Por Joris Leverink
Un contingente fuertemente armado de la policía se abrió paso hacia la sede del diario Zaman, en esta ciudad de Turquía, y dispersó con violencia a las cientos de personas que se habían reunido frente al edificio para expresar su solidaridad con la situación.
La intervención del grupo de medios Feza, que incluye a Zaman, al diario en inglés Zaman y a la agencia de noticias Cihan, fue ordenada por un tribunal de Estambul y llevada a cabo en la tarde del día 4 de este mes.
El primer ministro turco Ahmet Davutoğlu se apuró a aclarar que el hecho no tuvo la más mínima motivación política.
“Fue un proceso totalmente judicial. A nadie le debe quedar ninguna duda en lo que respecta a la libertad de prensa en Turquía”, declaró el Davutoğlu en una entrevista televisada el domingo 13.
Pero a pesar de los dichos del primer ministro, pocos observadores albergan dudas sobre que la toma del diario fue una maniobra política del gobernante Partido de la Justicia y el Desarrollo (AKP) con el fin de silenciar a uno de los medios de prensa más activos e influyentes del país.
Con un tiraje de 650.000 ejemplares, el mayor de Turquía, además de sus estrechos vínculos con el movimiento Gülen, otrora aliado y actual enemigo del AKP, Zaman representaba una amenaza para el gobierno.
Obsesión por el poder
La intervención del mayor diario de Turquía ocurrió en un momento crítico para este país.
Un conflicto violento que ya dejó cientos de personas muertas tiene lugar en el este del país. Millones de refugiados, expulsados por la guerra de Siria, cruzan la frontera hacia Turquía, muchos con la esperanza de seguir luego rumbo a Europa, ya sea con o sin documentos legalizados.
El editor de Zaman, Mustafa Edib Yilmaz, entiende que hay tres razones que explican lo sucedido en este momento: disputas internas en el AKP, la dependencia de la comunidad internacional en Turquía para frenar el flujo de refugiados hacia Europa, así como la lucha contra el autoproclamado Estado Islámico y, por último, la posibilidad de un referendo que instale un régimen presidencial en este país.
El AKP, encabezado por el presidente Recep Tayyip Erdoğan, está en una encrucijada y busca consolidar su poder. Frente a la oposición interna dentro de su partido y la del país, en general, contra su régimen de mano dura, el jefe de Estado recurre a medidas cada vez más extremas para conservar el control.
“Si has estado apegado tanto tiempo al poder, sin contrincantes ni desafíos, podrías obsesionarte tanto con el poder que detentas que podrías no resistir perderlo”, analizó Yilmaz.
El economista Dani Rodrik, profesor de economía política internacional de la Fundación Ford, en la estadounidense Universidad de Harvard, cree que a Erdoğan le importa poco la reacción de la comunidad internacional hacia su país por su controvertida política interna.
“Él y su entorno creen que tienen las cartas más importantes en su jugada con Europa y Estados Unidos y que pueden hacer lo que quieran en la interna sin consecuencias”, opinó Rodrik. “Y las declaraciones sordas emitidas desde la Unión Europea tras la intervención de Zaman, sugieren que no están demasiado equivocados”, acotó.
Democracia en declive
La intervención del grupo Feza es el último de una serie de episodios que vulneran la libertad de prensa en Turquía, ubicado en el lugar 149, entre 180 países, en el Clasificación Mundial de Libertad de Prensa.
Justo una semana antes de que la policía interviniera las oficinas de Zaman, el satélite de IMC TV, con sede en Estambul, fue sacado del aire a pedido de un fiscal de Ankara por su presunta “propaganda terrorista”.
IMC TV realizaba una gran cobertura del conflicto en el este del país. El 20 de enero, el canal adquirió fama internacional luego de que el ejército le disparara en la pierna a uno de sus camarógrafos, Refik Tekin, mientras filmaba en la ciudad sitiada de Cizre.
Además, el canal fue retirado del aire de forma abrupta durante una entrevista en vivo con los periodistas Can Dündar y Erdem Gül, del diario Cumhuriyet, recién salidos de la cárcel tras 92 días de prisión preventiva.
La liberación de ambos fue dictada por un Tribunal Constitucional que dictaminó que su detención era ilegal. Pero el proceso sigue su curso y podrían ser condenados a cadena perpetua por denunciar que el gobierno de Turquía enviaba armas en secreto a los rebeldes sirios.
Pero por más controvertido que sean los dos ejemplos expuestos, no son ninguna novedad para Dani Rodrik. “El estado de la democracia y el estado de derecho están en declive en Turquía desde mediados de 2005, y los que no se dan cuenta es porque no están prestando mucha atención”, observó.
Crisis a la vuelta de la esquina
El editor Yilmaz se mostró pesimista sobre el futuro, tanto para su diario como para su país. Los días siguientes a la intervención de Zaman, el tiraje cayó a 4.000 ejemplares y espera que siga disminuyen en los próximos meses, “porque no hay demanda para un Zaman favorable al gobierno, solo para uno crítico”, arguyó.
Su pronóstico es que el diario dará quiebra y cerrará, como ya pasó con Bugün y Millet, ambos intervenidos y transformados en portavoces del gobierno en octubre de 2015.
Al juntar todas las piezas, el conflicto en el este, la guerra en la vecina Siria, las malas relaciones con Rusia, la crisis de refugiados, la campaña contra la prensa y el actual crisis política interna, Yilmaz opina que Turquía está “al borde de un gran desastre”.
Rodrik, por su parte, pronostica el hundimiento de Turquía desde hace varios años; su “única duda sobre el futuro es si será la política interna, la extranjera o la economía la que implosione primero”.
“Las debacles en materia de política interna y exterior ya ocurrieron. Pero hasta ahora no hubo un desenlace económico a gran escala”, concluyó, aunque la crisis económica puede estar a la vuelta de la esquina.
“Cuando ocurra, Erdoğan responderá de la única forma que sabe hacerlo, polarizando el país y exacerbando sus divisiones”, añadió.
Traducido por Verónica Firme