El MoMA Presenta el “Mapping Journey Project” de Bouchra Khalili

por Gabriela Jurosz-Landa

Hay ocho pantallas colgando en el espacio abierto del Marron Atrium. Cada uno de los videos muestra un mapa de una parte de Europa y África. Una mano con un lápiz traza la ruta de viaje de un refugiado. Sus voces narran el viaje en detalle… no ver ningún árbol…el calor…el tiempo que pasaron en el desierto o en automóviles…

Muchos refugiados hablan en árabe y algunos en el idioma de su país natal, mientras se muestran subtítulos en inglés.

Para algunas personas, el lenguaje puede ser familiar o reconocible, pero para otras puede resultar muy ajeno. Yo, como observador que no habla árabe, no me sentí cercano a la experiencia, mientras no perdía la esperanza de que algún aspecto de la instalación me sacara de la somnolencia. Puede que la muestra sea muy adecuada para refugiados que pasaron por lo mismo, que no necesitan ninguna explicación y que quieran reevaluar su propio viaje al ver los videos, ya distanciados de su propia experiencia.

Una vez más, las vidas de las personas que no viven en los Estados Unidos aparecen en un planeta distante. ¿Qué debemos entender de “me fui de Siria, o de Libia”? Dos de los entrevistados dan detalles para entender mejor el contexto de sus diferencias tribales. Un hombre palestino describe el camino que tomó para visitar a su novia: “Es una zona peligrosa”.

¿Qué significado podrían tener estas palabras para un público cuya mayor cercanía con la crisis de los refugiados son breves notas del noticiero nocturno, con suerte? Para muchos que no tuvieron la experiencia del exilio forzado puede ser difícil captar la importancia, entender o sentir esta catástrofe.

El exilio forzado ocurre, generalmente, en tiempos de guerra. Ninguna madre lleva a sus hijos al altamar a menos que las condiciones en tierra firme sean intolerables. De esta forma la guerra se convierte en algo personal. Ser un refugiado es una experiencia desesperanzadora. Los refugiados pierden su hogar ancestral y todo lo que habían construido en su vida. Pierden contacto con los miembros de su familia. Los niños ven cómo torturan a sus padres y violan a sus hermanas. Si logran salir de esta situación, los desafíos con los que se encuentran son igual de difíciles. Teniendo que depender de la buena voluntad de personas desconocidas y de gobiernos con dinero insuficiente, aprender nuevas habilidades e idiomas, adaptarse a culturas que les resultan ajenas y vivir en ambientes en los que se practican religiones distintas, son algunos de los desafíos que deben enfrentar los refugiados. Su futuro no es muy alentador. Tienen pocas o ninguna posibilidad de volver a su país, y si lo lograran, volverían a un país destruido. Al estar desarraigados pierden la confianza en sí mismos, y también la esperanza de una vida mejor. Ésta es la historia que podrían haber contado en el MOMA.

La muestra del MOMA parece más bien un simple viaje hacia Europa con algunos obstáculos, e incluyen a Israel, que en realidad no es un destino de los refugiados ni forma parte de sus rutas. ¿Por qué los videos difunden este punto de vista?

Tomemos, por ejemplo, lo siguiente: “Tuve que pasar por los controles”, dice un narrador. “Luego, caminé por mucho tiempo. Pueden estar disparando en esta zona. Logré llegar a Jerusalén. He pasado un mes y medio aquí… las rutas deben cambiar constantemente”.

Las voces en off de los refugiados entrevistados que aparecen de vez en cuando, muchas veces describen la situación de manera incompleta. ¿Qué preguntas les hicieron?

Yo esperaba que el público comprendiera mejor la situación por la que tienen que pasar los refugiados, pero ningún elemento de la instalación hace sentir su sufrimiento. En lugar de eso, escuché que mencionaban los nombres de varios lugares, como si fueran unas vacaciones de verano en el extranjero: Lampedusa, Roma, Marsellas. Los testimonios, y la muestra en general, no logran darle un significado distinto a los nombres de estos lugares, que para una gran parte del público tienen la connotación de meros destinos turísticos. La mayoría no sabe cómo son estos lugares desde el punto de vista de un refugiado. La muestra pierde la oportunidad de mostrar una visión más amplia.

Las principales ciudades de Europa han sido los ejes de la historia por siglos, y, nuevamente, están en proceso de transformarse a sí mismas, lo que inevitablemente cambiará las vidas de millones de personas por muchas generaciones, incluyendo a los refugiados. ¿Es esto todo lo que puede ofrecer el arte? Bouchra Khalili (marroquí-francés, nació en 1975) podría haberlo hecho mejor. El texto introductorio de la muestra dice que en la obra “se desarrollan acercamientos críticos y éticos frente a cuestionamientos sobre la ciudadanía, lo comunitario y el manejo político”. Ilusa expectativa. En realidad, la obra parece un intento apresurado por subirse al tren de la crisis de los refugiados antes de que el noticiero de la tarde o las redes sociales intenten capturar a cualquier costo nuestra pobre capacidad atencional.

A pesar del esfuerzo del MoMA por mostrarse a sí mismo como un lugar para profundizar la comprensión política, representaron la vida de los refugiados como una mera presentación de Power-Point, sin ninguna reflexión.

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Gabriela Jurosz-Landa es experta en antropología y antropología del arte. Da clases y escribe publicaciones sobre temas relacionados con el arte y la museología, espiritualidad y tradiciones Maya, filosofía cultural checa y antropología de la ciudad. Es miembro de la Asociación Checa de Historiadores de Arte en Praga, y del jurado del concurso literario Federleicht realizado en Berlín. Como fundadora y presidenta del Foro de Culturas del Mundo, organiza eventos político-culturales internacionales. Ha contribuido a ANTHROPOS-Journal, BBC, ART NEWS, DIE WELT Alemania, MUENCHENER MERKUR, ATELIER Praga, Euro-Journal, PRAGER WOCHENBLATT, EL NUEVO DIARIO Nicaragua, THE REVUE Guatemala, SFERA y MLADY SVET Praga. Su ensayo Emmigrantenkinder fue premiado por la revista intercultural Český Dialog. Actualmente vive en la ciudad de Nueva York.

Traducido por: Emilio Stanton