En los grandes medios, se suceden las noticias referentes a la apertura de relaciones, básicamente comerciales, entre EEUU y Cuba. No es menos cierto que el bloqueo comercial sigue vigente en cuestiones que van más allá del turismo americano. Con demasiada ligereza, los medios masivos hablan de un cambio de trasfondo ideológico en la sociedad cubana, sustentando en la anécdota de un cambio de estrategia por parte de EEUU en su entramado de injerencias internacionales.
Madonna González Yera, estudiante de filosofía, nos ofrece en su estudio sobre la revolución cubana una síntesis de las diferentes etapas del proceso revolucionario para llevarnos desde el pasado reciente al momento actual de caminos abiertos.
Esta reflexión tiene el valor de ser reflejo de lo que se plantean los jóvenes intelectuales en su aportación a la construcción y el compromiso con una nación.
Por Madonna González Yera
La Revolución, como momento acelerado en la historia de cualquier nación, se concreta en las contradicciones de una sociedad decadente y en crisis. El proceso revolucionario cubano tuvo lugar en el marco de una nación inexiste como ente político, ya que solo había existido siguiendo las órdenes del dominio al cual se encontraba sometido. De conjunto con esta coyuntura, llega al poder un gobierno de fuerzas heterogéneas, en el que confluían, bajo la máxima revolucionaria, intereses conservadores y dogmáticos, en la forma de entender cómo comenzar a construir un modelo de sociedad alternativa al modo capitalista de producción, teniendo en cuenta las peculiaridades históricas, geográficas, y, sobre todo el ser un país subdesarrollado.
La primera década de la revolución, por ende, estuvo marcada por polémicas entre los principales representantes del emergente gobierno, así como entre y con la intelectualidad. Uno de los aspectos que estuvo contenido de una u otra forma en todas las posturas, y por ende de manera más ferviente a partir de la declaración del carácter socialista de la revolución, estaba orientado hacia cómo construir este tipo de sociedad sin convertirse en una copia de los modelos soviético y chino que imperaban en el mundo. Cómo podía Cuba ser socialista y, más importante aún, qué se hacía para tener esta condición.
Durante estos primeros años tiene lugar en el país una apertura de la cultura y el conocimiento a las grandes masas, el obrero, el campesino, el hombre común, se convierte en el centro de mira de la revolución, toda obra debía estar orientada hacia la educación de éstos, lo cual una vez más generó grandes contradicciones, ya que en este afán de democratización del saber, se llegó a simplificar el valor estético de las producciones, deslegitimando el valor del arte de vanguardia, proponiendo obras de lectura unidireccional y educando mediante consignas populistas en las que no se daba espacio a un análisis particular de lo que se consumía. De igual manera se fundan varias de las principales instituciones culturales del país (Casa de las Américas, Prensa Latina, la Imprenta Nacional, el ICAIC), tiene lugar la campaña de alfabeti9zacion, y se producen a partir de la segunda mitad algunas de los filmes más importantes del cine cubano.
Este espacio de la revolución como polémica comienza a declinar hacia fines de los sesenta llegando a su concreción durante los años setenta. Esta situación está mediada por el fracaso en Cuba de la zafra de 1970, considerada la primera derrota de la revolución, el bloqueo económico al que había sido someti9da desde los inicios, lo cual hizo casi obligatoria la inclusión de Cuba al CAME, cuestión que implicaba, además, someterse al modelo de producción, tanto material como espiritual de la antigua Unión Soviética. Lo anterior se traduce en cálculo económico, como forma de la producción, y realismo socialista, como expresión de la vida cultural.
Esto tuvo como consecuencia, en materia cultural, una política represiva contra las formas que no se correspondiesen con el discurso oficial, dictaminado así en el Congreso de Educación y Cultura de 1971, y legitimado en 1976 con la fundación del Ministerio de Cultura, este período fue años después conocido como El Quinquenio Gris del arte en Cuba. De este mismo espacio tuvo lugar, a su vez, la creación de un número mayor de escuelas, entre ellas escuelas especializadas, como las de arte. Así como el respectivo proceso de institucionalización del país, con la creación de varios ministerios, teniendo su máxima expresión de legalización con la elaboración de la Constitución de la República en 1976, y la celebración del Primer Congreso del PCC, erigiéndose como vanguardia del proceso revolucionario.
