Eva Bartlett / Sott.net
En abril del 2014, visité por primera vez Siria, fui a Homs y Latakia, además de Damasco. En cada uno de mis tres viajes posteriores a Siria, he sido capaz de interactuar en persona con los sirios allí, hablando árabe coloquial moderado; ya sea en los mercados, taxis, en las calles o en las zonas que he visitado.
En Latakia, muchas de las más de 1 millón de personas desplazadas internamente desde Idlib, Alepo y sus alrededores, quienes están siendo alojadas y apoyadas por el gobierno sirio, hablaron de los mismos secuestros, decapitaciones y otros delitos atroces que actualmente la mayoría de los medios de comunicación sólo asocian con el Daesh (ISIS/EIIS), pero que fueron perpetrados (con el apoyo de Turquía) por el llamado FSA [Ejército Libre Sirio, por sus siglas en inglés – NdT] y otras facciones terroristas.
Un hombre de Harem, cerca de la frontera con Turquía, habló de haber sido secuestrado por terroristas de la FSA, y de las decapitaciones de los residentes del Harem, las cabezas fueron enviadas en cajas.
«Los terroristas nos atacaron, terroristas de Turquía, de Chechenia, de países árabes y otros países extranjeros. Tenían tanques y cañones, como un ejército, tal como un ejército. Nos rodearon por 73 días en la ciudadela de Harem. Nos golpearon con todo tipo de armas. Había mujeres y niños con nosotros. Ellos no tuvieron piedad. Cuando atrapaban a cualquiera de nosotros, lo sacrificaban, y luego nos enviaban la cabeza de regreso. Mataron a más de 100 personas, y secuestraron alrededor de 150… niños, civiles, soldados. Hasta ahora, no sabemos qué ha sido de ellos», dijo.
La gente del pueblo de Kessab habló del ataque conjunto de Turquía y al-Nusra en su pueblo, en marzo de 2014; de cómo escaparon con la ayuda de soldados sirios; de los más de 80 que fueron sacrificados, incluyendo 13 que fueron decapitados; y de la violación y el saqueo de sus pueblos y hogares. «Violaron a nuestras mujeres de edad avanzada porque no pudieron encontrar niñas«, me dijo uno de los residentes.
En Latakia, me encontré con dos estadounidenses que estuvieron viviendo allí durante los últimos veinte años. La madre me habló de reportajes occidentales (citó un artículo del LA Times a modo de ejemplo) donde alegaban que un día los agentes de seguridad de Siria estaban tomando medidas enérgicas contra las personas en Latakia, pero que en ese día particular, ella había estado en todas las zonas de la ciudad que habían sido nombradas y no hubo disturbios.
En Homs, me encontré con sirios locales que participan en el proceso de reconciliación, incluyendo a líderes religiosos y miembros de la comunidad. En abril de 2014, la Ciudad Vieja de Homs aún estaba ocupada por facciones terroristas. Cuando regresé en junio, acababa de ser liberada. Yo pude hablar con los residentes que habían permanecido durante la ocupación de la Ciudad Vieja por parte de las Brigadas Farouq (FSA) y al-Nusra, quienes negaron que fuera una «revolución» y contaron que los terroristas se robaban hasta el último artículo de comida de sus casas.
Un hombre de la localidad habló sobre el asesinato por parte de los militantes del sacerdote holandés de 75 años, el Padre Frans van der Lugt, quien, si bien no es pro-gobierno ni pro-«rebelde», había escrito acerca de haber visto a hombres armados entre las primeras protestas, «quienes comenzaron a disparar contra a la policía primero. Muy a menudo la violencia de las fuerzas de seguridad ha sido una reacción a la brutal violencia de los rebeldes armados«. Otros hablaron de las consignas sectarias en las primeras protestas en Homs, incluyendo la matanza de los alauitas y la expulsión de los cristianos.
Muchas iglesias históricas en la Ciudad Vieja fueron dañadas o destruidas, y saqueadas, por las facciones terroristas.
Cuando visité Homs nuevamente, en diciembre de 2015, la mayor parte de las iglesias fueron reparadas lo suficiente como para ser utilizadas, y algunos de los residentes habían remendado sus hogares y abierto nuevas tiendas y se preparaban para celebrar la Navidad por primera vez en años.
En junio de 2014, visité el antiguo pueblo de Maaloula que había sido liberado recientemente. Allí, los terroristas principalmente de Nusra sitiaron el pueblo durante 8 meses, saquearon sus antiguos monasterios, destruyeron y profanaron lo que no podía ser robado y asesinaron a la hija del cura del convento San Thekla, Konstantin al-Khouri, quien me explicó que luego él mismo tomó las armas para defender el pueblo.
