Sé que hoy Tony está escribiendo una nota para Pressenza en Hong Kong. Mientras tanto, María Eugenia, Gunther y Paulo apoyan la difusión de la toma de escuelas en Sao Paulo. Sé que hoy Pepe, Tomás, Paola, Joaquín, Juanita, Wilfredo y cientos de amigos más están impulsando con coherencia un frente electoral con otras agrupaciones en Chile y que en Perú, Hass, junto a otros jóvenes entusiastas, se ilusiona con la posibilidad de que el Partido sirva de apoyo a los que buscan la transformación social genuina y profunda. También pienso en Kena, Marcelo y los demás amigos en Asunción, quienes junto a Vito, Roberta, Fulvio y Gian Carlo en Roma ya se han puesto en marcha para organizar nuestro próximo Simposio internacional sobre la Revolución Humana. Siento el saludo de los fuertes activistas nepaleses agrupados en la Comunidad para el Desarrollo Humano, sonriendo, ayudando y enviando sus mejores deseos entre los pliegues de una situación complicada. ¡Y qué decir de Walker, Nelsy, Carmen y tantos otros queridos seres, quienes en medio del desastre sísmico de Ecuador, actúan solidariamente, alentando la oportunidad de mejorar la construcción humana y social hacia el futuro. Sé que Juan, Stefano, Jacqui, Andrea, Marcela y tantos otros sueñan con una educación distinta. También sé del esfuerzo de Mario y Daniel por sindicatos que sirvan a los trabajadores y no a sus cúpulas. Conny traduce un bello cuento de Claudie, mientras en algún suburbio ciudadano un grupo anuncia su próxima actividad con una pintada colorida. En alguna sala veo cómo alguno cierra sus ojos, en búsqueda de respuestas en lo profundo de su ser, mientras en otro local, a miles de kilómetros de allí, idénticos sentires se comparten alrededor de una mesa con chai o café. En un rincón tranquilo, Rogerio estudia un texto, mientras en otro país y otra lengua, Pía prepara la presentación de un nuevo libro. En Amsterdam o Istanbul, Peter se compenetra extáticamente en una danza o una música, al tiempo que, horas antes, nutridos grupos con banderas manifiestan su clamor en decenas de sitios. La voz de Mariano suena desde un parlante, mientras veo a Ariel, a Esteban o a Lidia en un taller, absorbiendo la luz del fuego. Veo a Kostis, Marianella, Marilena y tantos otros compañeros griegos, quienes en medio de la asfixia económica del poder financiero se afanan en levantar la bandera de la Paz y la No violencia. También imagino a Aron, a Dani y a Sara, esperando con fe llegue la paz tan anunciada en las profecías. Y a Luz, a Marita, a Mani, a Micha, a Johanna, a Christian con el indoblegable empeño de construir un Parque de estudios y reflexiones profundas cercano a Berlin, símbolo de una tremenda guerra y de la división, pero también de la posibilidad de la unidad. Unidad de mundos diversos como la que buscan Alicia, Toti, Francesca o Tony, ellos mismos tan unidos en el propósito de hacer converger lo mejor de cada cultura en los distintos continentes donde desarrollan su acción. ¿Cómo no imaginar a Norma, a Beatriz, a Michael o a Bálasz pidiendo inspiración para sí y quienes los rodean? Mensajeros de un espíritu libertario por miles en los más diversos rincones del planeta. ¿Cómo no agradecer el empeño de Iván, de Remigio, Ivo, Djamila, Samira y tantos otros queridos compañeros mozambicanos compartiendo con otros lo mejor que han recibido? Evoco a Gemma en la sufrida Filipinas, imagino a Rafa o a Piro, disfrutando del ardor de la movida social en España, a Decler, con su ancha sonrisa ya australiana, a N’Diaga, quien en las tibias noches africanas del Senegal nunca dejará de soñar con una patria justa y altiva. Pienso en Enrique, en Victor, en Giovanna, en David, en Judith, en Sudhir, en Dana, en Eduardo y en tantos otros valientes no violentos esparcidos a lo largo y a lo ancho de esta tierra sedienta de humanización. Veo también a los que ya no están en este espacio y a los que todavía no están en este tiempo.
Todos ellos y muchos otros son mis amigos. Todos ellos son humanistas y comparten las enseñanzas de Silo.
Todos ellos y muchos otros, son testimonio vivo de un impulso imperecedero que avivó sus llamas en la arenga que Silo diera un 4 de Mayo de 1969, en plena montaña y rodeado de la barbarie de la dictadura. Como siempre ha sido, seguramente este enorme impulso humanista continúe hacia el futuro su eterna transformación. Testimonio y celebro esa misión sin límites.