El autor, joven estudiante de letras, nos hace llegar sus reflexiones acerca de los prejuicios hacia la homosexualidad en la ciudad de Lima, Perú.
Por: Adrián Torres John
Si hablamos de las causas de los prejuicios contra la homosexualidad, estaremos entrando en un tema muy complejo. A lo largo del tiempo, dichas bases se han reforzado gracias a la participación de diversas instancias, como los medios de comunicación o la transmisión de valores discriminatorios de generación en generación. Lo cierto es que, al tratarse de un tema tan amplio, la sociedad limeña se alimenta cada vez más de diversas influencias anti homosexuales, fomentando así el odio y la marginación hacia este sector de la población.
La sociedad limeña ha vivido, a lo largo de su historia, diversas etapas en las que la violencia ha estado presente en el día a día, como los oscuros años de actividades subversivas, y la respuesta aún más drástica por parte del entonces presidente, Alberto Fujimori. Del mismo modo, podemos hablar de periodos más lejanos a la actualidad, como las guerras entre países hermanos. Todas estas anécdotas nacionales siguen teniendo consecuencias en la actualidad, quizá ya no en la forma de disputas territoriales o conflictos bélicos, sino como un gran resentimiento presente en la vida de los ciudadanos peruanos. Podemos incluso retroceder aún más en el tiempo, y encontrarnos con la época de la colonia, en donde los peruanos de aquellos tiempos eran explotados por los colonos europeos durante mucho tiempo, formando así un sentimiento de revanchismo y amargura hacia aquellos que compartan la nacionalidad de los colonizadores. Dicho sentimiento está presente cuando el profesor enseña a los alumnos que algunos pueblos son los eternos enemigos de los peruanos; cuando dos personas discuten fuertemente por un lugar para estacionar su vehículo; cuando dos o más hinchas inician una pelea a golpes por un partido de fútbol; cuando un grupo de personas se burla de otro por ser de distinta orientación sexual. El resentimiento presente en el interior de las personas limeñas es canalizado en diversas formas de violencia hacia diferentes grupos; entre ellos, se encuentran los homosexuales. Se trata de la búsqueda de un objetivo “diferente a lo normal” para expresar el resentimiento interno a través de burlas, insultos, agresión física, etc. En otras palabras, los homosexuales son víctimas de los sentimientos de odio de los agresores, basados en experiencias personales.
El resentimiento como base de la violencia es una de las causas fundamentales de la homofobia. Sin embargo, no es la única causa de ello. Existen otros factores externos que fomentan, ya sea de forma directa o subliminal, el rechazo hacia las personas de distinta orientación sexual. Hoy en día vivimos en una sociedad moderna, en la que la comunicación está presente en todas las áreas de la vida. Por lo tanto, podemos afirmar que la comunicación “produce culturas mediáticas” (Martín Barbero, 2002:13-20) o redes de relaciones construidas a través de los medios de comunicación y tecnologías de transmisión de información. De este modo, las culturas mediáticas tienen mucha relevancia en cuanto a la formación de la subjetividad en la sociedad limeña. Sin embargo, los medios de comunicación son las principales fuentes de la creación de estereotipos, como, por ejemplo, el de “la mujer ideal, rubia y de ojos azules” o la de “el hombre perfecto, varonil, musculoso e inexpresivo”. Estos estereotipos generan ideas sólidas en la sociedad sobre lo que es “normal”, y del mismo modo, se hace más fuerte el rechazo hacia lo alternativo, como la homosexualidad.
La homofobia, siendo una de las expresiones de la violencia presente en la actualidad, revela una característica base del autoritarismo: El temor hacia lo alternativo; la idea de peligro en el que se pone al orden social con la aparición de expresiones “no usuales”. Giancarlo Cornejo Salinas, en uno de sus ensayos, señala lo siguiente: “La homofobia es una variedad del autoritarismo. Pero no cualquier variedad, sino que representa su fundamento oculto” (2010:3). Esta cita se refiere a la afirmación del autoritarismo de “la existencia de un orden natural de las cosas”, enfatizando aquella idea como uno de los fundamentos de la condena social por las sexualidades diferentes a la heterosexualidad. Al basarse en este argumento, se sostiene la existencia de un “esquema natural”, aparentemente invisible y omnipresente, que rige la existencia de la humanidad, olvidando así la existencia de derechos de libertad personal de los individuos.
Hasta ahora, hemos visto causas de carácter social de la actividad homofóbica en la ciudad de Lima. Se puede notar el aferro de la sociedad a una “subjetividad artificial”, construida en base a experiencias y pensamientos impersonales. Además, existen otras causas de carácter cultural que, paralelas a las causas sociales, funcionan como pilares de la existencia de los prejuicios tratados aquí.