En Damasco, me encontré con varios líderes de la oposición interna, quienes notablemente se manifestaron en apoyo al presidente Al-Assad y en contra de la «oposición» externa respaldada por Riad y Turquía y desplegada por Occidente. El representante kurdo, Berwine Brahim, declaró: «Queremos que transmitas que la conspiración, el terrorismo y la interferencia de los países occidentales ha unido a los partidarios del gobierno y la oposición, para apoyar al presidente Bashar al-Assad. Nosotros, los miembros de la oposición, vemos que el presidente al-Assad es la garantía de Siria».
En dos ocasiones me he reunido con la más alta autoridad religiosa musulmana de Siria, el Gran Mufti, Dr. Ahmad Badreddin, cuyo hijo, Saria, de 22 años, fue asesinado en octubre de 2011. Al día siguiente, el Mufti Hassoun pidió públicamente el perdón de los asesinos, quienes a su vez enviaron un mensaje diciendo que él sería el próximo al que matarían. Hassoun sigue utilizando su plataforma para llamar a los sirios a deponer las armas y «volver» a su país. Rechaza el sectarismo que Arabia Saudita ha enviado a Siria y pide la rehabilitación de las mezquitas europeas influenciadas por el wahabismo.
En junio del 2014, me reuní con el ministro de la reconciliación, el Dr. Ali Haidar, un oftalmólogo y líder del Partido Social Nacionalista sirio (SSNP, por sus siglas en inglés). En junio de 2012, Haidar tomó el cargo de ministro de la reconciliación con el fin de favorecer el proceso para los sirios armados que desean reconciliarse. El movimiento continúa viendo a sirios que reciben la amnistía y vuelven a su vida normal. El hijo de Haidar, Ismail, fue asesinado en mayo del 2012, por terroristas que esperaban asesinar al mismo Haidar.
Al quedarme en la Ciudad Vieja de Damasco, tuve una muestra de lo que es el terrorismo de morteros diario, que en ese entonces provenía principalmente de los «rebeldes moderados» en su bastión de Jobar, al este de la ciudad. Visité un hospital donde los niños de la escuela Manar, que había sido atacada con morteros, estaban siendo tratados por lesiones que iban de leves a severas. En otra visita, en Damasco, visité el Hospital Universitario, donde niños, mujeres y hombres estaban siendo tratados por heridas de morteros y misiles disparados por terroristas en Douma. Muchos tenían amputaciones, muchos estaban en cuidados intensivos, incluso con lesiones cerebrales graves.
En Damasco, los desplazados internos del distrito de Yarmouk hablaron de terroristas que tomaban sus hogares, robaban sus alimentos, y les disparaban desde lejos. Los que están siendo alojados en una escuela gubernamental tenían mejores circunstancias que aquéllos amontonados como sardinas en las viviendas de la ONU. La mayoría quería ir a casa. A pesar de las acusaciones de los medios de comunicación corporativos y del estilo de Ken Roth, de que el gobierno sirio es la causa del sufrimiento en Yarmouk, el gobierno continúa enviando o facilitando la entrada de ayuda en el distrito. Al igual que con Madaya, esa ayuda es a menudo robada por terroristas para su propio uso o para su reventa extorsionista.
En diciembre de 2015, en mi segunda visita a Yarmouk, líderes palestinos me informaron de que la gran mayoría del millón de sirios y alrededor de 170.000 palestinos que estaban allí previamente, se habían ido o habían sido evacuados. Alrededor de 5-6000 personas permanecían allí, incluyendo combatientes y los que apoyan a los militantes. Yo pude ingresar unos 400 metros en el distrito antes de que los soldados palestinos que me acompañaban me dijeran que ir más lejos sería dar la bienvenida a la bala de un francotirador.
El distrito de al-Zahra’a de Homs ha sido el escenario de repetidos bombardeos y ataques suicidas terroristas que prácticamente no obtienen ninguna cobertura en los medios. Estuve de visita en diciembre de 2015, pocos días después de una serie de explosiones triples de atentados terroristas, que según los medios estatales habían matado al menos a 16 residentes (pero las actualizaciones locales posteriores reportaron que fueron más de 20 asesinados). Desde entonces, al-Zahra’a ha sido golpeada tres veces más por atentados terroristas. El área comprende una variedad de religiones, incluyendo muchos desplazados internos desde otras partes de Siria. Una de las víctimas asesinadas recientemente fue un hombre cristiano que había huido de Sadad, donde están afrontando al Daesh y otros ataques terroristas. Zahra’a no es la única área de Homs que es bombardeada por terroristas. En mi visita de abril del 2014, hablé con residentes de Karam al-Luz que habían sobrevivido a un doble atentado de coche-bomba en el que murieron al menos 25 residentes.
