Por Fellipe Abreu para Calle2. Traducción de Pressenza
Un millón de bolivianos adultos aprendieron a leer y escribir en los últimos diez años dejando al país –según la Unesco–, “libre” del problema; el programa será tema de un documental.
Un grupo de 40 ancianos campesinos nos recibió para presenciar una clase de alfabetización en la región rural de la ciudad periférica de El Alto, vecina a La Paz. Mi colega Luz Felipe Silva –también periodista– y yo, estábamos ahí para hacer un reportaje sobre el método Yo sí puedo, programa de alfabetización cubano aplicado en Bolivia desde 2006 y que convirtió el país en territorio libre del analfabetismo según la Unesco.
Para la Unesco, una nación se torna libre de analfabetismo cuanto la tasa de analfabetos está por debajo del 4%. En 2014 Bolivia alcanzó 3,8%. Hoy el índice es todavía menor, 2,9%. Eso significa que más de un millón de bolivianos adultos aprendieron a leer y escribir en los últimos diez años. De ese total, cerca de 40% son mayores encima de 60 años y 70%, mujeres. Esto se debe principalmente a la falta de dinero de las familias que históricamente viven en áreas rurales del país y al antiguo sistema educativo de Bolivia, que hasta 1952 no era universal.
Ni bien llegamos, fuimos recibidos por el líder comunitario Don Quintin Pulma, policía jubilado. Elegante, de negro desde los zapatos bien lustrados hasta el sombrero, se presentó y presentó a toda la comunidad. Uno a uno, los señores y señoras se levantaron para dar la bienvenida. Don Quintin, entonces con 83 años, relató:
“¡Leer y escribir estaba prohibido! Yo vivía en una chacra en que mis padres trabajaban y el patrón decía que si fuera a la escuela me cortaría la lengua”. Era la historia de casi todos, allí. El mensaje que tenían para nosotros, sin embargo, era otro: “ahora leemos y escribimos. Vayan y cuenten a todos que somos capaces”.
Al finalizar ese primer día de contacto con el proyecto, dos señoras levantaron la voz y gritaron. “No se pierdan. No se olviden de nosotros”, dijeron. Esa fue la clave para que el reportaje se convirtiera en algo mayor: un documental, para que nadie más se olvide de esas personas.
Así nació el proyecto Yo sí puedo, que siguió cinco grupos de alfabetización desde setiembre de 2014 hasta febrero de 2016. El documental cuenta de cerca la historia de la profesora Keyla Guzmán, que peleó cuatro años para tener aprobado su método de enseñanza por el Ministerio de Educación: Keyla da clases a 26 alumnas y un alumno en el Mercado Rodríguez, especie de feria popular en el centro de La Paz. La profesora empezó con alfabetización y actualmente está a camino de terminar el programa Yo sí puedo seguir, continuación que equivale al ciclo primario del sistema educativo boliviano y que dura seis años para niños y dos para adultos.
La película retrata también la realidad de las clases en dos grupos campesinos. En uno de ellos, las clases son bilingües, en español y quechua; en otro hay clases de formación profesional, que mezclan la teoría con prácticas de artesanías y tejido.
Producido de manera totalmente independiente por sus autores, el Yo si puedo fue previsto para ser publicado de modo gratuito y abierto en Internet, con versiones en portugués, español e inglés. Para que el proyecto siga adelante está en marcha una campaña de crowdfunding o financiamiento colectivo, con el objetivo de recaudar fondos suficientes para concluir el documental.
Para saber más sobre la campaña y sus obsequios y contrapartidas, vea este enlace.