Gastamos 334 millones de libras en regalarle una vida de lujo a la monarquía y nunca ha habido un referéndum para echarlos del país.
Por: Douglas Kelly (*)
“Al carajo con ustedes”, eso es lo que dijo mi país, el Reino Unido, a Europa y al resto del mundo el pasado jueves 23 de junio con su decisión de abandonar la Unión Europea tras el referéndum. Mi futuro, el de mi familia, el de mis amigos y compatriotas, se ha vendido, lamentablemente, por unas “habas mágicas”.
La determinación me ha generado una profunda tristeza y una insondable desilusión que duele, y que sin duda provocará un escenario social y político incierto, lejano de poder intervenirlo.
Hoy, vivo a más de 12 mil kilómetros del país en donde nací, me crié y con el que me identifiqué. Hace dos años y medio llegué a Chile para conocer y experimentar cómo se vive la vida en este distante lugar del mundo, lo cual me permitió abrir mi mente hacia distintas formas de pensar y de sentir. Al poco tiempo, encontré trabajo como profesor de inglés, y en una decisión que no cuestioné, decidí prolongar mi estadía tras enamorarme de una chilena llamada Paulina.
Previo a venir a Chile viví dos años y medio en España, y allí fortalecí muy fuertemente un vínculo sentimental y emocional con Europa. Los diversos lenguajes que aprendí, las diferencias raciales y sus distintos tonos, enriqueció como nunca mi cultura y la perspectiva de los pueblos dentro de un contexto histórico y continental, y que se manifiesta hasta el día de hoy en un vínculo perdurable con amigos de Italia, Alemania, Francia y España.
Por motivos personales, ideológicos y prácticos estoy en contra del ‘Brexit’. Siempre he pensado que me gustaría volver a España, y como ciudadano de la Unión Europea, tenemos la libertad a vivir en cualquier de los 28 estados miembros sin necesidad de conseguir visa, y con todos los derechos como los nativos del país. Ahora no se sabe qué pasará con eso y tampoco existe un plan para los 3,3 millones de inmigrantes de la UE que residen en el Reino Unido. Eso afectará directamente a mis amigos extranjeros que han enriquecido mi vida y mi país con su presencia y su cultura.
La UE es una organización que empezó después de la segunda guerra mundial, cuando los países de Europa protagonizaron una de las masacres humanitarias más repudiables en la historia de la humanidad. Sin embargo, tras los horrores cometidos, los gobiernos decidieron establecer un acuerdo de paz entre ellos formando una organización para trabajar en conjunto para lograr objetivos comunes.
En la actualidad, el Reino Unido, Francia y Alemania son aliados, y los ciudadanos nos llevamos bien. Eso no era imaginable hace 70 años, y es algo que Chile y Bolivia no han podido hacer en 137 años.
Hoy en día hay muchos desafíos que Europa tiene que enfrentar, siendo el más lamentable la grave crisis humanitaria que viven los migrantes del Oriente Próximo y África quienes llegan a las orillas del mediterráneo y a las fronteras de Europa oriental buscando una oportunidad para seguir con vida.
Hacia esa situación, la actitud de la prensa británica y algunos partidos políticos, específicamente el partido UKIP (El Partido de la Independencia del Reino Unido) ha sido realmente deplorable y patética. Han descrito a los sirianos como una plaga, que si llegaran al Reino Unido, vendrían a robar, a “violar” y aprovecharse de los recursos económicos. Lamentablemente, muchos de mis compatriotas adhieren a estas ideas que son difundidas por los políticos y empresarios por los canales tradicionales de la prensa.
Peor todavía han sido unos ataques racistas contra los inmigrantes en la última semana luego del referéndum. Todos los días en Facebook he visto noticias compartidas de casos de abusos hacia la población inmigrante, los musulmanes e incluso los negros.
Al nivel práctico, me decepciona que la gente haya votado por un plan B que no existe. En ningún momento se ha dicho qué pasará si dejamos la UE, ni cuáles serán las medidas que tomaremos. Nadie dijo qué pasaría con el mercado común con el resto de Europa, el valor de la libra esterlina (que, por cierto, cayó a su nivel más bajo en 30 años inmediatamente después del referéndum), con las becas de Erasmus y Leonardo Da Vinci para estudiar y hacer prácticas en otros países. Nadie tuvo un plan para las empresas multinacionales que eligieron el Reino Unido para ser su sede europea, ya que Londres tenía fuertes enlaces con el resto del bloque, y que ahora inevitablemente provocará una ola de despidos. Todos los expertos de economía pronosticaron que esta determinación era pésima, pero como dijo Michael Gove, el lord canciller y una figura importante en la campaña Brexit, la gente está “cansada de los expertos”.
Ahora bien, me pregunto, ¿por qué se votó a favor del Brexit? Para mí hay motivaciones originadas en el racismo y el nacionalismo. A muchos no les agrada que las decisiones que afectan al Reino Unido se tomen en Bruselas. Por ejemplo, quizás a la gente de Talcahuano, les costaría aceptar leyes hechas en Quito.
Sin embargo, el Reino Unido tiene sus representantes en el parlamento europeo, que influyen y participan activamente en la toma de decisiones. Del mismo modo, hay cuestionamientos con que los británicos deban apoyar a economías en crisis, como lo ocurrido recientemente en Grecia y España, a los que se debió ir al rescate. Los compatriotas que están a favor del Brexit dicen: “¿Por qué tenemos que pagar por la incompetencia del gobierno griego?”. Es como que el gobierno chileno estuviera obligado a apoyar a la fluctuante economía de Argentina. ¿Pero quién sufre con la irresponsabilidad del gobierno griego? Es el pueblo griego, y si es así, estoy a favor de ayudarlos a ellos. Debemos pensar como continente, como conjunto, y no como el neoliberalismo quiere, en su reducción e individualismo.
