Por Osvaldo Rodriguez Martinez
El pedido de la Iglesia Católica panameña de que la ley sobre la educación sexual como asignatura escolar retorne a un primer debate, fue rechazada por considerar que es tema del Estado laico.
La creciente discusión social entró en una nueva fase por la solicitud de la Conferencia Episcopal a la Asamblea Nacional, sobre la cual Rossana Uribe, de la Asociación para el Planeamiento de la Familia (Aplafa), consideró que no se debe mezclar un asunto educativo con la injerencia de la religión.
«El Estado es laico, la educación debe serlo también, dejando la formación religiosa para los padres o los colegios que están bajo un modelo de cualquier religión. Los obispos no tienen el poder legal para determinar lo que suceda con un proyecto de ley», dijo al diario La Prensa.
De esta forma, la Iglesia ofreció un espaldarazo a los padres que se pronuncian en contra de la Ley, y utilizan como argumento un supuesto elemento aparecido en una guía escolar sobre enseñanzas del concepto de género y sexo para infantes pequeños.
La organización Alianza Panameña por la Vida y Familia, la cual lidera la oposición al tema, ratificó la convocatoria de una marcha para el próximo 13 de julio, para protestar contra el cuerpo legal que atenta contra sus hijos, según voceras de esa agrupación social.
En cambio, el proyecto de ley no particulariza en el contenido de la materia, sino es el marco legal para su establecimiento, según argumentó en los medios de prensa el diputado y médico Crispiano Adames, promotor de la iniciativa.
«La educación será científica, no sexista, que promueva la igualdad, la equidad y el respeto entre hombres y mujeres, y considerando los aspectos afectivos, biológicos, fisiológicos y éticos», señala el texto en análisis, el tercero que desde el 2008 se lleva al Parlamento.
La propuesta es enfática y establece que «el Estado tendrá la responsabilidad de diseñar programas, a fin de que la educación sea impartida a todo el personal administrativo, docente y educando, así como a los padres, madres, tutores o acudientes en los centros educativos de la República de Panamá».
Pero, los obispos panameños señalaron en su comunicado que los padres tienen el deber y el derecho de ser «los primeros y principales e insustituibles educadores de sus hijos, también en el plano sexual y moral», según el rotativo La Estrella.
El texto eclesiástico solicitó que «teniendo en cuenta las interrogantes e inquietudes que el proyecto ha suscitado en amplios sectores de la sociedad, hacemos un respetuoso llamado para que esta iniciativa sea bajada a primer debate».
Y respaldan su pedido «con el fin de escuchar las propuestas de los distintos sectores y lograr los consensos necesarios que permitan una educación sexual profunda e integral».
Como parte del debate, quienes defienden establecer la asignatura argumentan que los sectores contrarios a su aplicación crearon confusiones, pues sin conocer el contenido de la Ley la atacan, confundiéndola con la supuesta guía docente, cuyo texto se filtró y autoridades educacionales aseguraron que es un primer borrador.
Al exponer los motivos, Adames argumentó en el proyecto: «Existe en nuestro país un grave problema de salud pública, descomposición social e inequidad económica, que afecta mayormente a la niñez, la juventud y a la población adolescente».
Como datos que respaldan la situación, cifras oficiales confirman que el 75 por ciento de los infantes panameños nacen en hogares sin uniones estables; una de cada cinco embarazadas es adolescente y en el 70 por ciento de los casos sus padres son menores de 20 años, además el VIH-Sida es la tercera causa de muerte en jóvenes de 15 a 24 años de edad.
Frente a esa realidad admitida por todos, quienes se colocan en la acera opuesta aspiran a una educación en la que «los padres sean los educadores de sus hijos», en perfecta consonancia con la Iglesia Católica, o tal vez, como dicen determinadas voces, sean su eco.
Si para algunos el debate resulta la «defensa de una moral burguesa en crisis», otros la catalogan de construcción social «tapizada de mitos religiosos, machistas, androcentristas, misóginos y patriarcales».
Aunque data de ocho años, casi el debate recién se reinicia con posiciones encontradas y en extremos opuestos, pero cuando los elefantes pelean, el más sufrido es el césped: 32 adolescentes se embarazan diariamente en Panamá.