El pueblo norteamericano en el proceso de primarias de cara a las elecciones presidenciales 2016, está demostrando que “siente el Bern”, tal como lo dicen los miles de voluntarios de la campaña del izquierdista Bernie Sanders, quien tras afiliarse de forma instrumental al partido Demócrata, ha logrado captar la atención de millones de ciudadanos indignados con un mensaje presidenciable que logra traspasar los límites de “lo posible” o “normal” hasta hoy en la política bipartidista de EEUU, logrando que los temas de los movimientos sociales y las izquierdas de ese país tomen relevancia nacional y sean parte del sentido común con gran éxito.
Hace 11 meses se inició esta campaña electoral de primarias que ha marcado historia en el país del norte, ése que tanto se critica con facilismo simplón desde los progresismos latinoamericanos.
Por un lado el fascismo explícito y sin límite del republicano Donald Trump y toda la atención de la prensa hacia él. Pero por otro, concentraciones de decenas de miles de personas, estadios llenos, filas interminables y la campaña de un hombre con más de 50 años de trayectoria coherente en la política estadounidense, alguien que estuvo en la lucha antirracista y por los derechos civiles junto a Martin Luther King; alguien que estuvo en el movimiento masivo que luchó contra la guerra en Vietnam en los 60s y 70s, luego en la acción por el respeto a los DDHH de los pueblos latinoamericanos frente a las dictaduras financiadas por el poderío de EEUU.
Son los actos de campaña y los sucesivos éxitos electorales del pre-candidato Bernie Sanders, socialista independiente que va sumando apoyos en calles y encuestas en donde es la única opción que supera con creces a todo representante de la derecha republicana (Trump, Cruz, etc).
¿A quién se ha enfrentado directamente? A la candidata de la globalización neoliberal, de las grandes multinacionales y el establishment político: la demócrata Hillary Clinton. Junto a la maquinaria de esta candidata se acompaña el silenciamiento de las grandes cadenas informativas que han minimizado las victorias de Sanders e inflado los números de delegados y super-delegados adjudicados para Clinton.
Hoy Bernie Sanders lleva victorias ininterrumpidas en 8 estados, empatando en otros anteriores y ganando entre los votantes demócratas en el extranjero. Poco de eso se comenta en paneles de “expertos” de los grandes medios de comunicación, tal como ocurrió con un desconocido Barack Obama en las primarias del 2008 y en las cuales Clinton también era la favorita ganadora. Sólo las redes sociales y programas emitidos en ese ámbito como “The Young Turks” han logrado romper el cerco mediático dentro y fuera de los EEUU.
Aún quedan estados y delegados por ganar, pero el escenario sigue abierto y con posibilidades para un candidato que está en auge, logrando iniciar un movimiento que podría romper el bipartidismo y que se ha atrevido a hablar contra los banqueros de Wall Street, el militarismo de EEUU, las intervenciones imperialistas del presente y del pasado, del desastre dejado por Bush y sus cercanos de ambos partidos en Irak, de los tratados de “libre” comercio como el NAFTA o instituciones que rigen la globalización económica (FMI o el Banco Mundial), de políticas que han explotado a trabajadores inmigrantes, generando mayores desigualdades y desastres ambientales.
Es decir, por primera vez un candidato de la izquierda estadounidense, con una agenda que viene de la revuelta antiglobalización de Seattle en 1999 o de los movimientos antibélicos de los 2000s, tiene este nivel de influencia y competitividad en base a una campaña financiada únicamente por la gente evitando el “aporte” nunca desinteresado de empresas y corporaciones. Quizás el momento histórico sea otro con un Podemos en España, un liderazgo como el de Jeremy Corbyn en Gran Bretaña, la construcción de gobiernos progresistas en Sudamérica y un largo etc.
El desafío actual para el movimiento de Bernie Sanders, es ganar las primarias de estados grandes y claves como Nueva York y California, pese a las contra-campañas de los medios y el ya tradicional chantaje del “mal menor”.
Hoy es el momento para avanzar con resolución y de eso parecen haberse percatado con claridad en EEUU.
Con esas victorias se abriría el paso a la nominación presidencial demócrata para el senador por Vermont, en una contienda que tendría dos polos muy bien definidos y en donde, si se llegara a producir la victoria de Sanders – es decir, si la gran mayoría del pueblo estadounidense optara por un progresismo de izquierda por sobre un fascismo violentista y xenófobo de Trump – podríamos estar ante la posibilidad cierta de una verdadera “Perestroika” pero esta vez, dentro de un capitalismo que – aunque en decadencia – todavía mantiene un poder sin contrapesos.
En todo caso, para llegar a este escenario aún queda camino por recorrer, mientras tanto los poderes fácticos del país del norte ya analizan las respuestas que darán para evitar llegar a ese punto y la historia ha demostrado, muchas veces que tales respuestas, están bastante alejadas de ser democráticas o pacíficas.