Al adentrarnos en el marco cultural, aparecen términos presentes en la población limeña que se presentan en el día a día, moldeando de esta forma la convivencia entre los ciudadanos limeños. Uno de los términos que destaca en el ámbito cultural es el de “Sociedad Patriarcal”. ¿A qué se refiere al concepto “Sociedad Patriarcal”? Puede entenderse como la relación vertical en las familias de dicha sociedad, en donde el “páter” se coloca en la cabeza de ellas. Del mismo modo, se desplaza a los demás integrantes a un nivel de poder inferior. Al encontrarse en la cúspide, el hombre debe poseer ciertas características que lo hagan “digno” de su posición. Al hablar de esto, retornamos al tema de los estereotipos en la sociedad limeña, que condicionan al hombre en su pleno vivir. El investigador Adrián Tarín, en su ensayo “El hombre en la cultura patriarcal”, menciona lo siguiente con respecto al tema a tratar: “Los hombres (…) crecen en la creencia de que mostrar algún signo de empatía o sentimentalismo supone ausencia de virilidad. Llorar en público, abrazar o besar a un amigo, no poseer destrezas deportivas (…) es sancionado en base a una supuesta pérdida de masculinidad, eliminando o alterando la identidad del niño” (2013:1). Ante esto, los homosexuales se enfrentan a una gran oposición omnipresente que reprime sus formas de expresión, diferentes a lo “común”, inhibiendo así su derecho humano a la libertad. Dicho de otra forma, la cultura le impone al sexo masculino una responsabilidad obligatoria, que debe cumplir de una forma u otra, así tenga que ir en contra de su propia identidad y subjetividad. Frente a ello, los prejuicios hacia los homosexuales no solo significan un castigo por atentar contra el “orden natural” en la sociedad limeña, sino que también sancionan un “incumplimiento” a las reglas impuestas por la cultura en cuanto a la forma de vivir de las personas en Lima.
Junto con la sociedad patriarcal, existen otros factores culturales que delimitan el convivir de los habitantes limeños, sus formas de expresarse y la manera en que ven el mundo. La cuestión es: ¿Cómo es que estos factores perduran en la historia, en una etapa de cambios globales en el mundo? Es sabido que los valores y formas de pensar de la sociedad limeña, al pasar las generaciones, van adaptándose a la modernidad de la época, y aparecen nuevos razonamientos y corrientes de pensamiento. Sin embargo, existe un proceso de transmisión de información de las personas mayores hacia los jóvenes. Debido a ello, varios elementos característicos de la cultura limeña se mantienen en el tiempo, y se forman generaciones de personas con una subjetividad moldeada por valores que sus antepasados les inculcaron, y que repetirán el ciclo con sus descendientes, formándose así un círculo vicioso que parece no tener fin. Es por ello que los homosexuales se ven afectados por una oleada de prejuicios hereditarios que se hace más fuerte al pasar de las generaciones. Romper este reiterado proceso no es sencillo, pues requiere de un cambio total en la instrucción de los futuros ciudadanos desde una temprana edad, procurando la formación de una visión abierta con respecto a las diferentes formas de expresión en las personas y el respeto a los derechos humanos de los mismos.
En la cultura limeña encontramos una instancia muy influyente en las vidas de los ciudadanos, y que es tomada en cuenta para el desarrollo de muchas áreas del diario vivir, como la educación, la política, la filosofía, etc. No se trata de algo nuevo, pues está presente en nuestra sociedad desde hace muchos años. Llegó con los colonizadores europeos y, desde entonces, ha ido ganando cada vez más adeptos a lo largo de los siglos. Nos referimos a la religión católica, practicada por una gran parte de la población limeña. Desde la oración que repiten todos los días antes de almorzar un gran número de creyentes, hasta el curso de religión brindado en los colegios, el catolicismo se ha convertido en uno de los pilares fundamentales de la cultura en Lima. De este modo, influye en gran medida en la forma de ver el mundo y en la manera de pensar de todos los católicos. Es aquí cuando surge el conflicto de la religión católica con la homosexualidad: Uno de los valores que fomenta el catolicismo es el de la “Sagrada Familia”, que propone que una familia debe estar compuesta por una madre, un padre, y uno o más hijos. No es aceptable que una familia no cuente con la figura materna o paterna, pues de tal modo, no estaría completa. El modelo de esta imagen es el de María, José, y Jesús. Al sostener una idea como ésta, la religión católica se opone terminantemente a la homosexualidad, pues dicha orientación sexual no encaja de ningún modo con la idea de la sagrada familia. Al ir en contra de la voluntad divina y de los postulados bíblicos, la religión católica cataloga a la homosexualidad como un pecado, que debe ser tratado y corregido a toda costa. Por ello, la religión católica se vuelve un fuerte pilar cultural de la existencia de prejuicios y discriminación hacia los homosexuales en Lima.
En conclusión, se puede observar que los prejuicios hacia los homosexuales en Lima son alimentados por un gran número de factores, muchos de ellos presentes en el diario vivir de la sociedad. Por un lado, nos encontramos con una cultura que profesa valores totalmente anti-homosexuales, y que se preocupa por hacerlos perdurar en el tiempo y de hacerlos más fuertes gracias a su presencia en diversas ramas de la sociedad. Por el otro, nos encontramos con una población conformada por individuos influenciados por entidades terciarias, y conducidos por sentimientos negativos históricos. Gracias a ello, la homofobia y otros tipos de violencia forman parte de la realidad limeña.