Durante la Segunda Guerra Mundial, miles de seres humanos fueron obligados a abandonar sus hogares en varias ciudades de Europa, como parte de las acciones nazis de aislar y exterminar a conjuntos humanos. A partir de 1992, el artista alemán Gunter Demnig inició un proyecto de conmemoración y reconciliación, recordando a todas esas personas, por medio de los Stolpersteine (piedra en el camino) frente a las casas en las que vivieron las personas desplazadas. Cada piedra se instala en una ceremonia en la que los sobrevivientes o sus descendientes están presentes, junto con autoridades de la ciudad y los mismos ciudadanos. Estos actos son cubiertos por los medios de prensa. El objetivo es, principalmente, no olvidar. El siguiente texto pertenece a Roberto Blueh, cuyo padre vivió en Graz, Austria, obligado por el Nacionalsocialismo a abandonar su hogar, su ciudad, su vida.
El pasado viernes 17 de junio del 2016, en Graz, Austria, realizamos una ceremonia de encuentro y reconciliación en recuerdo a 5 víctimas del Nacionalsocialismo. Ellos eran parte de mi familia. En esta ocasión pusimos, en su memoria, cinco Stolpersteine frente a la casa donde vivieron y fueron expulsados. Junto a diez miembros de mi familia, entre ellos mi padre de 94 años y maravillosas personas de la comunidad de Graz que nos acompañaban, leí lo siguiente:
Buenas tardes.
Mi nombre es Roberto Blueh, soy nieto de Wilhelm Blueh y Adele Blueh. Hijo de Alfredo Blueh que esta acá con nosotros a sus 94 años.
Mi familia vivió en esta casa hasta el año 1938, cuando fueron expulsados y perseguidos por el Nacionalsocialismo, logrando escapar de este país y de Europa.
Para mí, es increíble estar acá, con ustedes, en este lugar. Hace menos de un año, lo hubiese encontrado imposible.
Cuando hace algunos meses surgió la posibilidad de hacer esta ceremonia, mi primera reacción fue de temor y de no querer entregarme nuevamente. No quería venir, me encontré con los fantasmas del pasado y del presente.
El rechazar la propuesta de encuentro, la sentí como una forma de tomar venganza de lo que ha vivido nuestra familia y nuestro pueblo.
Mi padre tampoco quería venir a esta ceremonia en un comienzo y me pidió que viniera en su representación.
Pero algo fue pasando, como si algo profundo, lejano, buscara abrirse paso. Sin saber mucho cómo, esta ceremonia de reconciliación se fue construyendo, superando la desconfianza, el dolor y el deseo de venganza. Fuimos sintiendo cómo la Vida y la necesidad de encuentro, la necesidad de comprender, de reparar, de reconciliar tomó importancia en las 3 generaciones de nuestra familia.
¿Qué hace que muchas personas hagan este gran esfuerzo, que nosotros viajemos desde tan lejos, que ustedes trabajen muchas horas buscando recursos, organizando todo esto, arriesgando relaciones familiares, de trabajo y de amistad?
Ha habido algunas personas claves para que abramos nuestro corazón nuevamente, nuestro corazón que quedó cerrado y endurecido muchos años. Gerald Lamprecht, Silvia Bergman, David Kriebernegg, Daniela Grabe, Gunter Deming, Karl Friedrich Herhaus y muchos otros que nos han ayudado a estar hoy acá. Su afecto profundo y su necesidad de reparación y reconciliación han sido fundamentales.
Para estar acá, tengo que enfrentar mis temores, mis deseos de buscar culpables y mis deseos de vengar el sufrimiento vivido.
Pero me encuentro con este afecto, con este interés, con esta bienvenida de mucha gente que me va transformando; me doy cuenta que todos vivimos con un problema común que necesitamos enfrentar y superar. Necesitamos buscar comprender y reconciliarnos con lo vivido.
Este acto que estamos viviendo hoy acá, me parece que es un efecto de demostración para la reconciliación que necesitamos en nuestras familias, amistades, pueblos y países.
Me parece fundamental, muy importante y necesario este acto hoy. La reconciliación es necesaria para construir un futuro nuevo en el cual surja lo mejor de nosotros y no quedemos encadenados en el pasado.
Solamente reconciliándonos es cómo podemos integrar y superar nuestro pasado y ensoñar, proyectar y construir una humanidad sin violencia, con el aporte de todas las culturas y de todos los pueblos.
Hoy podemos ver también otros pueblos que están viviendo sufrimientos y tratos inhumanos.
Todos nosotros, en algún momento de nuestra historia, cercana o lejana, hemos sido perseguidos, humillados, maltratados. Pido en nombre de este Encuentro que abramos también nuestros corazones para los pueblos que hoy están siendo asesinados, torturados, perseguidos.
Necesitamos que en nuestras decisiones sean tomadas desde el Amor y no desde el temor.
Agradezco a todos los que han hecho este Encuentro posible.
Muchas gracias a todos,
Roberto Blueh
Graz, 17 de junio de 2016