La defensa de la Ley de Semillas venezolana es, en sí, la defensa de las semillas que garantizaran la diversificación de la producción, el alimento de nuestras familias y en definitiva nuestra soberanía. Garantizando la producción de semillas en nuestro país, avanzamos en transformar nuestra economía de forma sostenible, produciendo con la calidad que queremos para nuestros alimentos, generando sistemas entre nosotros mismos que garantizan la llegada de insumos y la salida de nuestros alimentos.
Bajo el amparo de esta Ley se pueden producir semillas libres y campesinas, protegerlas y multiplicarlas desde la organización popular, pilar de nuestra lucha. Pero, al mismo tiempo esta Ley permite y promueve investigar y certificar semillas en laboratorios. De esta manera las dos formas de producir semillas ahora pueden convivir en justicia, bajo un manejo o sistemas diferenciados. En este sentido, el sector semillero crece en diversidad y crece en calidad.
Entendemos que producir es poner en práctica lo que hemos aprendido por miles de años, seleccionar las mejores semillas según nuestra experiencia acumulada, es sembrarlas con la calidad que necesitamos que tengan nuestros alimentos, también es innovar tecnologías y vender, comprar e intercambiar de forma justa.
La defensa por nuestras semillas locales, campesinas, indígenas y afrodescendientes, pasa por la defensa de la organización popular y las relaciones sociales que se vinculan a ella desde la producción hasta el consumo de alimentos, la Ley de Semillas constituye la herramienta para tal fin y su defensa en el contexto de guerra actual es fundamental, en el marco de la ofensiva de la derecha nacional e internacional imperialista que atenta contra los logros del chavismo y el proceso de la Revolución Bolivariana, cuyo ataque se enfoca principalmente en el bloqueo de alimentos para nuestras familias.
Es así como nuestra lucha abarca la defensa de los logros populares de nuestra Revolución Bolivariana, porque hoy es amenazada la Ley de Semillas, pero sabemos que vienen por la Ley de Tierras, la Ley de Trabajadores y Trabajadoras, la Ley Especial de Protección al Deudor de Vivienda, las Leyes del Poder Popular y otras leyes y conquistas del pueblo. Nos pronunciamos también contra la intentona privatizadora de los recursos del pueblo y de las empresas recuperadas, que si bien nos han alimentado la cultura rentista, contradictoriamente, han sido la base económica que nos ha permitido avanzar por una sociedad más justa y soberana.
Saludamos a los pueblos del mundo que vienen andando en la misma lucha por las semillas, el alimento y la vida y a los gobiernos que se han atrevido a irrumpir en ese orden hegemónico mundial del mercado agroalimentario como Rusia, que ha demandado públicamente sobre las amenazas de los Organismos Genéticamente Modificados.
Hacemos un llamado a la población venezolana a reconocernos en la adversidad, que no quepa duda, somos hoy más que nunca y frente al actual reto, chavistas, anticapitalistas y antimperialistas.
La Ley de semillas llegó para mejorar las condiciones de vida de agricultores y consumidores, dignificar nuestra producción y defender nuestra soberanía.
Ley de semillas, Ley de todas y todos.
¡Ni un paso atrás! ¡Venceremos!