Llegar a la raíz con estrategias y procesos que dinamicen la comunicación popular como un elemento pedagógico para la construcción de sujetos críticos frente a lo que ven, escuchan y leen: una sociedad capaz de identificar el vómito que el televisor vende e impone como comida.

Por Alexander Escobar

Poco amigo de asistir a foros me volví con el tiempo. Y si el evento implica viajar, tengan certeza que ello es sinónimo de veto, pues desplazarme más de tres kilómetros resulta una tragedia insoportable. Aparte de viajar, solo hay una cosa que detesto más: que un desconocido empiece a hablarme mientras viajo.

Sin embargo, siempre he sido muy responsable con mis obligaciones, y a ellas respondo con inmediatez no importando el estado de alicoramiento.

En vez de asistir a foros, me acostumbré a conspirar antes y después de su realización. Un bar hasta el amanecer, o una casa con buen café, son lugares de predilección para especular y predecir discusiones, posturas, y analizar qué propuesta será efectiva y qué conclusiones serán solo un formalismo que no tendrá una estrategia o plan de trabajo viable para su ejecución.

Pero como ya dije, nunca evado una responsabilidad, así ello implique viajar de un país a otro, estar una semana por fuera de Colombia y, para rematar, participar de un foro de tres días. No exagero, me sucedió este mes atendiendo mis obligaciones con la FIPU (Federación Internacional de Prensa de los Pueblos).

La tarea encomendada fue de suma importancia: viajar a Quito desde Colombia y participar como delegado de la FIPU, con otros cinco compañeros, en el Foro Latinoamericano y Caribeño de Comunicación Popular y Comunitaria – II CongresoInternacional sobre Comunicología del Sur. Y habían otras órdenes a cumplir: conocer la Iglesia de Las Lajas antes de salir del país y, al pasar la frontera, como primer objetivo, visitar el cementerio de Tulcán. Debo informar que todo fue cumplido a cabalidad.

Volver al debate

El foro trajo recuerdos de discusiones y problemas planteados en otras oportunidades y que aún no están resueltos para los medios alternativos, populares y comunitarios. No obstante, es de entender que la tarea no es fácil, en tanto que desde la comunicación popular se abordan, mínimamente, dos escenarios: uno interno y otro externo.

Al hablar de escenario interno nos referimos al papel que la comunicación juega desde la investigación, la pedagogía y las experiencias y saberes de las comunidades en la creación de vasos comunicantes para el fortalecimiento de los procesos organizativos y afianzamiento del tejido social; y por externo entendemos la visibilización de éstos procesos, sus problemáticas, su ideología, sus luchas, logros y propuestas dentro de un contexto de guerra mediática, lo cual implica el uso de elementos propios de la propaganda, los géneros periodísticos y todos los recursos disponibles que van desde el grafiti hasta el audiovisual, el teatro, la música, la tradición oral y aquello aún por identificar.

Aunque se relacionan y trabajan en forma conjunta o paralela, según el momento, es necesario no confundir estos escenarios. Tampoco olvidar que guerra es guerra, y sobrevivir a ella es una prioridad que a corto plazo implica acciones diarias de efectividad inmediata, ya sea empleando herramientas de carácter informativo, de opinión u otras formas posibles según el caso y capacidad de reacción.

Debe aclararse que lo anterior no excluye la tarea de largo aliento: llegar a la raíz del problema con estrategias y procesos que dinamicen la información y, en últimas, la comunicación popular como un elemento pedagógico para la construcción de sujetos críticos frente a lo que ven, escuchan y leen: una sociedad capaz de identificar el vómito que el televisor vende e impone como comida.

¿Cómo hacerlo?

En la guerra mediática preocupa qué formatos, qué formas y cómo la estética y el contenido encuentran “equilibrio” y efectividad para enfrentar la manipulación de la realidad y el control social, económico, político y cultural que adelantan las corporaciones mediáticas.

La preocupación emerge, principalmente, cuando nos preguntamos si resulta correcto o no utilizar la forma y narrativa empleada por los grandes medios del capitalismo. En este punto es necesario anotar que si bien deben analizarse los formatos que éstos utilizan para la dominación, las técnicas empleadas llevan décadas y, algunas, siglos de desarrollo que fueron apropiadas por las corporaciones mediáticas para lograr su cometido.

Es claro que estos formatos no son únicos ni neutrales, que existen otros y nuevos por crear, pero utilizarlos no implica una “traición” o “incoherencia” cuando los usamos desde la comunicación popular en un contexto de guerra mediática. El reto es cumplir el objetivo de liberación de nuestros pueblos y encontrar una voz propia con sentido ético, “otras sonoridades” en medio de las técnicas, formatos y narrativas empleadas. En la búsqueda de esa voz propia, en el camino recorrido para visibilizar los rostros del pueblo, la relación entre estética y contenido van evolucionando cuando la comunicación popular lo establece como objetivo.

La integración regional

Las dificultades que enfrenta la comunicación popular no implica, necesariamente, un estancamiento de los procesos que vive Latinoamérica y el Caribe para enfrentar la guerra mediática. Es obvio que los avances no son los deseados; si lo fueran ya habríamos derrotado al neoliberalismo y frenado el afianzamiento o incursión imperialista en nuestros países.

Leer: Comunicación popular para la integración regional

Son muchas las experiencias que implican una ganancia importante en práctica y teorización, así como muchas las discusiones que en nada resultan novedosas. Pero esto no solo debe verse como un indicador negativo; es positivo en la medida que nos damos cuenta que las discusiones se repiten porque nuevos procesos emergen y se unen a la lucha, indagándose internamente por aquello que en nuestras organizaciones fue planteado en algún momento.

Una comunicación popular para la integración regional de las luchas de Latinoamérica y el Caribe debe pasar por el rediseño de estrategias. El balance deja aciertos importantes y desaciertos por los nuevos retos que las experiencias del foro, cuya amplia diversidad, y no incluidas en el análisis de muchos o pocos, demandan pensar la acción a partir de un balance aterrizado y con metas cumplibles acordes a nuestras realidades.

Durante el foro confirmamos que existe creatividad, talento humano y procesos novedosos por doquier, del mismo modo que persiste un grado de dispersión de las luchas, ya sea por motivos que incluyen problemas de tipo económico que afectan lo organizativo y logístico, y otros que están presentes porque las agendas regionales se tornan difíciles de cumplir para los medios alternativos, populares y comunitarios que enfrentan la guerra mediática en condiciones de desigualdad.

Sin embargo, las dificultades no son un impedimento para la integración regional. Todo lo contrario. La comunicación popular para la integración regional es un hecho que se confirma en la realización del Foro Latinoamericano y Caribeño de Comunicación Popular y Comunitaria, espacio donde las dificultades y avances de las luchas aportan al diseño acertado de estrategias para continuar una agenda que conduzca a la victoria de los pueblos de Nuestra América.

 

El artículo original se puede leer aquí