En la entrevista que el arzobispo de Tánger ha concedido a Ceuta Actualidad acusa: “Quince hijos míos murieron en la playa de El Tarajal, usted pudo salvarlos y no lo hizo: yo le hago responsable”.
En la entrevista, el arzobispo de Tánger lamenta que, transcurridos más de dos años desde que se produjera la muerte de quince jóvenes ahogados en la playa de El Tarajal, nadie haya asumido responsabilidad alguna. Agrelo se muestra contundente con Europa, a la que acusa de no respetar los derechos humanos, y critica la práctica de las devoluciones en caliente.
Santiago Agrelo guarda pausas desusadas que alimentan la expectación de quien le oye, si es que resultara necesario hacerlo. No lo es. El arzobispo de Tánger se muestra franco y contundente cuando se refiere a las penalidades e injusticias que padecen los migrantes. Sus silencios parecen buscar espacios para que los demás se decidan a formular sus propias preguntas.
La muerte en el mar de quince jóvenes en la playa de El Tarajal el 6 de febrero de 2014 y la controvertida intervención de la Guardia Civil está en el recuerdo de Agrelo. Aquellos que fallecieron y a quienes el religioso se refiere como “mis hijos” están siempre presentes en su queja, en su crítica a una Europa que, según su juicio, está vulnerando los derechos que sus propios estados han reconocido como inalienables. “Quince hijos míos murieron en la playa de El Tarajal, usted pudo salvarlos y no lo hizo: yo le hago responsable”, acusa.
Agrelo lamenta la falta de asunción de responsabilidades y la actitud de los tribunales ante una desdicha que debería de haber conmocionado a cualquier sociedad que se diga civilizada. “La justicia se ha lavado las manos”, concluye.
El arzobispo de Tánger también tiene palabras críticas para la práctica de las devoluciones en caliente en las fronteras de Ceuta y Melilla. “Que los gobiernos hagan me sorprende, pues se supone que los gobiernos no están para legalizar injusticias”, reprocha.
El arzobispo de Tánger reivindica en esta entrevista concedida a Ceuta Actualidad el derecho a emigrar y el derecho a soñar. Entre silencio y silencio.