Además del nombre de su última obra, «Pape Satán Aleppe – crónicas de una sociedad líquida», el clásico dantesco Divina Comedia ha inspirado a Umberto Eco a escribir uno de los artículos más ilustrativos de esta licuefacción caracterizada, según él, por el colapso de las ideologías, de las memorias, el individualismo y la confusión generalizada. «Dante y el islam» fue publicado hace cerca de un año en el diario italiano L’Espresso y fue reproducido por medios de comunicación en diferentes idiomas. Comenta el reciente lanzamiento del libro de mismo nombre, 20 años después de su primera edición en Italia bajo el título «La escatología musulmana en la Divina Comedia de Dante Alighieri”. Se trata de un estudio publicado en 1919 por el filólogo español Miguel Asín Palacios, que muestra las estrechas similitudes entre el poema dantesco y el relato de la ascensión del profeta Mahoma al paraíso y su viaje nocturno al infierno.
Escatología es el conjunto de creencias religiosas respecto a lo que sucederá tras la muerte. A través de un análisis comparativo, el autor demuestra que muchas de las descripciones de los escenarios infernales a los paradisíacos, además de la arquitectura de estos tres planos a través del cual las almas transitan tanto en el cristianismo como en el islam, son prácticamente los mismos en las dos narrativas. En su artículo, Eco comenta la importancia del estudio y su relevancia, estableciendo un paralelismo con el contexto antiterrorista, y recomienda la lectura «aún más relevante hoy en día – un momento en que, perturbada por la insensatez bárbara de los fundamentalistas islámicos, la gente tiende a olvidar las relaciones que siempre han existido entre las culturas occidental e islámica”.
Olvido sintomático, sin duda, de la sociedad líquida que nos presenta el pensador italiano, que en realidad es la profundización del sin sentido en el que se hundió desde hace muchos siglos, cuando los triunfadores cristianos impusieron y reiteraron su versión de la historia, basada en la degradación de lo diferente. Y el advenimiento del racionalismo no hizo mucho más que legitimarla bajo la vestimenta del discurso científico.
Solo así se entiende la absurda desconexión entre el pensar y el sentir, explicitada por Eco. A pesar de que cualquier ciudadano europeo medio tiene conocimiento de los hechos sobre los avances producidos gracias a la presencia árabe-islámica en el continente durante ocho siglos en la Edad Media, en una época en que la cultura Europa era periférica, admitir algo en común con el islam es, literalmente, otra historia. Y el respeto y el diálogo intercultural, que podrían contribuir a la solución de los actuales conflictos, se sustituyen por la extrañeza y la mecanicidad defensiva.
Permeabilidad intercultural en la historia
También esta desconexión fue la base para que los intelectuales de diferentes siglos ni siquiera sospecharan, durante los 600 años que separan el estudio de Asín Palacios con la publicación de la Divina Comedia, de esta permeabilidad cultural islámica en la obra, solo recientemente aceptada por los expertos. ¡Y estamos hablando de una de las obras más estudiadas de la literatura universal!
Hay muchos ejemplos de esta permeabilidad en todo el Medievo. Citando R. A. Nicholson, el antropólogo Campbell reiteró que «los conquistadores árabes de España y Sicilia repitieron, aunque en menor medida, el mismo proceso al que ellos mismos fueron sometidos por la civilización helenística de Persia y Siria”. De hecho, ellos fueron los guardianes de este legado tras el cierre de las escuelas paganas de filosofía en Atenas en el año 529, por orden del emperador bizantino Justiniano. Uno de los ejemplos más conocidos es el aristotelismo en el pensamiento de Averroes y Avicena.
La importancia de Asín Palacios, quien curiosamente fue un cura jesuita, fue principalmente romper la censura cristiana y racionalista, en un momento que los expertos limitaban la inspiración dantesca a Aristóteles y Santo Tomás de Aquino. Según él – que dedicó su vida a establecer paralelos entre el desarrollo de las órdenes monásticas del sufismo y cristianismo – muchas obras filosóficas y teológicas consideradas cristianas en el mundo académico fueron influenciadas por la mística sufí. En su análisis, Dante se inspiró en el texto del sabio árabe-español Ibn Arabi, quien vivió entre los siglos XII y XIII, cuyo aporte hasta la fecha se toma como una referencia de dicha corriente.
Su tesis de la influencia musulmana fue aceptada después de una controversia que duró hasta principios de los años 90 cuando, finalmente, su estudio fue publicado en Italia. Antes de eso, un importante descubrimiento, en 1949, había corroborado sus declaraciones: fueron encontradas dos traducciones, al latín y francés antiguo, del libro de la Escalera de Mahoma, ambas de 1264, las cuales Dante podría haber leído. Sin embargo, para la mayoría de los expertos, el poeta italiano se habría inspirado solamente en las descripciones de paisajes y arquitectura de los espacios, dejando de lado cualquier implicación teológica, filosófica o metafísica. Entre otros argumentos, se basaban en el hecho de que Mahoma fuera colocado en el infierno por Dante y en ausencia de la sensualidad característica de los textos escatológicos musulmanes.
Dante y el amor, humano y trascendente
Parecen olvidarse de la persecución de herejías establecidas por la Iglesia Católica en ese período. El mismo Dante advierte a los lectores, al inicio del poema, de la «doctrina que se oculta bajo el velo de versos extraños» (Infierno, IX, 61-63). Ojos atentos pueden haber encontrado la sensualidad implícita en diferentes partes del poema, como en el encuentro del poeta con su amada Beatriz, anunciada por el verso «Veni, sponsa, de Líbano», alusión al Cantar de los Cantares, que es el más erótico de los textos bíblicos (Purgatorio, XXX, 11).
Desde este punto de vista, parece que, por encima de una afiliación religiosa, la elección de la escatología musulmana como fuente de inspiración encaja plenamente en el proyecto de escritura anunciado por el poeta en su obra anterior, “Vida Nueva”, de loar a Beatriz «como ninguna otra mujer había sido loada por un poeta», que, en última instancia, es un himno al amor, como él mismo señala en varias ocasiones.
El amor como vía de acceso a la experiencia mística, está presente en diferentes tradiciones culturales. Y el amor sensual como expresión de lo Sagrado, es recurrente en el sufismo, especialmente en la poesía de Rumi, quien vivió en el siglo XIII en Persia, y es el más conocido exponente de esta corriente en Occidente. Para el humanista italiano Salvatore Puledda, la Divina Comedia habría sido inspirada por los escritos de este sabio, que llegaron a Dante a través de traducciones traídas por los Templarios.
Según el antropólogo Mircea Eliade, antes de la Edad Moderna, tanto el amor como la sexualidad se interpretaban como manifestación de lo Sagrado, a través de los cuales es posible acceder a una experiencia trascendente integral, es decir, con el cuerpo y el alma. En la Edad Media, retomando a Umberto Eco, la sensibilidad estética se caracterizaba precisamente por una visión simbólica y alegórica del universo, en la cual, a pesar de que el mundo parece caótico es creación divina y, como tal, en todo se manifiesta una verdad superior conectada a propósitos trascendentes.
Toda esta multiplicidad de significados se ha olvidado en Occidente debido a la reiteración de la versión cristiana y racionalista de la Historia, que más que nunca necesita abrirse a nuevas interpretaciones. ¡Una gran tarea para la cual Eco hizo una contribución fundamental, con su originalísimo legado literario e intelectual por el que será eternamente recordado!