Por Paul Craig Roberts /paulcraigroberts.org
Desde los últimos años del siglo XX el fraude se ha instalado en la política exterior de Estados Unidos con unos nuevos ropajes. Utilizando falsos pretextos, Washington desmanteló Yugoslavia y Serbia con el fin de seguir los pasos de una agenda no declarada. En el siglo XXI, este fraude se ha multiplicado varias veces.
Afganistán, Irak, Somalia y Libia han sido destruidos, e Irán y Siria también habrían seguido el mismo camino si el Presidente ruso no lo hubiera impedido. Washington también está detrás de la actual destrucción de Yemen, y Washington está financiando la destrucción israelí de Palestina. Además, Washington ha intervenido en Pakistán sin una declaración de guerra, asesinando a mujeres, niños y ancianos bajo el pretexto de la “lucha contra el terrorismo”. Los crímenes de guerra de Washington rivalizan con las atrocidades cometidas por otros países a lo largo de la historia.
He documentado estos crímenes en mis artículos y libros, publicados por Clarity Press. Aquellas personas que todavía crean en la pureza de las intenciones de Washington en su política exterior, son unas almas cándidas.
Rusia y China tienen actualmente una alianza estratégica que resulta demasiado fuerte a los ojos de Washington. Rusia y China están impidiendo que Washington se inmiscuya en sus intereses nacionales y ponga en peligro su seguridad. Los países que tienen importancia para Rusia y China estarán protegidos por esa alianza. A medida que el mundo se despierta y ve los males que Occidente representa, más países buscarán la protección de Rusia y China.
Estados Unidos también está fallando en el frente económico. En mis artículos y en mi libro “El fracaso del Capitalismo del laissez faire”, escrito en inglés y traducido al chino, coreano, checo y alemán, he demostrado cómo Washington ha quedado al margen, con un efecto positivo en la gestión a corto plazo, mientras que los accionistas y Wall Street han vaciado la economía estadounidense, desviando los empleos de la Industria, los avances tecnológicos, así como la competencia profesional, hacia China, la India y otros países, dejando a Estados Unidos como una economía tan desmembrada que los ingresos familiares medios están descendiendo en los últimos años. Hoy en día, el 50% de los jóvenes en torno a los 25 años de edad viven con sus padres o abuelos, porque no pueden encontrar un empleo que pueda garantizarles una independencia económica. Este hecho es ocultado por los medios de comunicación, que hablan de unas historias imaginarias de recuperación económica de Estados Unidos.
Es tan diferente lo que se cuenta de la situación real, que una queda estupefacto. Como ex profesor de Economía, editor de The Wall Street Journal y Secretario Adjunto del Tesoro para la Política Económica, me sorprende la corrupción que reina en el sector financiero, en el Tesoro, las Agencias de regulación financiera, en la Reserva Federal. En otros tiempos, los procesamientos y las sentencias habrían llevado a prisión a los banqueros y altos funcionarios del Gobierno.
En Estados Unidos no hay mercados financieros libres. Todos los mercados están manipulados por la Reserva Federal y el Tesoro. Los organismos reguladores, controlados por esos otros organismos, cierran los ojos, e incluso si no lo hacen, se ven incapaces de hacer cumplir las leyes, porque los intereses privados son más poderosos que las leyes.
Incluso los organismos que elaboran las estadísticas para el Gobierno están corrompidos. Las medidas de inflación se han inventado con el fin de minimizar la inflación. Esta mentira no sólo ahorra a Washington el pago de las pensiones de acuerdo con el aumento del coste de la vida, sino que sustrae dinero que se emplea en más guerras; del mismo modo, subestimando la inflación, el Gobierno puede fingir un aumento real del PIB, contando la inflación como un crecimiento real, del mismo modo que el Gobierno da una tasa de paro del 5% no contando a los trabajadores que desanimados ya no buscan empleo, una vez que se han dado por vencidos. La tasa oficial de desempleo es del 5%, pero nadie encuentra un trabajo. ¿Cómo puede ser el desempleo del 5% cuando la mitad de los jóvenes en torno a 25 años de edad están viviendo con sus parientes porque no pueden permitirse una existencia independiente? Como ha dicho John Williams, de incluir a aquellos estadounidenses que han dejado de buscar trabajo porque no hay empleo, la tasa sería del 23%.
La Reserva Federal, una herramienta de un pequeño número de Bancos, ha logrado hacer creer que hay una recuperación económica desde junio de 2009, imprimiendo miles de millones de dólares que encuentran su camino no en la economía, sino en los precios de los activos financieros. Un mercado de acciones mantenido artificialmente es la prueba de unos medios financieros prostituidos que crean la ilusión de una economía en auge.
Un pequeño número de personas que saben esto, y sólo se trata de un pequeño número, señalan que no ha habido tal recuperación desde la recesión anterior, que se mantiene todavía viva. John Williams ha dicho que la producción industrial estadounidense, cuando se ajusta debidamente por la inflación, no ha llegado a los niveles de 2008, y mucho menos al pico del año 2000, y de nuevo ha bajado.
El consumidor estadounidense está consumido, abrumado por las deudas y con unos ingresos que no aumentan. La política económica de Estados Unidos se centra en el ahorro de un puñado de Bancos de Nueva York, no en el ahorro del conjunto de la economía estadounidense.
Los economistas y otros cómplices de Wall Street no hablarán de la caída de la producción industrial de Estados Unidos, que se ha convertido en una economía de servicios. Los economistas dirán en todo caso que se trata de unos servicios de alta tecnología acorde con una nueva economía, pero en realidad se trata de camareros, vendedores a tiempo parcial, y servicios ambulatorios de salud. Todo ello ha sustituido a la fabricación y los trabajos de ingeniería, considerablemente más económico, colapsando la demanda agregada efectiva en Estados Unidos. En ocasiones los economistas neoliberales quizás reconozcan que hay problemas, pero los atribuyen a China.
No está claro que la economía estadounidense pueda ser levantada. Para reactivar la economía estadounidense haría falta regularizar el sistema financiero, y una recuperación de los puestos de trabajo y del PIB de Estados Unidos, que la deslocalización se llevó a otros países. Haría falta, como ha señalado Michael Hudson en su nuevo libro, Matando al anfitrión, una revolución en la política fiscal que impida que el sector financiero se quede con los excedentes económicos y la capitalización de la deuda mediante el pago de intereses al sector financiero.
El Gobierno de Estados Unidos, controlado por unos intereses económicos corruptos, nunca va a permitir que se intervenga con políticas que incidan sobre todo aquello que pueda perjudicar a los que tienen poder de decisión en dichas políticas y en los resultados de Wall Street. Hoy en día, el Capitalismo hace dinero mediante la venta de la economía estadounidense y de las personas que dependen de ella.
En este Estados Unidos libre y democrático, el Gobierno y la Economía sirve a unos intereses muy alejados de los intereses de los estadounidenses. Esta traición está oculta detrás de un enorme trampantojo erguido con la propaganda de los economistas el libre mercado y las mentiras de los medios financieros que se prostituyen para sobrevivir.
Cuando Estados Unidos falle, también los harán los Estados vasallo de Washington, Europa, Canadá, Australia y Japón. A menos que Washington destruya el mundo mediante una guerra nuclear, el mundo se rehará, y este Occidente corrupto y disoluto quedará en una mera insignificancia en el nuevo panorama del mundo.