En diciembre de 2015, el distrito de al-Waer de Homs tuvo un acuerdo en el que unos pocos cientos de los militantes armados y sus familias fueron llevados a Idlib y sus alrededores. Otros 2.200 mercenarios, principalmente aquéllos en contra del gobierno, permanecen dentro de la zona residencial de al-Waer. El gobierno sigue abasteciendo a los residentes con alimentos, medicinas, electricidad (gratis) y agua (libre) y tiene una fábrica de pan en el último puesto de control antes de entrar a al-Waer, la cual yo visité en diciembre de 2015. La fábrica recibe trigo del gobierno y suministra el pan a los residentes dentro del distrito (a pesar de la presencia de los militantes anti-gobierno). Mientras observaba a los sirios caminando hacia el puesto de control, a la zona controlada por terroristas, fui advertida por oficiales de seguridad para que me detuviera: hay un alto al fuego, pero los militantes adentro podrían violarlo en cualquier momento.
En Sweida, una zona drusa al sureste de Damasco; que ha luchado en gran medida contra los ataques de militantes desde el inicio de la crisis en 2011, los residentes me dijeron que desde muy temprano habían reconocido que la «revolución» era un complot extranjero contra Siria. El líder druso, Sheikh al-Hammoud Hanawi (conocido como Sheikh al-Aqel) reiteró lo que los residentes habían dicho acerca de esta trama, y habló de cómo los hombres jóvenes y viejos de Sweida han protegido a la región y han luchado junto al Ejército Árabe Sirio.
En Sweida, muchos residentes que habían estado viviendo en el extranjero volvieron a abrir nuevos restaurantes, hoteles y negocios, con el fin de apoyar su economía destrozada por sanciones. Al igual que en Latakia, Tartus, y Damasco, Sweida también ha absorbido un gran número de desplazados internos de otras zonas del sur, incluyendo a sunitas de Daraa.
A pesar de la seguridad dentro de Sweida, en el viaje de regreso a Damasco, el conductor resaltó el hecho de que, a sólo 30 km al este, el Daesh estaba presente, pero era incapaz de entrar a Sweida. El camino Sweida-Damasco era peligroso anteriormente debido a las minas terrestres, tiroteos y secuestros, pero ahora está altamente protegido por el ejército sirio. El conductor, cuyos propios amigos desaparecieron en secuestros, añadió, «pero aquí todos apoyamos el ejército».
Además de escuchar las historias trágicas del sufrimiento de los sirios durante estos últimos cinco años, también he sido parte de las celebraciones, y de los servicios y las músicas muy conmovedores de Pascuas y Navidad. Me han invitado a los hogares de los sirios y me han bañado con hospitalidad y, sobre todo, he visto la cultura, el amor y la capacidad de recuperación que hace que los sirios sean orgullosos de su país y su gente.
Dondequiera que he ido en Siria (así como muchos meses en diversas partes del Líbano, donde he conocido a sirios de todas partes de Siria), he visto extensa evidencia de un amplio apoyo al presidente al-Assad. El orgullo de su Presidente que he visto en la mayoría de los sirios, se pone de manifiesto en carteles en las casas y tiendas, en canciones patrióticas y banderas sirias en las celebraciones y en las conversaciones con sirios comunes de todas las creencias. La mayoría de los sirios piden que yo diga exactamente lo que he visto y que transmita el mensaje de que les corresponde a los sirios decidir su futuro, que ellos apoyan a su presidente y al ejército y que la única manera de detener el derramamiento de sangre es que las naciones occidentales y del Golfo detengan el envío de terroristas a Siria, que Turquía deje de hacerle la guerra a Siria, que Occidente suspenda su charla sin sentido acerca de la «libertad» y la «democracia» y deje que los sirios decidan su propio futuro.
Citando a un sirio que conocí en el Líbano en abril de 2015:
«Queremos que el estado sirio vuelva a ser como era y, lo más importante, que el presidente Assad se quede. Queremos mucho a Bashar al-Assad. Siria era maravillosa, el estado nos han apoyado de muchas maneras (educación y atención de salud gratuitas, subsidios de alimentación y petróleo…). Siria tenía seguridad. Nuestro país va a ganar y volverá a ser como era, y mejor. Souria samideen… Siria se mantiene firme».
Soy una activista canadiense y periodista independiente. Desde noviembre de 2008, he pasado 3 años en Gaza de forma acumulativa, como voluntaria en el Movimiento de Solidaridad Internacional y documentando diversas facetas de la vida palestina en estado de sitio. He estado varias semanas en Siria desde 2014, con el objetivo de comunicar la verdad de la situación al público occidental.