Lo que está ocurriendo con los refugiados sirios, en las fronteras de Europa, por poner sólo este ejemplo, nos llena de vergüenza como ciudadanos y ciudadanas europeos.
Vergüenza por sostener a gobiernos que nos representan y que, a cada paso que dan, demuestran que se encuentran en las antípodas de los sentimientos, pensamientos y acciones de sus pueblos.
La solidaridad europea hay que verla fuera de los medios de comunicación, hay que encontrarla en las manifestaciones y, sobre todo, acciones concretas de ayuda como, por ejemplo, las ofertas a ayuntamientos españoles por parte de la ciudadanía, ofreciendo su casa para acoger a los refugiados que vendrían a España.
Y aún no llegan, víctimas de la “violencia burocrática”.
Ni llegarán, por que la política de marionetas de los gobernantes, en permanente genuflexión hacia los poderes económicos auguran aún tiempos más violentos.
Para esos gobiernos, lo primero es lo primero: los intereses económicos, la bolsa, el “equilibrio y la moderación”, lo razonable.
Mandan sus ejércitos “humanitarios” a los países a montar guerras fratricidas para quedarnos con sus riquezas naturales, después les llaman bárbaros –al tiempo que hacen negocio vendiéndoles armamento- y nadie hace nada para salvar a esa población inocente de tanto horror y sufrimiento.
Finalmente, hacen negocio de su huida: pagan para salir de su país, se les saquea en los caminos y se les vende como si fueran ganado.
España bate récord en la venta de armas a Arabia Saudí, por ejemplo, ese país “civilizado” del que nadie duda está sufragando gran parte de los grupos violentos que operan en la zona, en su particular lucha de intereses regionales. El mismo país donde, hace apenas dos días, humillaban a una mujer en un impecable supermercado a la europea.
Los vemos como un problema que hay que quitarse de en medio.
Pero el problema no son esas personas desesperadas que buscan una salida para ellas y sus familias, lo que haría cualquier persona de cualquier cultura y civilización.
El problema lo tenemos los pueblos europeos sosteniendo gobiernos antihumanistas, que propagan, como cotorras, el individualismo, la insolidaridad, la búsqueda de triunfo y riqueza sin medida dejando el vacío y la destrucción a su paso.
Y no es poniendo fronteras que vamos a “resguardarnos”.
El Partido Humanista propone un acción masiva noviolenta de las diplomacias europeas en base a:
- Rechazo al acuerdo de expulsión de refugiados a Turquía
- Acogida inmediata de refugiados en todo el territorio europeo
- Abandonar la venta de armas a países terceros.
- Congelar las cuentas en territorio europeo, de aquellos gobiernos o personas, que sostienen regímenes autoritarios.
- Propiciar la creación de un ámbito político-diplomático de los países afectados para la resolución de conflictos de cualquier tipo entre los países de la zona de forma no violenta.
Desde el Partido Humanista entendemos que estas propuestas son perfectamente realizables y marcarían un punto de inflexión muy importante en la dirección de la construcción de una Europa noviolenta, solidaria y compasiva, que sea referente en la construcción de un orden mundial realmente humano: una Nación Humana Universal
Mientras tanto, los hombres y mujeres humanistas que vivimos en España, no reconocemos en nuestro gobierno, por muy legal que sea, su cualidad moral para representarnos ante el resto del mundo.
¡No nos representan!