Al frente de todos estos procesos se encontraba la figura de Fidel Castro, quien se convirtió en paradigma para los movimientos revolucionarios internacionales, además del apoyo que brindaba hacia los mismos, tanto los que tuvieron lugar en América, como en otras regiones, especialmente en África.
Los 80 son recordados en la representación común del cubano como años de bonanza económica, de estabilidad, incluso de felicidad, aunque es bueno dejar claro que nuestros ochentas se acaban en 1989. Es esta también la década en la que tiene lugar el gran éxodo de cubanos, en 1980, conocido como los sucesos de El Mariel, donde se abrió una zona franca por la cual podían salir del país todos los que quisiesen, esperando que se fuera ´´toda lacra social´´. Son años de los cuales se carece en materia de estudios profundos. La década estuvo mediada por el proceso de rectificación de errores, en el cual se hizo un seguimiento en materia económica de las principales deficiencias que habían tenido lugar, desatándose una campaña contra la corrupción. Esta política de alguna forma tuvo su orientación hacia el plano cultural, ya que se realizó una apertura hacia los temas nacionales, hubo una reivindicación de algunas figuras que habían sido censuradas, al propio tiempo que se comenzaron a realizar estudios de la región, es decir comenzaron a desarrollarse estudios del pensamiento y la cultura latinoamericanos.
En estas condiciones de estabilidad, y de nuevas contradicciones que emergían producto del número de personas que habían emigrado a inicios de la década, tiene lugar la caída del Muro de Berlín, tan inesperado por los cubanos, que pocos creían que ese modelo podía desestabilizarse. Los años 90 por tanto, comienzan con una incertidumbre que aun hoy persiste, dónde quedaba Cuba, qué hacer en el momento en el que el principal aliado progresivamente desaparecía. Esto supuso declarar período especial, fueron tan especiales esos años, que los nacidos en estos no pueden creer que hayan logrado sobrevivir. La crisis primeramente se manifestó en el plano económico, ya que la economía cubana prácticamente dependía de soviética y producto del bloqueo estadounidense era imposible comercializar con la mayoría de los países. Por otro lado Cuba se quedaba prácticamente sola, con el colapso del socialismo internacional. Lo anterior trajo consigo la necesidad de apertura por parte del gobierno a la inversión extranjera, lo que permitió aliviar por un lado la crisis, mientras que por otro generó fenómenos, hasta el momento poco comunes como la prostitución. El año 1994 fue un momento clímax, con la llamada crisis de los balseros, medio por el cual emigraban diariamente gran cantidad de cubanos, rumbo hacia la Florida.
La figura de Fidel, una vez más logró contener a las grandes masas, empleando nuevas tácticas, sobre todo en el sector educacional y cultural, que habían sido golpeados por la crisis. Dando lugar a una mayor apertura ala intercambio con otros países. Para fines de los noventas, habiéndose superados los años más críticos, comienza a tener lugar la conocida Batalla de Ideas, iniciada tras lo sucedido con el caso del niño Elián González, esto dio lugar a un nuevo período de labor política, en función de conservar lo que hasta el momento se había alcanzado, pero que tras varios años de implementación quedó en el colapso de la crisis del envejecimiento de las políticas del país.
Los últimos años han estado altamente mediados por las relaciones con los gobiernos progresistas de la región latinoamericana, que se encuentran en estos momentos en total retroceso, sobre todo los principales países; así como por una paulatina liberación de la propiedad estableciéndose nuevas formas de gestión que conducen a la privatización de la propiedad.
Por otro lado existe un divorcio creciente entre el discurso oficial, que se vuelve cada vez más ideológico y conservador, y los intereses y necesidades de un pueblo, que a diferencia de en los 90, se encuentra más preparado. Esto nos hace volver a los inicios de la Revolución Cubana, con la misma incertidumbre, ahora, qué hacemos, hacia dónde vamos, el socialismo idílico de los ochenta cada vez está más lejano y las nuevas relaciones, posteriores al 17 de diciembre de 2014, pueden llevar a una pérdida total de nuestra memoria histórica, política y cultural.