Por: Pavlova Carrera (texto y fotografías)

El cuerpo humano posee cinco sentidos. A través de ellos podemos conocer el mundo que nos rodea. Son el olfato para percibir aromas, el oído para escuchar vibraciones, el gusto para saborear comida, la vista para ver el mundo y la piel para sentirlo. Así fué como nos enseñaron a la mayoría a sentir, percibir y estar en el mundo, y por qué no, con nosotros mismos. ¿Es que solo tenemos 5 sentidos?

Existe una condición llamada Sinestesia, quienes la poseen pueden saborear sonidos, ver sabores, sentir los colores, y toda la variedad de combinaciones infinitas que resultarían de estos sentidos. Son personas que por variaciones en las conexiones neuronales tienen una respuesta sensorial distinta. Sin embargo, quienes no lo poseemos podemos acercarnos a esta experiencia. La danza es la respuesta.

La danza más allá de ser un espectáculo visual en donde baile, actuación a veces canto se unen, se convierte en toda una experiencia multisensorial para quienes la practican o al público que la siente. La danza utiliza como materia prima al cuerpo, y lo despoja de toda la vergüenza, y todos aquellos discursos que hacen del cuerpo una herramienta en lugar de una conexión al mundo, a los otros y porque no, con nosotros. En el proceso de la danza se mezcla la vista, el oído, el tacto, el olfato a veces el gusto y descubrimos nuevas sensaciones que antes pasaron desapercibidas. Es que bailar es la total conciencia corporal. No es una capacidad innata, es más bien un proceso largo y personal. No es fácil destapar cada poro del cuerpo, y no existe una fórmula generalizada. “Solo son estímulos cerebrales no intenten ya lograrlo, pero siéntanlo” así lo explica la maestra Amelia Poveda en la clase contemporánea que impartió para el III Encuentro Vivamos la Danza, organizado por la Compañía Nacional de Danza.

La clase empieza con una breve presentación de los participantes. Vienen de provincias, de otros países inclusive, con distintas técnicas y experiencia en danza. El único requisito para estar allí es querer bailar. “Hola soy Michelle, hace tiempo tuve una lesión … la memoria corporal no olvida, yo sigo sabiendo y sigo aprendiendo”. Música suave, pero con ritmo marcado, crea un ambiente idóneo para la clase. La luz blanca y tenue, el linóleo negro. Amelia empieza la clase.

Prácticas de danza

Prácticas de danza

Con una fuerte carga teórica, no se desliga del sentido del cuerpo y es ahí cuando es posible pensar la danza. Amelia trabaja su clase desde las técnicas de Laban y Bartenieff. Ambos trabajan con las fuerzas de la física y la geometría para potenciar el movimiento. Un movimiento que genera resonancias y puede elevar el espíritu. La parte psíquica y espiritual son importantes en la danza. “Se lanzan mucho y no sienten. Si no sienten se pierde el motor (de movimiento) entonces para que el movimiento, para que la técnica” explica Amelia a mitad de la clase cuando la energía es fuerte y penetra, pero también se escapa de los cuerpos calientes en movimiento.

Durante la clase Amelia pide a los bailarines constantemente que cedan, que sientan el movimiento, las leyes físicas básicas, -y no tan básicas-, están aplicadas la fuerza centrífuga, centrípeta, el movimiento ontogénico y filogenético. Todos estos conceptos llevados a la sensación. La clase termina y todos aplauden. Amelia agradece el trabajo.

La danza en Ecuador, igual que otras artes, es relegado al espectáculo. La propuesta independiente y creativa es escasa pero emergente. El país cuenta con pocos centros de educación básica y dos o tres universidades ofertan licenciaturas, pero sin una base fuerte, no se logra mucho, lo que en palabras de Amelia sería “No cambies el proceso por el producto”. El arte es infravalorado como un saber-hacer debido al poco espacio que tiene en las políticas estatales y al no ser considerado como una profesión, no se oficializan esfuerzos por crear una verdadera pedagogía de la danza, y del arte en general. La danza necesita pensarse y los bailarines leer. Son pocos los bailarines ecuatorianos con un título en esta rama.

Hace dos meses un grupo de bailarines, maestros de danza y gestores culturales se han reunido cuatro sábados para discutir la situación de la danza en el país. Crearon un documento oficial con solicitudes directas a organismos ministeriales. La concepción respecto a las artes cambiaría con políticas estatales de respaldo, pero también es imprescindible el cambio social y la mirada que se tiene sobre las artes. Es necesario cambiar nuestras miradas.