Nunca imaginé que terminaría escribiendo y mucho menos que publicaría libros. Todo esto para mí sigue siendo inaudito. Aún no logro comprender cómo mi caos se volvió poesía. En este poemario es una poesía dulce, que me cobija, me tranquiliza y me hace soñar. Es una poesía que me ilusiona.
Un poemario que no planeé, son poesías que germinaron solas y formaron su propio jardín. En la melodía de un fonema, es un vergel primaveral. Es la dulce miel de los cerezos en flor.
Es mi cuarto libro y mi segundo poemario. Una de mis cuatro crías, son versos transparentes, sencillos, montunos. Son coplas que abrazan el amor, que acarician quimeras. Son como hojas sueltas de arces otoñales. Tienen la frescura del agua del riachuelo. La inocencia de una niña heladera y la alegría de una cipota de arrabal. El anhelo de una mujer enajenada.
En la melodía de un fonema, es un manifiesto al amor: que cura, abraza y conforta. Es la pureza del sentimiento ilimitado. Un elogio a la delicadeza de los días nublados y lluviosos. A la hermosura de las nubes. Al encanto de la osadía. Es un agradecimiento y una reverencia eterna a la Nube Pasajera que me transformó y me hizo florecer.
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En la piel del ocaso
Escribirte un poema
En el sonido del viento
En el zig zag de las horas
En la niebla más densa
En la oscurana nocturna
En la fría tormenta
En la ansiedad y en la esquizofrenia
En la flor marchita y en la ilusión de la venia.
Escribirte un poema
De dos versos desnudos
En la piel del ocaso
Sin recato ninguno
Que recorra tu cuerpo
Que descanse en tu boca
Que sueñe en tu amparo
Que acaricie tus muslos
Que se refugie en tus brazos
Y duerma en tus pechos bizarros.
Escribirte un poema
Que te nombre a deshoras
Y que te diga en silencio
Lo que a mí me devora.