad.
¿Está en juego la continuidad del mercadeo de seres humanos que había puesto en pie la Unión Europea con el pacto firmado con Turquía sobre los refugiaos? En tiempos de radicalismos agresivos, la extremaderecha ganando terreno en toda Europa, en tiempos de aumento de los terrorismos, tanto de extremistas, como de los gobiernos “democráticos”, resulta difícil aceptar el nivel de cinismo y xenofobia que destilan los gobernantes europeos.
Creo que vale la pena dedicarle un poco de tiempo a tratar de entender estas cuestiones, porque si bien parecen muy lejanas,estos gobiernos títeres de Europa siguen las órdenes de las empresas que hacen negocio con las guerras. Y estas mismas empresas que imponen guerras en otras latitudes, están establecidas en nuestros territorios y cuando les convenga más llevar adelante una guerra, lo van a hacer. Ya sea contra el narcotráfico, el terrorismo internacional o se termine derivando hacia la protesta social.
Debemos persistir en las luchas para que estas transnacionales se retiren de nuestros países, son los caballos de Troya de los planes del libre comercio, de la flexibilización laboral, del hambre y el desempleo. No podemos seguir mirándolas ingenuamente como creadoras de empleo o productoras de bienes necesarios. Sin un poder popular fuerte que las mantenga a raya, hacen y deshacen lo que sea necesario para maximizar sus beneficios. Los Tratados del Pacífico son un ejemplo de estas prácticas que terminan consolidando el poder de las corporaciones por encima del de los gobiernos, sean estos populares o no.
Y, por supuesto, debemos seguir alertando sobre los extremismos y radicalizaciones. El futuro será de integración en la diversidad, no en la excerbación de las diferencias. En esa dirección debemos encarar todas las apuestas sociales, políticas, culturales y económicas. La multiplicidad de orígenes debe ser nuestra fortaleza para continuar el proceso de integración de los pueblos. Sin integración, seguiremos siendo rehenes de los varones de la guerra.