Las organizaciones de ayuda humanitaria no han integrado la salud menstrual en sus programas de atención sanitaria en situaciones de emergencia.
El Comité Internacional de Rescate y la Universidad de Columbia trabajan para desarrollar un kit de higiene menstrual para incluir en la ayuda humanitaria estándar.
«Los niños no deben ser excluidos de la educación menstrual, ayudaría a reducir la vergüenza y la exclusión de las niñas y las mujeres durante el periodo», dicen los expertos.
Por Teguayco Pinto
La menstruación es un proceso natural por el que pasan la mayoría de las mujeres. Sin embargo, debido al estigma y a los tabúes que rodean a este proceso biológico, muchas mujeres y niñas se tienen que enfrentar a serias complicaciones a la hora de gestionar sus periodos, especialmente aquellas que viven en regiones empobrecidas.
En muchos países del Tercer Mundo o en situación de conflicto existe un buen número de niñas y mujeres que no pueden permitirse un adecuada gestión de su menstruación y recurren a soluciones menos eficaces como la utilización de paños de tela para lidiar con sus períodos. Pero la utilización de este tipo de recursos requiere agua, tiempo y privacidad, algo de lo que no siempre disponen.
Esta situación se ve agravada cuando estas mujeres se ven obligadas a viajar a otros países o se encuentran en campos de refugiados. Según han denunciado diversas organizaciones, a menudo estas instalaciones carecen de unas condiciones de aseo mínimas que permitan a las mujeres gestionar sus períodos de forma higiénica y segura, lo que aumenta el riesgo contraer enfermedades infecciosas o de sufrir agresiones.
Una investigación realizada en 2014 sobre 452 refugiadas sirias en el Líbano, con edades comprendidas entre los 18 y los 45 años, determinó que el 53,5% habían tenido irregularidades menstruales, el 51,6% sufrieron dolor pélvico severo y el 53,3% se vieron afectadas por infecciones del tracto reproductivo. En otra investigación similar, llevada a cabo en campos de desplazados en Uganda, se observaron resultados similares, debido a la falta de recursos para una adecuada higiene menstrual.
Conscientes de esta realidad, el Comité Internacional de Rescate (IRC, por sus siglas en inglés) y la Universidad de Columbia han iniciado un programa de investigación para analizar las necesidades menstruales que pueden surgir durante una situación de emergencia humanitaria, ya que «hasta la fecha, ninguna agencia humanitaria ha desarrollado y probado un programa para la gestión de higiene menstrual», aseguraron en la presentación del proyecto.
Agua potable, educación y privacidad
El objetivo principal del programa es el de desarrollar unos kits de higiene menstrual que sean aceptados como un elemento de ayuda humanitaria estándar y que se incluyan en los catálogos de emergencias de las principales organizaciones que prestan atención en emergencias humanitarias, como la Cruz Roja y la Media Luna Roja.
Los investigadores también destacan que es necesario tener unas «infraestructuras de saneamiento sensibles al género», lo que incluiría letrinas privadas, limpias y seguras, con un suministro de agua cerca para poder lavarse las manos y bañarse. En algunos campos, por ejemplo, los contenedores para tirar las compresas están lejos de los baños y a la vista de todo el campamento. Así que muchas mujeres recurren a alternativas menos higiénicas u optan por asearse a altas horas de la noche.
Desde el programa del IRC y la red de investigación humanitaria Elrha insisten en que no hay que olvidar que la menstruación es un tema tabú en muchas culturas y debe ser tratado con sensibilidad. «Las percepciones culturales de la menstruación y sus implicaciones en las intervenciones no deben ser ignoradas, sino entendidas y atendidas adecuadamente». Por ejemplo, muchas mujeres consideran inaceptable utilizar las copas menstruales, con lo que es necesario plantear alternativas que sean más fácilmente aceptadas.
La educación menstrual es fundamental
Por tanto, los programas de salud menstrual no deben consistir únicamente en ofrecer kits de higiene personal y en adecuar las infraestructuras, sino que deben ser complementados con una mejora en la educación sexual y reproductiva dentro de los campos.
La educación sobre la menstruación es esencial para que las mujeres y las niñas logren una mejor higiene y sepan cuándo deben buscar ayuda médica. Además, desde el programa del IRC se insiste en que «los niños no deben ser excluidos de la educación menstrual, ya que un aumento en su comprensión ayudaría a reducir la vergüenza y la exclusión de las niñas y las mujeres durante el periodo».