Mauricio Macri, el amigo y socio de Donald Trump, ahora admitió tener más de 1 millón de dólares en el paraíso fiscal de las Bahamas. Debe haberlos obtenido este año, porque en la declaración jurada del año pasado no figuraban. Tampoco figuraba el préstamo otorgado a Néstor Grindetti, flamante intendente de Lanús y ex mano derecha de la contratación de obra pública en la Ciudad de Buenos Aires (CABA). Es cierto que Grindetti figura en los Panama Papers como director o Presidente de varias empresas off-shore. Pero bueno, Macri también y eso no es ningún delito ni motivo de investigación, según afirmara la titular de la Oficina Anticorrupción, la empleada de Paul Singer, Laura Alonso.
Estos flecos de los millones de nuestro presidente no tienen verdadera relevancia, porque debe ser lo poco que pudo evitar que le robaran los K, que “se robaron todo”, incluidas las tapas del inodoro en Casa Rosada.
Lástima que no fui lo suficientemente hábil para comprar el paquete accionario de Macri en el 2014 cuando valían 1 centavo, ahora con el revalúo se va a varios millones de pesos.
Otro al que le prestó plata, Mauricio, es Nicolás “Nicky” Caputo, el mayor contratista de la CABA durante los 8 años de gestión Macri y uno de los mayores contratistas a nivel nacional. Es verdad que cuenta con menos exposición mediática que Lázaro Báez (será porque es más feo), pero tiene entre sus manos casi 20 millones pertenecientes al presidente (se los debe hace mucho, con todos los contratos que firmó los últimos años podría ir devolviéndoselos, con el futuro de Antonia no se juega). Es verdad que son tan íntimos con Macri, que Caputo fue su padrino de boda y se van juntos de Luna de Miel. Le tiene tanta confianza el Presi que antes de tomar decisiones siempre consulta con Nicky, no vaya a ser que sus conocimientos de Ingeniería no sean suficientes.
Perdón, fui irónico. Sus conocimientos, evidentemente, no son suficientes. Ni para garantizar el bienestar del pueblo argentino, ni para que su padre deje de considerarlo un desalmado y pelotudo. Con todo respeto por el resto de desalmados y pelotudos que pudieran sentirse ofendidos.
Ojo, los argentinos nos lo tenemos merecido por haber vivido una fiesta nacional durante 12 años. ¿Qué es eso de comer varias veces por día, y todos los días? ¿Qué es eso de que haya universidades públicas y gratuitas por todos lados? ¿Cómo puede ser que usáramos estufas y que laváremos el coche con agua de la canilla? ¿Para qué queríamos tener lavarropas dando vueltas en la estratósfera, científicos repatriados y vacunas para todos y todas? Si la ministra de salud de la Provincia de Buenos Aires tiene la solución para no contagiarnos de Gripe A, “besarse menos”.
A mí, Mau, no me disgusta, si no fuera por los despidos, por el cierre de programas sociales, la intervención de los medios públicos, la persecución de periodistas no alineados, los aumentos de las tarifas del gas, la luz y el agua, hasta del 1100 %, si no fuera porque la metieron presa sin pruebas a Milagro Sala para poder saquear la provincia de Jujuy (minas de litio incluidas), porque Macri se hartó de hacer negocios durante años con un sospechado de corrupción como Lázaro Báez, porque nos ridiculiza frente al mundo y está dispuesto a sumarnos al TTP y a dejar que Estados Unidos establezca bases militares en nuestro territorio.
Que no haya jurado, en su asunción, por la patria, o que no use escarapela, o que considere que la soberanía sobre Malvinas es una pérdida de tiempo y los derechos humanos son un curro, no deben ser utilizados en su contra, miren lo bien que baila.
Eso sí, como a la mayoría nos cuesta seguirles el ritmo de tanto desguace y endeudamiento compulsivo, propongo que tomemos clases de baile colectivo, multitudinarias, que levantemos polvaredas en todas las plazas y animemos los corazones. Porque si no, a este paso, somos muchos los que vamos a mirar la fiesta desde afuera.