La catástrofe de Chernobil en 1986 supuso el primer fracaso para Europa. A partir de ahí se proyectaron muchos menos reactores. En la actualidad, son viejos, cada vez menos rentables y son además un riesgo.
La visión del florecimiento de la energía atómica es parte del pasado en Europa. Tras la Segunda Guerra Mundial, investigadores y políticos propagaban la idea de que la energía nuclear era barata, limpia e infinita. Los pequeños reactores en aviones, locomotoras, barcos e incluso en las viviendas debían generar energía.
En los 70 y 80, ya estaban proyectadas y listas la mayoría de las plantas atómicas para la generación de energía. Al mismo tiempo, los reactores eran militarmente relevantes, ya que suministraban la materia prima para la construcción de bombas atómicas en la Guerra Fría. Desde 1956 hasta el final de los 70, 87 plantas nucleares se pusieron en marcha en Europa (hoy UE y Suiza). Los 80 fueron el punto álgido de la energía atómica con 102 nuevos reactores.
Menos energía atómica tras Chernobil y el fin de la Guerra Fría
La catástrofe del reactor de Chernobil en abril de 1986 fue para Europa un schock y el primer fracaso. Hasta entonces, la energía atómica era ensalzada como segura, pero las consecuencias eran más que visibles. Partes de Ucrania están hasta hoy contaminadas y son inhabitables. También en el centro, este y sur de Europa afectó mucho la lluvia radioactiva y se contaminaron los alimentos.
La mayoría de los proyectos para nuevas centrales atómicas se disiparon tras Chernóbil. Incluso las plantas nucleares ya listas y las casi terminadas no se pusieron en funcionamiento. Italia, por ejemplo, decidió entonces llevar a cabo el apagón nuclear y en 1990 desactivó sus cuatro reactores. En la UE y Suiza siguen funcionando 128 reactores, casi la mitad, 58, en Francia. Las centrales eléctricas europeas han envejecido y cada vez más propensas a sufrir averías. La vida útil suele ser de 31 años.
Sin perspectivas para nuevas plantas atómicas
El sector de la energía atómica fue durante mucho tiempo el orgullo de Francia. Los reactores en la actualidad cubren tres cuartas partes del consumo de electricidad del país, según el Gobierno se reducirá hasta el 50% hasta 2025.
Y es que las perspectivas no son muy halagüeñas: Francia no ha vendido ninguna planta atómica desde hace ocho años. Además, los dos reactores en construcción en Europa son para el consorcio francés AREVA un desastre. Ya deberían estar funcionando y ya cuestan tres veces más de lo presupuestado. AREVA iría a la quiebra sin subvención estatal y sin la absorción por parte del consorcio público EDF, Energía de Francia. Por su parte, EDF está sumido en las deudas, pero proyecta dos reactores en Inglaterra por valor de 33 mil millones de euros, decisiones que se han aplazado por ahora hasta septiembre de 2016.
La culpa de que las plantas atómicas no sean rentables la tienen las energías renovables, ya que producen energías que respetan el medio ambiente, son más baratas y no suponen un riesgo. Según el Instituto de Investigación Prognos, las energías solar y eólica cuestan menos de la mitad.
Reactores ya no rentables
Por otro lado, los reactores, con una vida útil entre 30 y 35 años, acumulan averías y reparaciones. “Si las viejas centrales eléctricas deben seguir generando energía, manteniendo el mismo nivel, entonces habría que invertir mucho ahora”, dice Frank Peter de Prognos a DW. “Para un bloque de centrales eléctricas habría que invertir entre unos 400 hasta 500 millones de euros y eso sería imposible de financiar en el mercado eléctrico europeo en los próximos 10 o 15 años.” En otros países, como Estados Unidos, Suiza y Suecia el apagón atómico es también una realidad, ya que el mantenimiento de las plantas tampoco es rentable.
Las consecuencias económicas de la industria atómica son un fiasco para los consorcios, los contribuyentes y las generaciones venideras. La Comisión de la UE calcula en su informe actual costes de 268 mil millones de euros hasta 2050. De acuerdo a un estudio de Los Verdes en el Parlamento Europeo, incluso 485 mil millones. Según la UE, las compañías eléctricas solo han ahorrado para ello 150 mil millones de euros.
A los ciudadanos y políticos les preocupa lo que pueda suceder con los viejos reactores. No están protegidos en caso de choque contra un avión y pueden ser objetivo de ataques terroristas. Por encargo de Greenpeace, una encuesta actual arroja que, el 85% de los alemanes mayores de 45 años, considera posible un accidente en Europa como el de Chernobil.