El sábado, en BBC World, vi un debate entre dos personas que votaron por la permanencia y dos que votaron por el Brexit. Los del Brexit eran dos mujeres de la ciudad de Boston, en el condado de Lincolnshire. El fundamento de sus argumentos eran: “Hay demasiados inmigrantes. Es que son demasiados”. A eso yo pregunto: ¿Es que hay demasiados inmigrantes o hay demasiadas personas? ¿Cuáles son los problemas que causan los inmigrantes? Según las damas de Boston, es que no saben ni decir “Hello” en inglés.
Sin embargo, creo que la falta de lenguaje es problema propio, y no es asunto de estas dos señoras. De hecho, es admirable el valor que tiene el inmigrante para arrancarse de su tierra, dejar su familia atrás e ir a un país que no habla su idioma, en busca de algo mejor. Es más, argumentaron que no era posible que el gobierno aumentara su inversión en intérpretes para que los extranjeros accedan a los servicios públicos.
Según el Daily Mail (un medio muy derechista y anti-EU), se gasta 7 millones de libras (unos 9 millones de dólares) en traducción e interpretación para los servicios públicos cada año. Pero gastamos 334 millones de libras en regalarle una vida de lujo a la monarquía, y nunca ha habido un referéndum para echarlos del país. Las damas de Boston también dijeron que los extranjeros son responsables de tanta delincuencia y asesinatos. ¿De dónde sacaron esa mentira? No lo sé.
¿Por qué un polaco o un rumano no merecen las mismas oportunidades que un británico? La única diferencia es que nacimos en pedazos de tierras distintas, pero es tierra, solo tierra. Muchos compatriotas dicen que los inmigrantes “nos roban el trabajo”. Lo encuentro absurdo. Yo diría que, si una persona que llegó recién al país, que no tiene contactos ni sabe el idioma, te quita el puesto, es porque haces mal tu trabajo.
El éxito de la campaña Brexit se basa en una gran parte en una promesa que resultó ser mentira. Prometieron invertir en la salud pública los 350 millones de libras semanales que el Reino Unido supuestamente aporta a la UE. Obviamente ganaron muchos votos con esa promesa. El viernes 24 de junio, en la mañana, ni cinco horas después de que saliera el resultado del referéndum, Nigel Farage, el líder de UKIP, retiró esa promesa.
De hecho, la cifra de 350 millones es algo exagerado. En 2015 el monto que el Reino Unido mandaba a la UE era 250 millones[1], y no toma en cuenta el dinero que recibíamos en subsidios para la agricultura, investigación universitaria o proyectos de infraestructura.
Lo más frustrante de todo esto es que la generación mayor ha jodido a sus hijos y sus nietos. 75% de las personas de 18-24 votaron por la permanencia, mientras que el 61% de los mayores de 65 votaron por abandonar. Aquella generación tuvo una vida muy diferente a la que tenemos nosotros ahora. La universidad era gratis, y en la actualidad cuesta 9 mil libras al año (unos 12 mil dólares). Antes, era más fácil conseguir un trabajo y las casas eran mucho más baratas. Ahora, aquella generación que tiene sus hipotecas pagadas, no quieren que los extranjeros ni los que buscan asilo entren a su cómoda burbuja de privilegios.
Hay que reconocer que la UE tiene muchos defectos. Cuesta mucho trabajo hacer una reforma, el proceso para formar una ley es muy burocrático. Si todos los 28 miembros tienen que votar en algo, todo se mueve a la velocidad del integrante más lento. Algunos se frustran porque las diferencias culturas y de pensamientos complejiza llegar a acuerdos. Sin embargo, sus miembros trabajan juntos para lograr objetivos comunes y de beneficio colectivo. Grecia e Italia necesitaban nuestro apoyo para ayudarlos con la multitud de refugiados que llegan a sus tierras y, con esta decisión, “los mandamos al carajo”. Por ejemplo, si Latinoamérica tuviera una institución con sentido de región, Chile debería ayudar a Ecuador por su terremoto, porque es problema de todos, no sólo de Ecuador.
El Reino Unido es uno de los países más desarrollados y estables política y económicamente en el mundo, y ha conseguido eso estando en la Unión Europa. Ahora ha tomado esta opción, lo está arriesgando todo.
Si pudiera renunciar a mi pasaporte británico para mantener mi estado como ciudadano de la Unión Europea, lo haría. Escocia retomará su campaña para independizarse del Reino Unido y luego unirse a la UE. Quizás utilizaré el vínculo de mi abuelo escocés para conseguir nacionalidad escocesa en unos años. Soy británico y hasta ahora he sido europeo. Me gustaría seguir siendo las dos cosas, pero me han robado esa posibilidad.
[1] https://fullfact.org/blog/2016/apr/uk-statistics-authority-350-million-eu-membership-fee-potentially-misleading/
(*) Douglas Kelly:
- Magíster en traducción, Universidad de Swansea (Reino Unido), licenciado en lenguas modernas, Universidad de Anglia del Este (Reino Unido).
- Profesor de inglés en la Universidad del Biobío y el Instituto Británico Chileno de Cultura, Concepción.