Para reflexionar este 25
Para comprender la Revolución de Mayo, debemos considerarla un capítulo de la revolución nacional española que estalla en 1808 tras la invasión francesa y la abdicación de Fernando VII. Hagamos un breve recorrido para entender por qué no pudimos lograr la Unidad Nacional con España y debimos lograr la independencia contra ella.
En la historiografía mitrista, el 25 de Mayo de 1810 fue una foto estática donde la revolución venía a separarnos del destino común que nos hermanaba con el pueblo de la península ibérica. Concepción de la historia que nos divorció del devenir común del resto de la América Hispanocriolla. Presentó así a la Revolución de Mayo como una revuelta separatista, anti hispánica y librecambista, aislada del proceso histórico general que se inicia, en estas tierras, con las invasiones inglesas de 1806 y 1807 y culmina con la independencia de 1816; y en aquellas con la abdicación de Bayona y la toma de la península ibérica por los franceses.
Los años de la Revolución Francesa quedaban atrás y el emperador Bonaparte arrasaba con las viejas monarquías a lo largo del continente europeo. En España, mientras tanto, reinaba Carlos IV y María Luisa de Parma, pero quien ejercía el gobierno era el amante de la reina, el primer ministro Manuel Godoy. El vástago de la pareja real será Fernando VII.
Por entonces España era un aliado menor de Francia y el emperador, Napoleón Bonaparte, garantizaba la continuidad de la monarquía borbónica con el fin de que Gran Bretaña no pudiese hacer pie en el continente europeo. El tratado de Fontainbleau, de 1807 disponía la invasión franco española a Portugal y permitió que de a poco el ejército francés fuera instalándose en territorio español.
Pero cuando la amenaza napoleónica caía sobre España, Fernando VII se hace de la corona, desplazando a Godoy y forzando la abdicación de Carlos IV. La decadencia en la corte española es aprovechada por Napoleón; encarcela al rey y lo hace abdicar al trono a su favor, en 1808, en Bayona, Francia. Napoleón le impondrá al pueblo español a su hermano José Bonaparte como rey.
Las clases en la revolución nacional española
Al conocerse la noticia de que España estaba bajo control francés, el pueblo ibérico se alzó contra el invasor, en tanto el clero, la realeza y la aristocracia española no dudaron en ponerse a disposición del extranjero, que por esas paradojas de la historia proponía un programa de gobierno que venía a modernizar el país y a echar por tierra toda la legislación feudal y señorial.
Para entonces el ejército francés, al mando del general Joaquin Murat, que había ocupado gran parte del territorio español, reprime al pueblo que se alzaba en armas: campesinos, artesanos, soldados y oficiales del ejército junto al resto de las clases populares se organizan para enfrentar al usurpador en nombre de Fernando VII.
Surgen en España la Junta Central de España y las Indias; primero sesiona en Sevilla y tras la caída de ésta, en Cádiz. La Junta Central era el único órgano de gobierno que reconocía el pueblo español, la cual centralizaba al conjunto de las juntas que emergieron en toda la península. Al frente de la Junta Central se encontraban dos representantes del despotismo ilustrado: el conde de Floridablanca y Gaspar de Jovellanos.
De la liberación nacional y la soberanía popular
El proceso que se abre pone en escena a un pueblo resuelto a tomar las armas y llevar adelante una guerra de guerrillas que golpeaba al ejército invasor a lo largo y ancho del territorio español. En una de estas batallas se fue forjando el temple uno de los líderes de la emancipación latinoamericana. En la batalla Bailén, blandía su espada el por entonces capitán José de San Martín.
En Bailén San Martín aprendió mucho sobre la relación entre el pueblo y Ejército. Así mismo, en Bailén, el ejército que luchaba contra el mariscal Dupont, a mando del general Castaño, se engrosó con milicianos civiles reclutados por la Junta de Andalucía y fue decisivo para el resultado de la batalla.
La guerra que se libraba contra el invasor llevaba consigo el signo de la lucha contra el absolutismo, en tanto que la independencia nacional que se forjaba en el campo de batalla era indisociable de la soberanía popular que se ejercía en la Junta. Por primera vez el pueblo comenzaba a tomar decisiones por sí mismo y se embebía en un sentir democrático.
Cuando España y América son la misma cosa
Perdido casi todo el territorio español en manos del ejército francés, la Junta Central se traslada a Cádiz. En enero de 1809 ésta decreta que “los virreinatos y provincias no son propiamente colonias o factorías, como las de otras naciones, sino una parte esencial e integrante de la monarquía española”.
Desde la temprana noticia de la abdicación de Fernando VII, comienzan a organizarse las Juntas populares lo largo de la América hispano criolla. Solo por citar algunas, las primeras experiencias juntistas se dan en México y Montevideo en 1808; el 25 de Mayo de 1809 en Chuquisaca (actual territorio boliviano) se proclama la “revolución”; también en 1809 se dan las Juntas de Quito (Ecuador) y La Paz (Perú); o en Caracas en 1810. Las mismas buscan desplazar a los agentes de la vieja administración absolutista impregnándole el sentir democrático del pueblo que se organiza, pero siempre manteniendo la ligazón con España y reconociendo en Fernando VII como él soberano.
El 25 de Mayo 1810. Nuestra Proclama
A principios de 1810 se disuelve la Junta de Cádiz y es sustituido por el Consejo de Regencia, que desconoce y niega la igualdad entre españoles y los criollos, a la vez que demuestra que el ciclo popular está llegando a su fin junto con la capacidad de resistencia del pueblo español que se veía derrotado ante el invasor y traicionado una vez más por sus clases dominante. Anoticiados por estas tierras, comienza gestarse la idea de avanzar en la conformación de una Junta de gobierno propio, ante la real posibilidad de sucumbir nuevamente en el absolutismo.
La semana que va del 18 de mayo al 25, es la historia que se rememora por estos días y por estas tierras. Pero como iniciamos afirmando en éste artículo, el comienzo de nuestra revolución no fue ni anti hispánica, ni separatista. Aquí el juramento del primer gobierno: “¿Juráis desempeñar lealmente el cargo y conservar íntegra esta parte de América a nuestro soberano Don Fernando Séptimo y sus legítimos sucesores y guardar puntualmente las leyes del Reino? – Si, lo juramos!
* Omar Zanarini – Abramos la Boca / Radio Gráfica